Esperanza para Argentina

La cómoda mayoría alcanzada por el gobierno del presidente Mauricio Macri en todo el país, en las primarias del domingo, le confirma a Argentina una sólida esperanza de recuperación luego de 12 años de corrupción e incompetencia del kirchnerismo. Fracasaron los vaticinios de las encuestas de que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner ganaría con amplia ventaja la crucial provincia de Buenos Aires y mantendría fuerza en otras provincias. En Buenos Aires, con casi 40% del caudal electoral del país, ni siquiera logró igualar 35% del desacreditado Aníbal Fernández cuando fue derrotado por la actual gobernadora María Eugenia Vidal en 2015. Se produjo un empate técnico entre Cristina y su rival oficialista para la candidatura al Senado, que se definirá recién en el escrutinio definitivo.

En las candidaturas para diputados en esa provincia, el macrismo superó por más de dos puntos porcentuales al kirchnerismo. En el resto del país, la coalición gubernamental Cambiemos desalojó al kirchnerismo de bastiones tradicionales, no solo en las demás provincias principales sino hasta en el feudo familiar de Santa Cruz. De especial impacto fue la arrolladora victoria de Elisa Carrió en la ciudad de Buenos Aires sobre el candidato kirchnerista, resultado que reconoció los largos años de lucha de esa abanderada de la rectitud contra la corrupción que desvalijó el país.

La votación no fue estrictamente una elección primaria, ya que en muy pocos casos hubo competencia entre candidatos de un mismo partido. Se trató más bien de un ensayo general para las legislativas de octubre, en la que los sufragios se traducirán en bancas de senadores y diputados. La meta del gobierno de reducir la actual mayoría opositora en el Congreso se acercó con los resultados del domingo, especialmente si en los próximos dos meses se acentúan los nacientes efectos de las políticas de Macri para reparar el deterioro kirchnerista y poner al país en la ruta del desarrollo. Macri heredó de Fernández una economía destrozada, con un Banco Central vaciado, al borde de una crisis en el balance de pagos, con un tercio de la población bajo el nivel de pobreza y asolado por niveles pavorosos de corrupción.

Con Argentina al borde del colapso, Macri y su equipo se vieron forzados a introducir drásticas reformas, muchas de ellas con alto costo social, como la aguda suba de las tarifas de servicios públicos que el kirchnerismo subsidiaba artificialmente. Pero el complejo ordenamiento de la economía, incluyendo bajar en más de un tercio una inflación que superaba el 30%, parece estar empezando a dar frutos, reflejados en el sorpresivo respaldo popular alcanzado por el gobierno. El resultado, por otra parte, debilita agudamente al kirchnerismo, facción populista del peronismo que gira en forma exclusiva en torno a la expresidenta. Su personalismo ha conducido incluso a una división del otrora todopoderoso movimiento creado por Juan Perón a mediados del siglo pasado. El domingo votó dividido en por lo menos tres facciones, de donde probablemente surgirá en el futuro cercano un reacomodo de liderazgos en busca de restablecer el poderío perdido bajo la gestión del matrimonio Kirchner. Entre tanto, a Macri y sus aliados se les ha despejado el camino para llevar adelante programas ordenados y responsables para restablecer el clima favorable a la inversión, la capacidad productiva y el desarrollo global del país.