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Entre la pantalla y la incertidumbre: los cines ante un protocolo que no afloja y películas que no llegan

Cinemateca inicia la 38ª edición de su festival anual con entusiasmo y expectativa, al mismo tiempo que la institución y el resto de los cines pelean por sobrevivir a la pandemia
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21 de noviembre de 2020 a las 05:04

A principios de agosto, las salas de Cinemateca fueron las primeras de Latinoamérica en volver a abrir en pandemia. Con aforo reducido al 30% y tapabocas hasta para ir al baño, la institución campeó los meses siguientes sabiendo que el déficit sería su gran compañero de camino en el 2020 y fue en ese plan que se pusieron a buscarle la vuelta. Sabiendo que los gastos no se iban a poder equilibrar con los ingresos de poco más de 20 entradas por sala, firmaron convenios con TV Ciudad para exhibir cine francés los viernes, impulsaron un autocine en el Espacio de Arte Contemporáneo, vendieron tapabocas e incluso gestaron la movida del “amigo invisible”, que ofrecía la posibilidad a los espectadores de comprar la butaca contigua a la suya simplemente para colaborar y que les dio bastante resultado: se vendieron 700 butacas vacías en los tres meses y medio de funciones.

Pero ahora, en medio del esfuerzo que significa programar el festival anual que está comenzando este sábado, que se extiende hasta el 5 de diciembre y que incluye más de 150 películas y cortometrajes, la poca circulación de espectadores por el aforo permitido y la suma de otros factores hacen que la situación de la institución vuelva a estar en la cuerda floja. Algo que Cinemateca conoce, que se vincula con su historia, pero que parecía que había dejado atrás con la inauguración de las nuevas salas y el cambio de imagen que tuvo a fines de 2018 al mudarse a la sede de la calle Bartolomé Mitre.

Según la directora de la institución, María José Santacreu, cuando volvieron a abrir lo hicieron sabiendo que cada función iba a ser a pérdida y que deberían afrontar meses complejos, pero imaginaron que con el correr de las semanas y el control de la pandemia se flexibilizarían los protocolos para las actividades culturales. Eso no sucedió y ahora, con el rápido aumento de casos registrados en los últimos días en el país, el panorama parece estar cada vez más en penumbras.

“Cuando abrimos, apostamos a que seguramente en algunas semanas se iban a flexibilizar los aforos si todo iba bien, si se demostraba que la gente respetaba las medidas sanitarias, que no había contagios en las salas y en los espacios culturales. Aunque eso pasó, los protocolos se mantuvieron estrictos y no entendemos mucho por qué. Nos alarma, porque permitirnos abrir y no permitirnos ser sustentables no sirve. Para eso permanecemos cerrados y los empleados en seguro de paro, que por lo menos ahí tienen la garantía de que van a cobrar su salario”, explicó Santacreu.

Actualmente, además de los costos operativos que implica mantener las salas abiertas y en funciones, se le agregan los del archivo fílmico, que son mucho más altos y que se mantienen para conservar un acervo de miles de kilos y metros de material en condiciones.

Hoy, Cinemateca tiene el 50% de sus trabajadores en seguro de paro parcial y unos cuantos más en seguro total. El ingreso por la venta de entradas –el principal ingreso– no alcanza para cubrir ninguna de estas actividades. Además, la pandemia hizo que la sangría de socios se sintiera –el grueso de los abonados de Cinemateca pertenece a un rango de edad que se incluye en los grupos de riesgo– y que algunos apoyos externos puntuales se terminaran.

“Sabíamos que teníamos que pelear contra un déficit importante, pero es desgastante. El déficit se acumula y vuelve inviable la sustentabilidad institucional y la posibilidad de seguir funcionando. Por ahora estamos encontrándole la vuelta con otras fuentes de ingreso para sostener la exhibición. Pero si esto se empieza a caer sistemáticamente, en dos meses vamos a tener que tomar una decisión. Cinemateca no es una institución económicamente frondosa que permita recurrir a ahorros. Es una institución que siempre vivió al día”.

Santacreu apunta que se probó que las salas son sanitariamente más seguras que otros ámbitos que tuvieron restricciones mucho menos severas y que existe un protocolo elaborado y elevado por las autoridades de la cultura con un pedido de aumento de los aforos al 50%, un rango con el que, al menos, la institución podría arañar la posibilidad de empatar económicamente las funciones. Por el momento, las autoridades sanitarias lo han desestimado y la directora no cree que con el rebrote se consigan más oportunidades.

“Un aforo del 50% sería lo deseable en este momento, luego de que se comprobó que estando en una sala de cine con tapabocas, mirando hacia adelante dos horas, sin comer ni hablar, es quizás menos riesgoso que tomarte un ómnibus interdepartamental. Nos consta que ese nuevo protocolo fue presentado hace quizás dos meses. Parece insensible decirlo ahora que hay un rebrote y los casos suben, pero para nosotros esa es la confirmación de que la posibilidad de mejorar se aleja más. Si no nos autorizaron hace dos meses con muchos menos casos, menos ahora”, asegura.

