Las razones de la demora en la llegada de las vacunas

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Errores de cálculo, negociación tardía y el éxito inicial: los factores de la demora de la llegada de las vacunas a Uruguay

El Ejecutivo se demoró en iniciar las gestiones pero también hay otros factores que inciden; Uruguay será el último país en comenzar a vacunar en América del Sur
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23 de febrero de 2021 a las 05:00

Mientras el gobierno espera por las vacunas contra el covid-19, que llegarán a partir de la noche del jueves, el resto de los países del continente ya empezaron a vacunar. 

Uruguay quedó rezagado en las negociaciones con los laboratorios, y eso se tradujo en que esté entre los últimos de la región en recibir las primeras dosis. El anuncio del acuerdo con laboratorios llegó el 23 de enero, cuando el presidente Luis Lacalle Pou aseguró que llegarían al país en el mes de marzo. 

Si al completarse marzo arriban las primeras 2 millones dosis anunciadas, Uruguay podrá rápidamente avanzar en la vacunación, al administrar 180 mil dosis por semana y unas 700 mil por mes. Ser el país menos poblado de América del Sur y con un sistema de vacunación bastante aceitado permitiría al gobierno superar a otros países en poco tiempo, en caso de recibir las dosis esperadas.

Sin embargo, y aunque luego la situación se equipare, las negociaciones de Uruguay se demoraron. ¿Cuáles fueron los motivos esgrimidos por el gobierno para justificar esta tardanza? ¿Cuánto tiempo pasó entre el anuncio y la llegada de las primeras dosis en otros países? ¿Qué ventajas y desventajas tenía Uruguay en este contexto?

La apuesta a Covax, y sus demoras

Si bien desde agosto funciona en el Ministerio de Salud Pública un grupo ad hoc que analiza la suficiencia técnica de cada una de las vacunas, las gestiones del Ejecutivo directamente con los laboratorios se retrasaron.

Cuando las vacunas eran solo una cuestión de experimentos de laboratorios, la estrategia de Uruguay era clara y en un solo camino: apostar al fondo Covax de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una iniciativa del organismo de Naciones Unidas para repartir de forma equitativa las vacunas y darle acceso a países con menos recursos y poco peso político a nivel mundial, que permitiría realizar las compras con otros países en sistema de pool, abaratando costos.

En ese entonces el gobierno afirmó que se priorizó “la seguridad” y la “certeza científica”.

En enero ante la comisión de Salud del Senado, el secretario de Presidencia Álvaro Delgado señaló que el trabajo se intensificó a partir de octubre y noviembre, cuando el aumento de los casos en Uruguay coincidió a su vez con la validación de las inyecciones de laboratorios privados. El jerarca aseguró que Uruguay hizo en octubre su primer pago a Covax, por 750 mil dosis, por recomendación del Ministerio de Salud Pública (MSP) y el GACH, y atendiendo dos factores: la compra en sistema de pool y la prevalidación que le da la OMS a Covax, un punto importante cuando se estaba lejos de confirmar que las vacunas tendrían alta eficacia.

Según Delgado, en ese momento no había apuro, básicamente, por la baja incidencia de la enfermedad en el país. "En el mes de octubre, cuando se firma el Covax y se aportan USD 2:500.000 para la reserva de 1:500.000 dosis, nuestro país tenía 11 casos activos cada 100.000 habitantes; Brasil tenía 135 casos activos cada 100.000 habitantes, Argentina tenía 362 y Chile tenía 96", dijo el secretario de Presidencia.

Sin embargo, la suerte de Covax varió ya que muchos países aceleraron sus negociaciones individuales con los laboratorios, y así esos acuerdos empezaron a avanzar mucho más rápido que los del plan internacional patrocinado por la OMS.

Las negociaciones individuales y el mail rechazando a Pfizer

Así, el Poder Ejecutivo comenzó a negociar de forma individual con las farmacéuticas recién a fines de noviembre, cuando otros países ya habían anunciado acuerdos. Además hubo un primer “no” al consorcio Pfizer/BioNTech que derivó en el cese de un funcionario de confianza política del ministro de Salud Pública, Daniel Salinas. Franco Alaggia, de 26 años y amigo de uno de los hijos del ministro, era el coordinador de Relaciones Internacionales y Cooperación del ministerio y en noviembre envió un mensaje a Pfizer donde decía que Uruguay no estaba interesado en esas vacunas. Días después el presidente retomaba el contacto con ese laboratorio con el que finalmente cerró un acuerdo.

 “¿Qué pasó en noviembre? Luego de este proceso, a finales de octubre y principios de noviembre, la primera vacuna validada por las agencias internacionales, Pfizer/BioNTech, ya estaba en fase 3; incluso, algún país adelantó este proceso con la fase 2”, dijo Delgado ante el Parlamento en enero.

Así, Uruguay apostó a tener los OK regulatorios para empezar a negociar mano a mano, cuando la mayoría de los países comenzó bastante antes. Si bien se arriesgaron a comprar vacunas que luego no fuesen aprobadas por los entes regulatorios internacionales, pero la apuesta les salió bien.

Los contactos con otros laboratorios: Sptunik V

Pfizer o Moderna estaban enfocados en negociar con Estados Unidos y la Unión Europea, que además eran quienes habían invertido en el desarrollo de sus vacunas. Ante eso, muchos países empezaron a buscar caminos alternativos. Por ejemplo, Venezuela, Argentina y Bolivia ya comenzaron a inmunizar a su población con la vacuna Sputnik V proveniente de Rusia mientras que Paraguay recibió un primer lote de 4mil de esas vacunas. Uruguay dialogó con autoridades rusas –el embajador estuvo en Torre Ejecutiva- pero hasta ahora no se ha cerrado ningún acuerdo.

