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Formiliano, el mejor defensa del fútbol uruguayo y la anécdota de los vasos
La seriedad es la gran característica que representa a Fabricio Formiliano, un futbolista que comenzó desde muy joven a jugar en la Primera división de Danubio, por lo que hoy pueden pensar que representa más de los 25 años que tiene.
Por eso sorprendió a todos cuando en plena pretemporada en el invierno pasado con Peñarol, en el día libre que tenía todo el plantel junto al cuerpo técnico, organizó solito una broma.
Era una jornada de calor en este tiempo tan cambiante. Pese a que el calendario decía que era invierno, esa noche establecía temperaturas de febrero.
Tito, como lo conocen todos en el plantel, tomó un rollo de papel film y envolvió cuatro vasos de vidrio sin que lo viera nadie. Los dejó encima de la mesa y se fue.
Al rato, el primero que apareció fue “El Pelle”, el utilero aurinegro y se fue a servir una cerveza helada.
Cuando fue a volcar el líquido en el vaso, no se dio cuenta del papel film transparente y, obviamente, todo se volcó. Pero la transparencia del mismo era tan grande y la luz tan tenue, que tuvo que mirar más de una vez el vaso para ver por qué la cerveza no entraba.
Por supuesto que las carcajadas se multiplicaron en aquella habitación.
Esa es una faceta extraña en Tito Formiliano, “un futbolista de 24 horas”, según lo definió para Referí un allegado.
Consulten a quien consulten, las referencias son extremadamente recurrentes y hablan muy bien del elegido mejor defensa en la encuesta de Fútbolx100 que realizó Referí tras concluir el Campeonato Uruguayo 2018.
“Es un ejemplo de profesional, es muy humilde, muy callado, de perfil muy bajo, sencillo, pero de gran rendimiento”. Todos coinciden en ello.
Daniel Sánchez fue quien lo hizo debutar en la Primera División cuando dirigió a Danubio. Aquel 21 de agosto de 2011, con solo 18 años, ingresó en los minutos de adicion en el partido que le ganaron de visitantes a Rentistas 1-0.
“Era de hablar poco, pero cuando hablaba, hablaba. Era de esos muchachos que por más jóvenes que fueran, todos se reunían a escucharlo”, recordó para Referí el propio Sánchez.
De a poco fue creciendo y ganándose un lugar entre los titulares. Aquel chiquilín que había llegado desde Salto y había realizado todas las inferiores en los de la Curva, sería decisivo para lograr el Campeonato Uruguayo 2013-2014.
Wanderers había ganado la Tabla Anual y se jugaba la definición del Campeonato Uruguayo en el Franzini. Si ganaban los bohemios, eran campeones por primera vez en el profesionalismo.
Pero goleó Danubio 3-0 con un tanto de Formiliano, quien le pegó desde el piso.
Llegaron las finales (0-0 y 2-2 en la hora con aquel gol de Camilo Mayada en el minuto 118 en pleno alargue) y le tocó patear un penal en la definición. Debe haber sido su peor momento en una cancha, porque se lo atajaron. Pero un par de remates después, se coronaron campeones uruguayos y allí se olvidó de todo.
Llegó a la selección sub 17, luego a la sub 20 y posteriormente, fue nada menos que el capitán del campeón panamericano de 2015 con Fabián Coito como entrenador.
En el partido contra Rampla del pasado Clausura, se fracturó el tercer metacarpiano de su mano derecha. El médico le dijo que se debería operar y él le preguntó cuánto tardaba la recuperación. Cuando se enteró que era un tiempo, le dijo que postergara la intervención quirúrgica porque quería disputar el clásico de ese torneo.
Entonces jugó todos los partidos trascendentes: Nacional, Progreso, Defensor Sporting –para ganar la Anual– y el del título contra los tricolores otra vez. Entre la lesión y el último partido pasó más de un mes. Se aguantó.
“Es el cerebro más rápido del fútbol uruguayo. Extremadamente inteligente. Vale más un cerebro rápido que un músculo rápido”, le comentó a Referí el profesor Alejandro Valenzuela, quien lo había tenido en Danubio y hoy lo hace en Peñarol.
