Y no de los que habitualmente ocurren en el país trasandino. Este es de naturaleza social y política. Desde la restauración democrática en 1990 y bajo seis gobiernos de la Concertación (Demócrata Cristiana y Partido Socialista) y dos de la centroderecha con Sebastián Piñera, Chile se convirtió en la “niña bonita” de América Latina por su fuerte crecimiento e incluso por su crecimiento per cápita. Ingresó a la OCDE, firmó tratados de libre comercio con más de 40 países, fue puesto como ejemplo de apertura y dinamismo económico. Sin embargo, y pese a ello, el terremoto se viene gestando desde hace tiempo. El movimiento de las placas tectónicas se manifestó con fuerza en octubre de 2019 y nuevamente la semana pasada en la elección de los miembros para instalar una convención constituyente encargada de redactar una nueva constitución desde cero.
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