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Escalera al cielo: el médico uruguayo a quien el Vaticano evaluará nombrar santo

La Iglesia Católica inició el proceso de canonización para Salvador García Pintos
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29 de julio de 2018 a las 05:00

Salvador García Pintos, un médico, político y periodista uruguayo, conocido por ser un gran activista en contra del aborto durante la década del 30, podría convertirse en el primer santo nacido en Uruguay. El cardenal Daniel Sturla inició este miércoles el proceso de canonización, a través del cual se realizará una investigación exhaustiva para reconstruir cómo ha sido su vida. Si ha vivido en función de los valores cristianos, de manera heroica y en caridad. El estudio, que reunirá testimonios y documentación, será enviado a Roma y el papa deberá pronunciarse a favor o en contra de su santidad.

En la familia lo llamaban Papapo y, en la sociedad, sus amigos más íntimos le decían El Centella, justamente porque para muchos fue un hombre que toda su vida emitió gran luminosidad. Vivió una infancia difícil. Su madre murió a causa de una tuberculosis cuando él tenía apenas nueve años, y al poco tiempo su padre, afectado por el fallecimiento de su mujer, también perdió la vida. García Pintos quedó huérfano a los once años y el destino lo separó de sus cinco hermanos. Más adelante, en la vida adulta, él mismo los volvería a reunir.

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Salvador García Pintos

Los talleres Don Bosco fueron su segunda casa. Entró como pupilo y adquirió la enseñanza católica propia de los salesianos. Terminó la escuela allí y luego continuó con la secundaria en el mismo lugar. Creyó tener vocación de sacerdote y se inició en el seminario, hasta que decidió cambiar por la filosofía. Pero ese tampoco fue su último destino. La medicina acabó seduciendo su conocimiento y se especializó, tal vez en honor a su madre, en el tratamiento de la tuberculosis para niños.

Antes de finalizar la carrera el amor se cruzó en su vida cuando, casi por casualidad, conoció a María Esther Baracco, quien todas las tardes pasaba por delante de la facultad de Medicina. Fue su primera y única novia. Contrajeron matrimonio al poco tiempo y formaron una familia numerosa. Vivieron en una gran casa que todavía existe sobre la avenida Agraciada esquina Tapes, calle que posteriormente acabó llevando el nombre del médico: Dr. Salvador García Pintos. "Mi padre murió tan enamorado como el primer día", contó a El Observador Marta García Pintos, la tercera de sus siete hijos. "Fue un marido ejemplar", agregó.

FAMILIA SALVADOR GARCÍA PINTOS

Ante todo, los valores familiares

"Fue un padre excepcional y cariñoso. Siempre dedicaba un tiempo especial para la familia además de ser muy trabajador", explicó su hija, quien hoy tiene 93 años. Ella y su hermana fueron al colegio de Nuestras hermanas alemanas y su cinco hermanos a la Sagrada Familia. Su padre siempre se hacía un hueco para enseñarles francés y caligrafía.

Así también lo recuerda: "Nunca se sentó a comer en la mesa mal vestido, ni con camisas ni con camisetas. Tenía dos sacos especiales para ese momento, uno liviano y otro más abrigado, y cada vez que almorzábamos o cenábamos él se lo ponía". La mesa era una de las cosas que más respetaba y no le gustaba que sus hijos fueran desarreglados, aunque no les exigía que rezaran antes de comer.

"Yo recuerdo que él sí rezaba en silencio, pero a nosotros nunca nos lo impuso. Como familia íbamos a misa los domingos, pero reconozco que mi madre no tenía tanta fe como demostraba él", añade Marta, y destaca que en cada comida su padre "siempre reflexionaba sobre un aprendizaje de compasión por el prójimo".

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La familia tenía una casa de veraneo en La Floresta. De hecho, García Pintos fue uno de las figuras referentes en la creación del balneario, de su club social y de la vida junto a la comunidad. "Él llevaba a mis hermanos a pescar al Arroyo Solís", apunta su hija y detalla que, cada vez que iban, el padre les pedía que fueran en silencio para entrar en conexión con el entorno, porque la naturaleza es reflexiva, recordó.

SALVADOR GARCÍA PINTOS

La nieta de Papapo, hija de Marta, mujer que lleva el mismo nombre que su madre, también mantiene la imagen de un abuelo creativo, alegre y cariñoso. "Inventaba canciones, las tocaba en el piano y todos los primos cantábamos junto a él. También inventaba idiomas y nos pasábamos tardes enteras jugando con él", dijo.

Actividad política y profesional

El aborto fue un tema que posicionó a García Pintos con un rol activo dentro de la sociedad de principios de siglo. En 1933 se despenalizó la interrupción voluntaria del embarazo en Uruguay, y este médico inició una intensa y profunda campaña para conseguir que volviera a ser un delito penado por la Constitución.

"Recuerdo el escritorio de papá lleno de libros de otros países, estudiaba el Código Penal de diferentes lugares para saber cómo legislaban. Leía todo y lo pasaba a máquina para después estudiarlo", dice su hija, quien destaca, además, el mérito que significaba ese trabajo en una época diferente a la actual, donde "un botón ya te entrega toda la información procesada en un segundo". Cuatro años más tarde, el aborto volvió a tipificarse como delito.

