Gobierno israelí creará un museo con la mayor colección de documentos de Albert Einstein

Un total de US$ 18 se destinarán para la construcción de un museo de quien fuera uno de los padres fundadores de la Universidad Hebrea, Albert Einstein, quien integró el consejo de rectores de esa institución y a la que dejó sus archivos personales.

Según Roni Grosz, experto en conservación de archivos, los 85.000 artículos legados por Einstein a la institución la convierten en la colección más importante del mundo de documentos del físico nacido en Ulm, ciudad alemana a orillas del Danubio.

El museo servirá de "espacio innovador para la educación científica y tecnológica", según la Universidad. "Con técnicas innovadoras, demostraciones científicas y documentos originales, el Museo presentará las contribuciones de Einstein a la ciencia, el impacto de sus descubrimientos en nuestras vidas actuales, su actividad pública y su participación en momentos históricos clave durante su vida", dice el comunicado.

En realidad, Einstein no tenía un archivo sino una secretaria que organizaba los papeles del genial investigador y profesor. Ella se llamó Helen Dukas, también nacida en Alemania y, al igual que Einstein, vivió en Jerusalén. Dukas no solo tuvo a su cargo la documentación dejada por Einstein, sino que fue investigadora en física y hasta coautora de trabajos con él. 

Dukas, con el tiempo, se mudó a Nueva Jersey, Estados Unidos y siguió trabajando en la Universidad de Princeton, donde llevó mucha documentación aún no clasificada. Ella murió en 1982, tres semanas después de enviar a la Universidad Hebrea de Jerusalén lo que convirtió en archivos ordenados. Era un pedido testamental de Einstein: que Dukas quedara a cargo de la maraña de papeles con apuntes, conferencias, fórmulas matemáticas, dibujos que intentaban mostrar otra manera de entender el tiempo y el espacio.

La documentación, desde la década del ochenta quedó en el sótano de esa universidad que ahora tomará los recaudos para que al ser museo no se deterioren los materiales originales que, hasta ahora, no eran de acceso siquiera para los investigadores. Solo se podían ver y estudiar copias.
Hasta ahora todo está guardado en una habitación sellada y climatizada a la cual pueden ingresar algunos empleados del archivo.

En Jerusalén hay entre 60 y 80.000 objetos, los escritos científicos, su correspondencia, sus diarios de viaje, las fotos y hasta la medalla recibida por la Academia Sueca en 1921.

Einstein era de origen judío y eligió el agnosticismo y la ciencia. Sin perjuicio de no profesar la religión, respaldó la fundación de la Universidad Hebrea de Jerusalén, creada en 1918, cuatro décadas antes de la creación del Estado de Israel. Einstein escribió que "hacía falta una universidad donde cualquier judío pudiera estudiar". El físico, desde 1908, residía en Suiza, contratado por la Universidad de Berna. 

El apoyo de Einstein de un lugar donde “cualquier judía pudiera estudiar” se debía a que en los años veinte la discriminación en las universidades alemanas a quienes profesaban ese culto o provenían de familias judías. 

Einstein se mudó a los Estados Unidos en 1933 y enseñó en la Universidad de Princeton. Allí residió 22 años, hasta su muerte provocada por un aneurisma cerebral cuando tenía 76 años. Viajó por todo el mundo, no solo para brindar clases y conferencias de física sino también como un firme defensor de la paz mundial.

Uno de sus destinos era precisamente la Universidad Hebrea de Jerusalén. Quiso el destino de quien cuestionara la relación espacio tiempo, siga siendo, después de muerto, uno de los principales sponsors de esa casa de estudios que ahora crea un museo dedicado a él. En efecto, en su testamento, dejó los derechos sobre su imagen y su nombre a la universidad. 

La revista Forbes colocó a Einstein en el puesto número cinco de personas destacadas que más dinero generaron después de muertos. En 2005, la Universidad Hebrea reveló que el físico aportó unos siete millones de dólares tras su muerte.

Una de las curiosidades que tendrá el museo es que no estará el documento original de la Teoría de la Relatividad. Sencillamente porque no existe tal documento. Seguramente terminaron en un tacho de basura los papeles donde Einstein iba devanando sus sesos y los apuntaba en el papel. 

Sí aparece de su puño y letra una fórmula que es un talismán para los físicos teóricos: E=mc2: la energía (E) es igual a la masa (M) multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz. Esa fórmula apareció en la portada de la revista Times en 1946 junto a la cara de Einstein y un hongo atómico, poco tiempo después de que el gobierno de Estados Unidos ordenara tirar las dos bombas en Hiroshima y Nagasaki.

En 1952, el primer ministro israelí David Ben Gurión ofreció a Einstein la presidencia del Estado. Sin embargo, el físico y defensor de la paz, declinó ese ofrecimiento. Viviría solo tres años más. Como él mismo quiso, su legado permanece en Jerusalén.