Consultada sobre medidas que resultarían beneficiosas, por fuera de la posibilidad de aumentar el aforo permitido actualmente, Santacreu puntualizó que la compra de entradas por parte del gobierno, algo que ya se utilizó para el teatro y las salas de música en Uruguay, y para el cine en algunos países de Europa, podría llegar a ser una opción.

“No estamos tratando de decirles a las autoridades cómo controlar una pandemia, pero así como pueden tomar unas medidas, pueden tomar otras. Quizá el MSP quiere que se mantenga el aforo del 30%, y está bien. Pero podrían buscar la manera de comprar las entradas restantes, de la misma manera en la que nosotros inventamos lo del amigo invisible. Hubo una compra de entradas de parte del MEC y la Dirección de Cultura, pero dirigido al teatro y a las salas de música. Una medida equivalente para este sector sería muy bienvenida. Habla de un Estado que te pone una limitante al equilibrio, pero también te ayuda. Es más comprensible que decir solamente ‘no’. Así como se protege que las personas tengan acceso a los ómnibus y no se fundan las compañías de transporte, debería haber una medida similar para asegurar que un sector como el del entretenimiento y la cultura, que emplea a muchísima gente, tenga una atención o un cariño después de tantos meses de lucha”

Así, Cinemateca enfrenta la trigésima octava edición de un festival –que en principio iba a ser en abril– con entusiasmo y ganas de ver cine, pero en medio de tormentas que ponen puntos suspensivos sobre su realidad. Remar ha sido una constante en la historia de la institución, y aunque los brazos se fortalecen y se acostumbran después del esfuerzo, también se cansan. Por el momento, igual, aguantan.

“Tenemos una Cinemateca reconocida por todo el mundo, con un archivo muy grande, que nació porque un montón de gente hizo un esfuerzo para que existiera. Logramos dignificarnos hace un par de años con estas salas que nos enorgullecen a todos, y lo único que pedimos es un poco de atención. No pedimos que el Estado nos solucione las cosas, porque Cinemateca extrae el 85% de sus recursos de sus actividades genuinas. Pero si a eso no lo apuntalamos en un momento tan complejo en el cual esas actividades se ven amenazadas, es imposible mantenernos a flote”, concluye Santacreu.

El festival de Cinemateca según su directora
María José Santacreu eligió cinco películas que, según ella, hay que ir a ver al festival. La primera es La vida invisible de Eurídice Gusmão, que abre el festival y que tiene a Inés Bortagaray como una de sus guionistas. Así como recomendó el comienzo, también el final: el festival cierra con La virgen de agosto, del español Jonás Trueba, otra de las obligatorias según Santacreu. Luego: Tipografía mayúscula, del rumano Radu Jude y State funeral, un documental de Sergei Loznitsa sobre los multitudinarios funerales de Stalin en Moscú. Para el final, Santacreu recomienda ir a ver las obras uruguayas, especialmente Mirador, de Antón Terni.

Las salas comerciales

Así como Cinemateca vive días de incertidumbre, el resto de las salas comerciales del país pasa por una situación similar. En la mayoría de los casos las funciones y los días se han recortado y, debido a los aforos limitados, la entrada de dinero ha sido más bien escasa y tampoco logra que las funciones no vayan a pérdida.

Según Mariana Chango, gerenta general de Life Cinemas, el gran problema de todas formas sigue siendo la casi inexistencia de estrenos de peso que poner en cartel y la encrucijada en la que se encuentra el sistema cinematográfico mundial, algo que también afecta a las salas de Cinemateca.

“Más allá de los aforos, tenemos el gran problema de que los sellos no están habilitando estrenos. Ahora Europa cerró de vuelta, y hay toda una serie de variables que hacen que la capacidad de los cines a nivel mundial esté funcionando a la décima parte de su capacidad. Mirando reportes de la industria, se está vendiendo el 10% de lo que se vendía en esta época el año pasado”, explica.

Según Chango, Life Cinemas –que también participa del festival de Cinemateca– se encuentra trabajando con una plantilla ínfima para garantizar el servicio. “Hemos achicado para poder sobrellevar el momento”, dice.

“Hasta que la situación mundial no se revierta no podemos levantar. Los blockbusters, que son los que mueven la taquilla, están en las gateras. El aforo también complica, porque desde el punto de vista psicológico no es lindo entrar a una sala y ver que está medio vacía, y claramente las funciones son todas a pérdida. Junto con el turismo, somos de las industrias más perjudicadas por la pandemia. El cine es una industria que depende de equilibrios globales y lo estamos sufriendo”. 

Así, las fichas están puestas en los primeros meses del 2021, y en  la efectividad de una vacuna de la que todavía está por verse la manera en la que se distribuirá. Por el momento, hay al menos un estreno grande para diciembre –la secuela de La mujer maravilla– pero, según Chango, el calendario recién prevé un repunte de estrenos, y por ende de dinero, para abril.

Streaming
Cinemateca planea lanzar en diciembre un sitio de streaming que según su directora funcionará como una cuarta sala de exhibición. El proyecto ganó un fondo especial por la pandemia del Instituto Goethe alemán y, aunque todavía se deben ajustar muchas cosas relativas a su funcionamiento, estiman que estará activo en los últimos días del año.

 

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