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22 de octubre 2022 - 5:04hs

Durante su etapa de futbolista, José Luis Pintos Saldanha fue campeón de América y del Mundo con Nacional, y campeón de América y mundialista con la selección uruguaya. Hoy, con 58 años de edad, sobrevive desde hace 23 en Estados Unidos, donde trabajó de pintor, de pizzero y actualmente es repartidor de pan.

Habla sin tapujos de su carrera deportiva y de su vida desenfrenada. Cuenta que le gustaba disfrutar de las noches y que en cierta oportunidad salieron de correrías junto a Fabián O’Neill y gastaron US$ 8.000.

Pintos Saldanha junto a Cardaccio, festejando la Intercontinental 1988

Marcó a Diego Maradona, a Romario, a Emilio Butragueño y en el Mundial de 1990 le dio tantas patadas al italiano Roberto Baggio, que tuvo que salir en el segundo tiempo.

De Artigas al mundo

Pintos Saldanha nació en Artigas, una cuna de grandes cracks futbolísticos. Su barra de amigos jugaba al fútbol en Rampla, el cuadro del barrio. Y ahí empezó él también, pero su padre, que vendía quiniela en el centro, conocía a mucha gente y le consiguió para ir al San Eugenio.

“Iba a la escuela y todos mis amigos, que eran como 15, jugaban en Rampla, menos yo. Entonces lo que hacía era practicar en Rampla y jugar en San Eugenio. Tuve cada lío con mi padre porque el técnico le decía que yo no iba a practicar. Pero yo lo hacía en el barrio. A veces me tenía que ir en bicicleta hasta la cancha de San Eugenio y para ahorrarme el viaje me quedaba en Rampla”, explicó.

El Chango, apodo que le quedó de sus noches de parranda, aún mantiene contacto con sus amigos artiguenses: “Me llaman y hasta plata me mandaron. La otra vez estaban todos en Florianópolis y me llamaron”, recordó.

En un clásico, Saldanha marcando a Alzamendi

A los 15 años viajó a Montevideo para incorporarse a Nacional y sufrió bastante el desarraigo, pese a que siempre fue fanático de los tricolores.

Eugenio “Pato” Galvalisi lo vio en un partido en Tacuarembó y lo llevó al Parque Central; a él y a otro compañero de Artigas. “Yo lloraba de noche, me quería ir; en Artigas vivía pescando, cazando con mis amigos. Vivía en un barrio concurrido y nos quedábamos afuera hasta las 12 de la noche. La joda que teníamos era pelearnos. Todo eso extrañaba cuando me fui a Montevideo”, narró.

Se puso feliz cuando le dijeron que iba a volver a su casa porque “el otro muchacho de Artigas era más técnico que yo, le pegaba bien a la pelota, jugaba mejor. Yo era rápido, pero más guerrero. Hasta que Masnik me probó de lateral y me quedé”, recordó.

Durante 10 años vivió en el Parque Central, debajo de la tribuna principal, donde el club tenía la residencia para los juveniles. “Me tuvieron que correr. Estaba en Primera y seguía viviendo ahí. Estaban Wilmar, Campaña, Perdomo, Tony Gómez, el salteño Olivera, Baeque…”.

El Chango en un plantel de Uruguay de 1991

Juan Masnik dirigió a Nacional en 1982 y fue el entrenador que probó al Chango de lateral. “Calcé ahí, yo era derecho, me puso de lateral izquierdo y jugué igual. Lo que pasa es que era rapidísimo, entonces un puntero de la mitad de la cancha al arco me tenía que pasar tres veces. Si no lo agarraba lo cagaba a patadas. Al no saber marcar, era medio asesino y los pisaba todo”.

El apoyo del entrenador y de los compañeros, fue un respaldo clave en su carrera. “Había ocho o nueve que jugamos juntos en Cuarta y en Tercera. Aprendimos a vivir ahí, nos dábamos manija. Me acuerdo que los rivales siempre agarraban de carnada al salteño Olivera porque era rapidísimo, le pegaban. Le decía, vos jugá tranquilo que si te pegan, yo voy les pego. Nos defendíamos entre nosotros”.

“Alguna escapadita”

“Yo tuve suerte con los grupos. En la selección también había un grupo bueno. Mirá que siempre me mandaba alguna cagada y me cuidaban. Me preguntaban si había hecho algo”, dijo el Chango y agregó: “Alguna escapadita de la concentración me mandaba, pero eran escapadas suaves”.

Pintos Saldanha ganó varios títulos en Nacional, entre ellos los últimos internacionales del club: Copa Libertadores 1988, Copa Intercontinental 1988, Recopa Interamericana 1988 y Recopa Sudamericana 1989.

“En el 88 íbamos un poco lejos en el Campeonato Uruguayo (fue campeón Danubio; Nacional se ubicó 7°) y se armó un grupo impresionante para la Copa. El Hugo (De León) y el Vasco (Ostolaza) me decían, ‘Chango, quedate en tu casa’, porque todos sabían que me gustaba salir. A veces me acompañaban a mi casa como si fueran un patrullero”.