El gobierno de Lacalle Pou rechazó en primera instancia la colaboración ofrecida por el presidente argentino, Alberto Fernández, para hacer gestiones con el Fondo de Inversiones de Rusia para adquirir las vacunas.

Según informó El Observador el 28 de diciembre, a mitad de diciembre el presidente argentino telefoneó al canciller Francisco Bustillo y se puso a disposición para hacer esas gestiones. Tras la llamada de Fernández, Bustillo se comunicó con Lacalle Pou quien, en primera instancia, no consideró el ofrecimiento porque el gobierno trabajaba en otras gestiones. Una semana después, el presidente le dijo a su canciller que aceptara.

Había por esos días muchas dudas con la eficacia de Sputnik, pero finalmente Rusia se anotó un gran triunfo al mostrar que su vacuna era eficaz y segura.

Similares negociaciones establecieron otros países con los productores de otras vacunas: China (que produce tres diferentes), AstraZeneca (dejada de lado en Europa por sus malos primeros resultados clínicos) o Covishield, producida en India con la tecnología de Astrazeneca. Finalmente, Uruguay cerró un acuerdo con Sinovac, uno de los tres laboratorios chinos que producen vacunas. Argentina, por ejemplo, tiene acuerdos con Sputnik, Astrazeneca, Covishield y Sinopharm.

Situación epidemiológica

Uno de los argumentos utilizados por el gobierno para defender su gestión es que otros países que han tenido un buen desempeño en el manejo de la pandemia también demoraron en comenzar a vacunar. Entre esos ejemplos fue considerado el caso de Australia y Nueva Zelanda. “Estamos dando cuenta de la preparación previa. Países exitosos en materia sanitaria en la pandemia como Australia y Nueva Zelanda aún no han comenzado. Fue de prudencia observar y aprender de la experiencia”, escribió Salinas en Twitter el sábado 13.

Más allá de que estos países están en una situación bastante mejor que Uruguay (son islas y apostaron a confinamientos cortos ante la aparición de un caso, una estrategia denominada ZeroCovid), y que ya recibieron los primeros lotes de sus vacunas hace unos días, es cierto que el manejo que Uruguay hizo de la pandemia le permitió tener una ventaja respecto a otros países de la región como Argentina. 

Sin embargo, la contracara de ese éxito es que lo llevó a no ser considerado como una prioridad a la hora de las primeras entregas en el fondo Covax.

En un documento difundido el pasado 3 de febrero, la OMS advertía que uno de los elementos a tener en cuenta en la distribución es la exposición del personal sanitario y como no existe un indicador exacto se tomó en cuenta el índice de mortalidad entre esa población de los últimos 28 días. En esa comparación, aún con la ola de diciembre y enero, Uruguay está mejor parado que otros países, por lo que no fue priorizado por Covax.

Ni muy rico ni muy pobre

Además de la situación epidemiológica, en la escala de países a nivel mundial Uruguay se encuentra a mitad de tabla. No es un país rico con capacidad de producir sus propias vacunas pero tampoco se encuentra entre los más pobres, otro elemento priorizado por la OMS a la hora de distribuir las primeras -y escasas- dosis de Covax.

Países de la región que tienen otra escala, como Brasil o Argentina, sí han encarado el proceso de producir. En el caso del país norteño hizo un acuerdo con el laboratorio chino Sinovac para producir esas vacunas mientras que Argentina, junto con México, están trabajando para producir las de AstraZeneca

Rusia le ofreció al gobierno producir vacunas en suelo nacional, en el marco de una estrategia de internacionalización de la fabricación de su vacuna, pero Uruguay no tiene la infraestructura porque dejó de producir vacunas a fines de la década del 80´

Ensayos clínicos

Otra vía por la cual varios países de la región consiguieron “adelantarse en la fila” para conseguir dosis fue a cambio de realizar pruebas clínicas antes de que las vacunas obtuvieran el ok de los organismos reguladores. Chile, Perú, Argentina, Bolivia y Brasil recorrieron ese camino. Chile, que es tomado como ejemplo por su campaña de vacunación, permitió que Pfizer realizara pruebas en su territorio y eso le permitió tener un acceso prioritario a sus vacunas.

En ese caso, otra vez, el éxito sanitario de Uruguay tuvo su contracara de que no fuera un país atractivo para hacer ensayos clínicos: no había suficiente virus circulando para que las pruebas fuesen efectivas.

Anuncio versus llegada

Otro de los elementos a considerar en las gestiones realizadas por los países de la región es la diferencia de tiempo entre el anuncio y el arribo de vacunas.  Es que la creciente demanda internacional de las dosis también retrasa su llegada.

Argentina recibió las primeras dosis el 24 de diciembre, apenas 12 días después de hacer el anuncio. Brasil, por su parte, recibió el primer lote el 19 de noviembre, pero comenzó a inmunizar a mediados de enero porque recién ahí fue autorizada la vacuna china CoronaVac. Paraguay, un país con un peso relativo similar a Uruguay, anunció el acuerdo por vacunas el 22 de enero y menos de un mes después ya recibió el primer lote, aunque fue de unas 4 mil vacunas.

En Uruguay, cuando las primeras dosis arriben el 25 de febrero, habrá pasado más de un mes desde la conferencia de Lacalle Pou.

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