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Expertos advierten gravedad de que niños víctimas de abuso sean interrogados varias veces

Psiquiatras y psicólogos especializados en niños y adolescentes sostienen que en los últimos años han aumentado las falsas denuncias
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02 de enero de 2019 a las 05:02

La decisión de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) de volver a procesar a un padre de la ciudad de Piriápolis (Maldonado) por un presunto abuso sexual a su hijo de seis años dejó en evidencia, a los ojos de especialistas, algunas fallas a la hora de tomar el testimonio a los niños.

Psiquiatras y psicólogos infantiles consultados por El Observador concuerdan en lo perjudicial de someter a un niño supuestamente abusado a múltiples entrevistas –como ocurrió en este caso–, y a que sea interrogado por alguien cercano a la familia –como la niñera– que, al mismo tiempo, induzca al menor con preguntas “sugestivas” que contribuyan a construir un episodio de abuso, como también ocurrió en esta oportunidad.

A su vez, los expertos sostuvieron que en los últimos años han crecido los casos con falsos relatos de abusos, al igual que la tendencia de algunos operadores jurídicos de confiar de inmediato en la veracidad del discurso de los menores. 

Eso fue lo que observó el Tribunal de Apelaciones de tercer turno en octubre de 2017, cuando decretó que Humberto Cabrera fuera liberado luego de pasar más de 14 meses de prisión acusado de cometer "reiterados delitos de atentado violento al pudor". Los ministros, por unanimidad, señalaron que la grabación que presentó la niñera en la Justicia, considerada “la prueba fundamental” de la causa, estaba viciada, porque el niño fue “guiado” por la mujer en las preguntas que le realizó. 

Sin embargo, al confirmar el procesamiento resuelto en primera instancia, la Suprema Corte tuvo en cuenta que la declaración del niño "fue espontánea y clara al relatar los hechos de abuso sufridos", que se enmarcó "mediante un lenguaje apropiado a su edad, sin rastros de estar aprendiendo un discurso aprendido". Agregó que "un perito del Poder Judicial entrenado especialmente para detectar relatos infantiles inducidos en materia de abuso sexual, validó el relato del niño, el que resultó coherente", y que también el niño relató espontáneamente en el colegio al que asistía "los hechos que estaba viviendo en el hogar".

Varias entrevistas

Sin opinar sobre el caso, los expertos consultados señalaron como un defecto del proceso que un niño sea interrogado muchas veces y por diferentes actores. El hijo de Cabrera, tal como lo relata la SCJ en su fallo divulgado esta semana, fue interrogado por el juez la causa -en presencia del fiscal y de la defensa del padre-, por la psicóloga de la escuela y por un perito psicólogo del Poder Judicial, instancias en la que el menor repitió su versión.

Eso, para el máximo órgano de la Justicia, demuestra que si el niño actuó bajo los efectos de la inducción en el diálogo con la niñera, no pudo también haberlo hecho en las otras ocasiones. "Analizamos, como siempre, el conjunto global de las pruebas, y que la víctima exteriorizó varias veces lo que le había sucedido", dijo a El Observador Graciela Gatti, ministra suplente de la SCJ, una de las tres magistradas que votó a favor de procesar de nuevo a Cabrera, junto a los ministros Jorge Chediak y Bernadette Minvielle. 

Sin embargo, para Miguel Cherro, psiquiatra de niños y adolescentes y asesor en la materia del Poder Judicial en la implementación del nuevo Código del Proceso Penal, ese argumento, más que probar la fidelidad del testimonio, demuestra que se siguió un método defectuoso.  “Eso que hicieron hoy estaría mal, porque no es lo correcto y no es lo que sirve como fundamento de prueba”, sostuvo el experto.

Entre las nuevas normas del proceso penal, se definió que tanto las víctimas de delitos sexuales como aquellas menores de 18 años, deben dar su testimonio por una única vez “ante un funcionario especializado y sin la presencia las partes”.

Para ello, la ley prevé que el interrogatorio se haga en una cámara Gesell, como las que hay en Montevideo en los juzgados de las calles Rondeau y Bartolomé Mitre: un cubículo donde la víctima dialoga a solas con un perito y, a través de vidrios polarizados, el juez y las partes de la causa –fiscales y abogados– observan la entrevista. Y además, aparte de quedar filmado todo el interrogatorio, quienes miran de afuera pueden sugerirle preguntas al entrevistador.