Luego de las finales contra Newell’s por la Libertadores, Nacional viajó a Japón para jugar la final del Mundo contra PSV Eindhoven de Holanda.

nacional.uy Pintos Saldanha, hace unos años

“Fue impresionante, desde que llegamos. En una comida los locos (los holandeses) presentaron un álbum de ellos con la referencia de cada jugador y nos regalaron una máquina de afeitar que en Uruguay salió 20 años después. Estaba impresionado con el regalo. El álbum que nos dieron decía todo del PSV. Estaba Romario y tenían como ocho o nueve jugadores de la selección de Holanda. Pero nosotros no nos achicamos, porque a veces pueden tener un mejor equipo pero en la cancha cambia la cosa. Con un grupo bueno como el nuestro, que no se entregaba con nada. Entrábamos a la cancha y nos olvidábamos de todo, corríamos parejo y metíamos todos para adelante”.

Nacional ganó en una definición por penales de infarto. Remataron los 10 jugadores de campo. El Chango tuvo el título en sus pies antes que Tony Gómez, pero reventó el travesaño: “Lo más lindo es que yo nunca imaginé que iba a patear un penal. Siempre entrenaba con una pelota de arena para sacar los ‘outball’, hacía abdominales, tiraba centros, pero jamás me puse a tirar penales porque sabía que nunca me iba a tocar. En la final de Japón estaban designados los primeros cinco y después el grupo y Saúl Rivero preguntaban quién estaba bien. Yo levanté la mano y fui. Le pegué al medio, fuerte y se me levantó un poco la pelota”.

Rivero era el ayudante del técnico Roberto Fleitas, quien después de designar a los primeros cinco rematadores, se fue al vestuario. “Todos querían que yo hiciera el penal, el Hugo, el Vasco, todos, porque yo era un hijo de puta, en el sentido de joder y eso. Cualquier joda que había siempre estaba el Chango. ‘Por el bien de todos ojalá que lo haga el Chango’, decían. Con los años, en alguna comida, en vez de preguntarme por un gol que salvé o por el puntero que borré de la cancha, me preguntaban por ese penal que erré. Hasta que empecé a contestar en joda, ‘la piqué y pegó en el palo’ les decía. Pero, ¡qué la voy a picar!”.

Ruben Sosa, Pintos Saldanha y el preparador físico Atilio García

El autor del penal decisivo, después de las atajadas de Jorge Seré, fue su amigo Tony Gómez. “Con él hicimos todas las inferiores juntos, vivimos en el Parque, eramos como hermanos. Alquilamos un apartamento en Jacinto Vera, él en el piso de arriba y yo abajo. Cuando hacíamos alguna cagada, Tony me nombraba a mí y él se salvaba siempre”.

Los últimos dos títulos importantes que ganó Nacional en el ámbito internacional sirvieron para que Pintos Saldanha y sus compañeros embolsaran US$  6.000, además de la cuota parte del auto que ganó Santiago Ostolaza por haber sido el mejor jugador del partido en la Intercontinental. El Chango recordó que el grupo estaba tan unido en aquel momento que hasta le pagaron los pasajes a Héctor Molina y Mario López, quienes no iban a integrar la delegación.

También contó que les habían recomendado que no salieran del hotel en Tokio porque era peligroso. “Nos quedamos ahí, yo tenía una botella de whisky escondida y tomábamos en la pieza entre nosotros. Después si, festejamos durante cinco meses en los boliches de Montevideo”.

Italia 90 y el adiós a Nacional

Además de ganar la Copa América de 1987 con la selección, Pintos Saldanha fue mundialista en Italia 1990. “Me habían dicho que yo iba a jugar contra Corea, pero el Paco (Casal) estaba por vender al Pepe Herrera (al Cágliari) y como no había andado bien contra Bélgica, volvieron a ponerlo a él y me cocinaron”, expresó.

En octavos de final el Chango fue titular contra Italia, donde le tocó marcar (y algo más) a Roberto Baggio en su esplendor. “Era un fenómeno, pero le pegué cada patada que en el segundo tiempo lo sacaron”.

La selección uruguaya campeón de América 1987

Durante su carrera el exlateral también marcó a Diego Maradona, al chileno Ivo Basay, a Romario y en una copa de verano europeo a Emilio Butragueño del Real Madrid, que según el Chango, “estaba salado, era rapidísimo”.

Según recordó, nunca tuvo problemas con ninguno de los rivales por un sencillo motivo: “Yo les pegaba, me daba vuelta y me iba; problemas tenían ellos después para pararse”.

En 1993 se fue de Nacional porque la comisión directiva de entonces, encabezada por Ceferino Rodríguez, lo culpó de influir en las salidas de Gustavo Méndez y Fabián O’Neill. “Yo amaba a Nacional y siempre decía que si me iba, no iba a jugar en ningún otro cuadro. Me fui porque la comisión directiva me llamó una vez y me culpó de que yo sacaba a O’Neill y a Méndez. Yo era mal hablado y les dije, ‘me parece que tendrían que haber llamado a O’Neill y a Méndez también’. Ellos sabían donde estaba yo y se iban ahí. Yo jamás les decía ‘vamos a salir conmigo’, todo el mundo sabía los boliches que yo iba. Ceferino me llamó y le dije que estaba equivocado. Yo soy hincha de Nacional y sé que si le hago mal a un jugador, doy un paso al costado. Me quemé y me fui”.

