Para Mazzoti esto se debe a que en el interior –y sobretodo en localidades pequeñas-, pautas culturales que justifican la violencia del hombre hacia la mujer que están "más arraigadas" y dijo que "es sociológicamente comprensible que el cambio cultural en las zonas más alejadas de los centros de producción cultural y de análisis, sea más lento". Asimismo, la responsable de Inmujeres admitió que si bien el Mides tienen 29 equipos de psicólogos y abogados que atienden en todo el país ofreciendo apoyo a víctimas de violencia de género, este trabajo se concentra sobre todo en las capitales departamentales, y no en las localidades, donde la atención a esta problemática "es más nueva".
"Creo que han surgido muchos femicidios en pequeñas localidades, no hay una conciencia fuerte sobre el tema y entonces las redes que existen no trabajan la violencia de género, no hablan de esto, porque lo ven como un problema privado de las familias", explicó. Entre esas redes se encuentra la policlínica de la zona, la escuela, el Caif o del centro cultural del Municipio, quienes frecuentemente detectan los casos de violencia y guían a las mujeres para que puedan denunciar si son víctimas de violencia de doméstica, al tiempo que educan a la comunidad sobre la temática para prevenir que se generen relaciones violentas.
Mazzoti dijo que es necesario "seguir profundizando" el trabajo en las localidades, un punto en que se enfocará el Ministerio, agregó. La directora de Inmujeres dijo que hasta ahora el tema ha sido abordado "en cascada", primero en la zona metropolitana, luego en las capitales departamentales y después en las ciudades pequeñas y pueblos del país.
En el mismo sentido, la dirigente de la Red Uruguaya de Lucha contra la Violencia Doméstica y Sexual, Andrea Tuana, dijo a El Observador, que además de que la presencia del Estado en este tema es menor en el interior que en la capital, también existe una carencia en cuanto a las organizaciones civiles que abordan la violencia de género. "Las organizaciones están, pero son nuevas, más chicas, y prácticamente no tienen recursos –los cuales son muy importantes para generar acciones-, porque recursos están centrados en la capital".
"Es importante que se puedan extender el trabajo de movilización social, o a nivel de comunicación en comisiones de vecinos, porque cuando eso no está, el tema queda en el orden de lo que pasa en la vida privada y hay más chances de que sucedan femicidios".
Mientras la Policía todavía buscaba a Bentancur en la extensa zona de campo y montes nativo donde se ocultó durante cinco días, los comentarios que recordaban al doble homicida como un hombre "tranquilo" y "trabajador" no se hicieron esperar.
Además de los comentarios de su hermano, Mauricio Bentancur, quien lo describió como una "muy buena persona", tranquila, tímida, que no fuma, toma alcohol ni consume drogas, y el alcalde de Quebracho, Mario Bandera, como "un muchacho de bien, de pocas palabras", varias personas en redes sociales comenzaron a deslizar rumores sobre su ex pareja, y aunque aclaran que no lo justifican, sí entienden que corresponde aclarar en qué contexto se produjo el hecho.
Tuana dijo que le llamó "mucho" la atención esta reacción. "Hay una construcción de ese asesino que de alguna manera lo está mostrando como alguien que se desbordó porque esta señora lo abandonó. Hubo una suerte de quererse una ponerse en el lugar del hombre".
Para la activista, esto demuestra que "hay más naturalización (de la violencia doméstica) en el interior, y una "persistencia de una mentalidad controladora y machista".
Por su parte, Mazzoti dijo que "sin juzgar a una población", es necesario "reflexionar" si no se está "defendiendo lo indefendible". "Esas pautas culturales se expresaron de esa manera en Quebracho", concluyó.
Aunque ahora los femicidios tienen un rol preponderante en la agenda de los medios, lo cierto es que el número de mujeres que son asesinadas por razones de género se ha mantenido de forma más o menos estable en el entorno de las 30 muertes al año, señalaron Mazzoti y Tuana. Según datos del Ministerio del Interior, en 2017 hubo 29 femicidios, en 2016 24 y en 2015 también 29. En 2010, por ejemplo, fueron asesinadas 33 mujeres, según contó Tuana.
Esto ocurre a pesar de que se incorporaron tobilleras electrónicas, se capacitó a la Policía y a los operadores de la Justicia, y se aumentó el trabajo de detección de casos y de prevención en todo el país a través de las acciones del Inmujeres.
Entonces: ¿por qué no bajó el número de femicidios? Para Tuana esto se debe a que si bien se mejoró el sistema de respuesta, no se trabajó de la misma forma en tratar de cambiar las pautas culturales, lo que se logra a través de la educación.
Mazzoti, en tanto, dijo que si bien el número de muertes se ha mantenido estable, cambió la forma en la que se produce el femicidio. Si antes lo más frecuente era que las asesinadas hayan sido mujeres que habían tenido un largo historial de violencia junto a su pareja, hoy se está con mayor frecuencia que las asesinadas sean mujeres que "asumen su libertad" y cortan la relación con su agresor. De hecho, de los nueve casos de femicidio ocurridos en lo que va de 2018, en cuatro las víctimas fueron ex parejas y en uno –el de Quebracho-, la madre de la ex pareja.
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