De todos modos, Gatti aseguró que esa norma "no está pensada desde un punto de vista de fuerza convictiva", sino que se creó para evitar la revictimización a que son expuestos los menores cuando se los interroga muchas veces sobre un episodio traumático. 

Pero Cherro, que también reconoció ese punto, insistió en la importancia de la forma de entrevistar a los menores: “No es aconsejable para nada, está contraindicado, que el niño sea interrogado por un policía o incluso por familiares que pretenden ayudar a desentrañar la situación: el niño tiene que ser entrevistado por un experto y una sola vez", dijo.

Aumento de denuncias y tendencia

Aunque los expertos saben que los niños no inventan cuando relatan que fueron abusados, la tarea para determinar si lo que los menores cuentan es cierto o si fueron inducidos por adultos interesados es muy compleja.

“No es que el niño mienta, porque ellos creen en lo que están diciendo, pero no siempre lo que ellos creen es cierto”, opinó el psiquiatra Roberto Mosera, exdirector del Departamento Médico Criminológico del Instituto Técnico Forense. “Y es cierto que a veces son inducidos, eso pasa, y es un problema serio al que tiene que enfrentarse el perito”, agregó.

Para determinar si hay una realidad detrás de las palabras de las víctimas, hay varias técnicas: además de la entrevista tradicional, también se pueden hacer “valoraciones psicodiagnósticas” que se desprenden de “tests psicológicos, o proyectivos”, entre otros.

Por otra parte, para entender de qué modo se puede inducir a error a un niño,  la psiquiatra infantil Laura Viola, docente y exgrado cinco y directora de la cátedra de Psiquiatría Pediátrica de la Universidad de la República, puso de ejemplo que “si se le pregunta si vio a Papá Noel hay que dejarlo que hable, y no preguntarle de forma que aumente los detalles, si Papa Noel tenía un gorro, y si era rojo, porque como el niño está complacido por la atención, no va a parar de hablar”, afirmó.

Cherro añadió que, también, “hay una serie de elementos técnicos y semiológicos” que los expertos detectan aunque prefirió no exponerlos para evitar alertar "a personas mal intencionados acerca de cómo aleccionar al niño para que su relato parezca verdadero”.

Y esas situaciones, según comparten los profesionales –a excepción de Mosera–, han aumentado en los últimos 20 años, algo que es parte del fenómeno de la “oleada” de denuncias que hay actualmente, según dijo Viola, quien recuerda que la sociedad, hoy, está más dispuesta a llevar a la Justicia los delitos sexuales que años atrás.

“Se ha negado durante tanto tiempo el abuso en general, así como el maltrato a la mujer, que ahora, después de la oleada, todo es abuso: y en este sentido hay una tendencia a tomar más en cuenta la palabra del niño y a negar la defensa de los adultos”, dijo la especialista. Cherro coincidió.

El psiquiatra sostuvo que últimamente “los jueces se han enfrentado a varios casos de disolución de parejas, en las que hay de por medio estas falsas denuncias”, y eso ha obligado a los peritos a “extremar las medidas diagnósticas para detectar” las inducciones.

“Pasamos del rechazo, la negación de las situaciones, a una exageración de la cantidad de denuncias”, dijo Cherro.

En ese sentido, los expertos están de acuerdo con Silvana Giachero, psicóloga especializada en bullying y acoso laboral, que advirtió en su cuenta de Facebook la semana pasada, a propósito del caso de Cabrera, que le daba “miedo que en estos temas por su sensibilidad y los movimientos últimos se termine con una persona en prisión sin pruebas porque hay que creerle a los niños”, cuando en la Justicia prima el principio de la inocencia hasta que haya pruebas que demuestren lo contrario.

“Estoy totalmente de acuerdo”, dijo Viola. “Porque se tiende a validar el discurso del niño en vez de evaluar en forma objetiva: ese es el problema que hemos identificado desde hace mucho tiempo, y por eso tenemos que ser muy estrictos, porque que no se tome en cuenta el relato de un niño que fue abusado es igual de grave que el hecho de que no lo haya sido y lo hagan sufrir haciéndole creer que lo fue”, concluyó.

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