El exfutbolista argentino Federico Domínguez, brindó una entrevista este domingo en el diario La Nación de Argentina y allí se refirió entre muchas cosas, al fútbol uruguayo.
Domínguez estuvo con su hermano Eduardo integrando el cuerpo técnico de Nacional desde enero de 2019.
Como jugador, antes de su retiro, jugó entre otros clubes, en Deportivo Maldonado y luego en Atenas de San Carlos y Wanderers.
En la entrevista, Domínguez habló del ya famoso vestuario de Belvedere en el que se cambió Luis Suárez cuando jugó Nacional allí como visitante.
"(Jugué en Deportivo Maldonado) en la B de Uruguay, sí. El acuerdo fue 'páguenme el colegio de mis hijas y voy'. Listo. Yo vivía ahí. Y no me entrenaba, porque estaba muy mal de la rodilla y de la cadera, pero me daba el gusto y jugaba de doble cinco, sin tanto recorrido", expresó.
Y luego agregó: "Ahí conocí el verdadero fútbol uruguayo: la cancha de Liverpool, que hace poco la mostraron cuando fue a jugar Luis Suárez, era Wembley al lado de dónde jugábamos. Es increíble que con la poca infraestructura que tiene, Uruguay saque tantos jugadores brillantes. Hay mucho deseo de superación y de convertirse en un Suárez o en un Cavani".
También habló de su pasaje por Atenas de San Carlos.
"Atenas de San Carlos, el clásico de Maldonado. Jugué tres meses en cada equipo, ya te digo, para sacarme las ganas. No me entrenaba y jugaba ahí en el medio, mi fuerte era la pelota parada. Conocí el fútbol uruguayo en su entraña y me saqué las ganas de jugar un poco más. Ahí lo tuve a Edgardo Arias de técnico, uno de los entrenadores más ganadores de la B de Uruguay, y me invitó a ser su ayudante y, como me gustaba su mirada, arranqué. Ya tenía el carnet de técnico".
A su vez, se refirió a su retiro como futbolista que se dio justamente en Uruguay.
"El día más triste fue cuando dejé de jugar, en Wanderers. Fue contra Nacional, en el Centenario. No elegí cualquier rival ni cualquier escenario ni cualquier día: fue el 27 de noviembre de 2011. Y yo había debutado también un 27 de noviembre, pero de 1993. Eso sí fue de casualidad. El técnico era Daniel Carreño, un tipo muy humano, parecido a Borghi".
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