Antes, fue el técnico Eduardo Manera a su casa y le dijo que pese a que había un mal informe de él, quería verlo en la cancha. “Después ya me dijeron que quedaba afuera del plantel, pero un día apareció un ayudante de Manera en mi casa a hablar conmigo y me daba a entender que quería algo de plata, pero yo nunca le di plata a nadie para jugar”.

Se fue y cobró una vieja deuda de sueldos y primas: “Pensé que era millonario, nunca había visto tanta plata junta”, expresó.

El último tramo

En 1994 se fue  para Artigas de paseo. Entrenaba con la selección y salía a correr solo. Hasta que Mario Saralegui fue contratado para dirigir a Frontera Rivera y lo llamó a él y a Ruben Paz para que se integraran al equipo.

El Chango con la camiseta de Nacional

Al año siguiente, Saúl Rivero lo invitó a jugar en Progreso porque necesitaba un lateral. “Andá a ver si te gusta el grupo”, le dijo el técnico, recientemente fallecido. El Chango jugó toda la temporada y según dijo, “me trataron muy bien; si bien había la responsabilidad de ganar, no era esa presión que tenía en Nacional de que no podés perder con ningún equipo”.

Su carrera como futbolista terminó en Platense. Antes de radicarse en Estados Unidos trabajó en un cambio y en Ancap durante la presidencia de Eduardo Ache.

Pintos Saldanha admitió que no se arrepiente de la vida bohemia, aunque sí de haber gastado tanto dinero: “¡Mirá que yo gastaba plata! De las salidas no me arrepiento porque me gustaba. A veces la gente se enojaba porque perdíamos algún partido y me gritaban, ‘vos Saldanha, dejate de salir hijo de puta’. Pero si yo jugaba el sábado, iba el jueves al baile, el viernes dormía todo el día en la concentración y era suficiente para recuperarme. Yo no andaba borracho, me gustaba salir a ver mujeres y escuchar música. Yo no era de tomar”.

Sobre los gastos, contó: “Con O’Neill salimos unos días y gastamos US$ 8.000, la mitad cada uno. A veces salía una noche con US$ 5.000 y volvía con US$ 500”.

Hoy vive en Elizabeth, Nueva Jersey, pero está pensando volver a Uruguay a fin de año: “Me pudrió todo acá. Tengo dos hijas que hace 20 años no veo y un nieto que conozco por fotos. Está llegando la hora de regresar”, dijo.

Ídolo tricolor
Jugó durante 12 años en Nacional, donde ganó dos veces el Campeonato Uruguayo (1983 y 1992), la Copa Libertadores y la Intercontinental en 1988. Con la selección uruguaya fue campeón de América en 1987 y participó del Mundial de Italia 1990. También jugó en Frontera Rivera, en Progreso y terminó su carrera en Platense, en 1996.
Su vida en EEUU
En 2000 se instaló en Elizabeth, Nueva Jersey, y ahí continúa viviendo porque según dijo, conoce a mucha gente y es más fácil para trabajar. Cuando llegó a Estados Unidos, trabajó como pintor y luego de pizzero. Actualmente está repartiendo pan en almacenes y supermercados en un camión. No aprendió totalmente el idioma inglés, pero se defiende: “Hablo un inglés británico, no me entiende nadie”, expresó. El Chango vive junto a un primo de Fabricio Díaz, el volante juvenil de Liverpool y contó que habla muy seguido con el jugador y con su papá. “Es terrible 5, tiene que jugar en Nacional”, señaló.
También mantiene contacto con excompañeros, como Enrique Saravia, Héctor Morán, el Vasco Ostolaza y Hugo De León.
Su relación con Saralegui y el encuentro con Abreu
El Chango contó que mantiene una muy buena relación con Mario Saralegui, a quien llamó para felicitarlo por la campaña en Cerro Largo FC. “Es terrible técnico y no tuvo suerte en Peñarol. Te habla bien. A veces se come alguna comida porque es muy fanático de Peñarol, si no fuera tanto podría trabajar en muchos equipos. Estuve en Liverpool y se tuvo que ir”, dijo. Días atrás se encontró con el Loco Abreu en una fiesta organizada por la Filial Bolsos de NY-NJ: “El Loco es terrible tipo. Me daba para adelante. El Loco tiene una parla bárbara. Hablamos un largo rato, después quise llamarlo por su cumpleaños y me llamó él. Hablamos un rato largo”. Pintos Saldanha tiene 11 hermanos y uno de ellos falleció a los 47 años de covid. 
¿Por qué le dicen Chango?
“Las mujeres de oficio, para no decir los changos, estaban en Monte Caseros, a una cuadra del Parque Central. Cuando empecé a jugar en Primera, con 18 años, me conoció un poco más la gente. Después cuando un hincha de Nacional pasaba por Monte Caseros y me decía ‘bo, estás con un chango’”, recordó. Así surgió el apodo.

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