El caudillo nacionalista Luis Alberto de Herrera
Miguel Arregui

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Herrera y Batlle en la prehistoria de las internas

Las elecciones del Partido Nacional en 1922, los clubes del primer Batllismo y los triunfos de Jorge Batlle en 1965 y 1989
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18 de junio de 2019 a las 05:01

Hace 100 años, la emersión como líder del Partido Nacional de Luis Alberto de Herrera, un fogoso caudillo entre populista y liberal, provocó la reacción del ala doctoral y “principista”.

Para resolver la candidatura a la Presidencia ese año, los blancos llamaron a un Congreso Elector el 14 de octubre de 1922, en el que Herrera derrotó con mucha holgura al médico Arturo Lussich.

Ambos habían participado en las revoluciones que lideró Aparicio Saravia en 1897 y 1904: Herrera como uno de sus secretarios políticos, y Lussich como médico militar, tanto como para asistir al caudillo durante días en su lecho de muerte, en territorio brasileño, tras la batalla de Masoller. Y ambos fueron decisivos luego para encausar a los blancos hacia la vía electoral, en un país cada vez más democrático, que acababa de inaugurar el voto de masas.

Los inicios del voto universal

El 30 de julio de 1916 se había realizado la elección más libre de la historia de Uruguay: todavía sin voto femenino, aunque con sufragio universal masculino, secreto y un símil de representación proporcional. 

Entonces se eligió una Asamblea General Constituyente cuyo resultado fue la Constitución de 1918, que habilitó el voto secreto y universal (el de las mujeres se reconoció recién en 1932), la representación proporcional para integrar el Poder Legislativo y la elección del presidente de la República por voto directo de los ciudadanos (hasta entonces era elegido en forma indirecta, por el Parlamento).

Ese texto constitucional fue aprobado en plebiscito, con el respaldo del 95% de los participantes, el 25 de noviembre de 1917. 

El “Primer Batllismo”, de la mano de José Batlle y Ordóñez, creó una extensa red de clubes políticos, o “seccionales”. Allí los líderes y parlamentarios departían con el pueblo llano, competían por su favor y se informaban y estimulaban recíprocamente. De todos modos, al final, los candidatos eran designados entre la “influencia moral” de Batlle y Ordóñez y la Convención del Partido Colorado.

La adopción del voto universal llevó también a que el Batllismo (no todo el Partido Colorado) hiciera elegir sus órganos departamentales y nacionales por sus afiliados. Algo similar practicó, a su muy pequeña escala, el Partido Socialista, creado en 1910.

Hasta la aceptación del voto universal masculino en 1916, el sistema era censitario: no se podía ser electo si no se contaba con determinada cantidad de bienes o cierto ingreso, ni se podía votar si se era mujer, analfabeto, peón, sirviente o convicto por “vagancia notoria”. El voto era público: “a viva voz” ante la mesa, lo que favorecía el control social y la prepotencia de los empleados del gobierno y de la Policía. Las minorías estaban poco o nada representadas. 

En 1905 sólo había 71.000 inscriptos en el registro cívico en un país con un millón de personas: el 7,1% de la población; y sólo votaban poco más de 46.000. Pero ya en las elecciones nacionales de 1922 sufragaron 246.324 hombres de toda clase y condición.

La división de los blancos

Las internas voluntarias entre Herrera y Lussich en 1922 no terminaron de resolver las disputas ideológicas y personales del Partido Nacional, siempre recias. 

Herrera perdió las elecciones nacionales del 26 de noviembre de 1922 por poco más de 7.000 votos ante el colorado José Serrato, el primer presidente electo por sufragio popular directo. Peor aún: Herrera también perdió la elección presidencial de 1926 por 1.526 votos ante el colorado Juan Campisteguy, mientras el Partido Blanco Radical del disidente Lorenzo Carnelli, que había sido expulsado del Partido Nacional en 1924, obtuvo 3.844 sufragios fuera del lema.

Y más tarde, a partir de 1933, cuando el golpe de Gabriel Terra, la escisión del Partido Nacional Independiente dejó a los blancos sin chance alguna de vencer al Partido Colorado, hasta la reunificación y el triunfo de 1958. 