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Para la década del 40, García Pintos formalizó su actividad política y comenzó a trabajar dentro del Parlamento como diputado de la Unión Cívica. En simultáneo, junto con otros religiosos, creó el Círculo Católico de Obreros, mutualista que, más adelante, también presidió. Asimismo, se desempeñó como periodista en algunos periódicos que hoy ya no existen más, como El Bien Público, y la antigua Radio Jackson, que más adelante se convertiría en la emisora Sarandí.


García Pintos nunca se desentendió de la medicina. "Su recetario decía médico especialista en corazón y pulmones, porque en esa época las especialidades aún no llevaban un nombre formal. Pero se dedicó a atender a los niños", cuenta Marta.

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Su trabajo no se limitó únicamente a la clínica o el consultorio. Papapo atendía a todo aquel vecino que tocara el timbre de su casa. "Recuerdo un día que él estaba enfermo, y era de madrugada, como las tres o las cuatro, y tocaron la puerta. Mi padre se levantó como si fueran las ocho de mañana, se arregló y atendió al paciente. Venían de muchos barrios a verlo", recuerda la hija, quien detalló que, incluso, su padre no cobraba por las consultas en su domicilio. Cuando murió, dijo, el dolor del barrio fue inmenso. García Pintos falleció ahogado una tarde de pesca en el mar con amigos, cuando una ola volcó la pequeña barca. Uno llegó nadando hasta la orilla, otro pudo sujetarse de las maderas, pero El Centella no consiguió sobrevivir.

"Recuerdo que las señoras pasaban por la vereda de mi casa y si me veían en la puerta me comentaban ¡Tu padre fue un verdadero Santo!, pero claro, yo creí que lo decían porque colaboraba con ellos, pero ahora podríamos darle otro significado", añadió Marta.

El don de hacer milagros

En la familia García Pintos hubo un acontecimiento que motivó a los nietos a solicitar que la Iglesia iniciara el proceso de canonización: el don de hacer milagros. Cuando la familia tomó conocimiento de los sucesos, la primera reacción fue mantenerlo oculto. "La verdad es que ninguno de los hijos quisimos que se supiera, ni que la gente comentara sobre la situación", recuerda Marta. Pero los nietos tomaron la posta. "En un momento los casos comenzaron a suceder con mayor frecuencia y pensamos que tal vez había un mensaje para interpretar dentro todo esto", dijo su nieta. "Creímos que lo mejor era investigarlo", añadió.

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"Al tiempo de haber fallecido papá, una mujer quiso verme porque tenía algo importante que decir", dijo su hija. Esa señora se reunió con Marta y le contó que estaba enferma. Le habían diagnosticado un tumor en el útero. "La mujer era muy religiosa y por pudor nunca quiso que la examinaran ni que le hicieran ningún tipo de intervención. Solo accedió a una ecografía. Cuando vieron lo que tenía, los médicos dijeron que había que operar de urgencia. Ella pidió un par de días para ir a visitar a un amigo", recuerda Marta sobre el comienzo de la historia.

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La mujer enferma se fue con un grupo de personas a la estancia La Aurora, en Salto, donde se encuentra la Gruta del Padre Pío, un lugar popularmente famoso por la aparición de seres luminosos. Cuando regresó a Montevideo, dijo Marta, la señora se hizo otro estudio y el tumor ya no estaba. "Los médicos estaban sorprendidos porque incluso veían cicatrices. Y le decían, pero oiga, usted se fue a operar a otro lado. Y la señora negó todo. Lo único que había hecho había sido invocar a mi padre en la estancia", contó su hija.

Hasta ese momento nadie sabía quién era ese ser de luz que concedía curaciones. Más adelante otras personas manifestaron haber superado ciertas patologías gracias a la energía que les pasaba el espíritu de García Pintos, pero desconocían si era un cura o un extranjero, no sabían su nombre y nadie tenía claro quién era ese ser. Hasta que, un día, uno de los enfermos entró al Círculo Católico y vio una foto de García Pintos. "Enseguida se dieron cuenta de que el hombre de la foto era el mismo ser que aparecía en la Aurora. Y preguntaron sobre él, indagaron y llegaron a la familia", añadió.

Marta dijo que ella nunca quiso creer que eso fuera cierto. "Yo vi que la mujer tenía cicatrices. Pero para mi fe era raro convencerme de que eso era cierto. Mantuvimos el secreto durante años, yo no quise nunca que se supiera", agregó. Pero los nieto siguieron investigando y encontraron más personas que confiesan haber sido curados por la energía de la apariciones de García Pintos en la Aurora. No por casualidad, se llamaba Salvador.

El tribunal religioso que investiga la canonización ha solicitado a quienes hayan recibido la gracia de este médico que se comuniquen con la Iglesia católica uruguaya o escriban un correo electrónico a: [email protected]

"Es muy conmovedor esto para toda la familia. Lo recibimos con expectativa pero sin echar campanas al viento. Si es para gloria de Dios y bien de la Iglesia, ojalá salga adelante, y si no, será un lindo recuerdo para la Iglesia uruguaya", dijo Marta, la hija de Papapo.


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