Victorias y caídas de Jorge Batlle

Las elecciones primarias o internas de los partidos políticos sólo son obligatorias en Uruguay tras la reforma constitucional que se aprobó en el plebiscito del 8 de diciembre de 1996. 

Hasta entonces, las leyes electorales permitían presentar muchos candidatos a la Presidencia de la República por el mismo partido, lo que significaba, en general, una gran dispersión. Las convenciones o congresos partidarios se integraban en forma proporcional, según el resultado de las elecciones nacionales, que también determinaban los liderazgos.

En esa etapa de elecciones internas excepcionales y voluntarias, el campeón fue el colorado Jorge Batlle, quien obligó a realizarlas en dos ocasiones: en 1965 y en 1989.

La muerte del ex presidente Luis Batlle Berres en 1964 dejó vacante el liderazgo de la poderosa Lista 15 del Partido Colorado. El sector realizó elecciones internas, a padrón abierto, el 29 de noviembre de 1965 para resolver el pleito. 

Ganó con holgura el joven Jorge Batlle, hijo de Batlle Berres, a quien secundaban el diputado Julio Sanguinetti, de sólo 29 años, y el ya muy experimentado Alberto Abdala, todos encuadrados en un nuevo grupo: “Unidad y Reforma”. Estos deseaban eliminar el Poder Ejecutivo colegiado de nueve miembros, que se consideraba inoperante; y Jorge Batlle además proponía desmantelar el estatismo batllista, que había metido al país en un largo y crítico estancamiento.

Entre los “quincistas” derrotados se contaba la alianza “Por la Ruta de Luis Batlle”, un sector colegialista que incluía a figuras prestigiosas como Amílcar Vasconcellos, Manuel Flores Mora y Enrique Rodríguez Fabregat; y un grupo de senadores agrupados en “Unidad Quincista” que contaba a Alba Roballo, Luis Tróccoli, Glauco Segovia y Justino Carrere Sapriza.

Tras el triunfo de Jorge Batlle, los derrotados se tirarían por cuenta propia, o respaldarían la fórmula Óscar Gestido-Jorge Pacheco Areco en las elecciones nacionales de 1966. 

En esas elecciones, que Batlle perdió ante Gestido, se aprobó una nueva Constitución presidencialista, propuesta por muchos sectores, con Batlle y Sanguinetti en primera línea, que, con algunas enmiendas, es la que rige hoy. 

Jorge Batlle también fue derrotado en los comicios de 1971, esa vez por Juan María Bordaberry, y permaneció proscripto durante buena parte de la dictadura que se extendió entre 1973 y 1985. Por ello no compitió, al menos formalmente, en las elecciones internas de los partidos políticos de noviembre de 1982, aunque participó abiertamente en esa campaña, que arrojó un triunfo de los sectores opositores a la dictadura.

Contra Sanguinetti y Tarigo

Julio Sanguinetti y Enrique Tarigo en 1994

Tras el acuerdo del Club Naval de 1984 con los militares, la fórmula Julio Sanguinetti-Enrique Tarigo —respaldada por Jorge Batlle— ganó holgadamente las elecciones nacionales, y condujo una apertura democrática plagada de tensiones.

En 1988, un año antes de las siguientes elecciones nacionales, Sanguinetti rompió su larga hermandad política con Jorge Batlle y respaldó la candidatura presidencial de su vicepresidente, Enrique Tarigo.

“Siento como si (Sanguinetti) me hubiera arrancado el brazo derecho, sin anestesia”, declaró Batlle, en una frase que se haría célebre. 

Tarigo pretendía que las candidaturas fueran definidas por la Convención del Partido Colorado, donde podría obtener clara ventaja. Pero Batlle de nuevo forzó la realización de elecciones internas y el 28 de mayo de 1989, tras una campaña prodigiosa, derrotó a Tarigo por 179.204 sufragios (53,7% del total) contra 135.107 (40,5%). 

Pero al fin, en noviembre, de nuevo perdió las elecciones nacionales ante el blanco Luis A. Lacalle Herrera. Entonces parecía destinado a los grandes triunfos partidarios y a graves derrotas nacionales.

Después de la reforma constitución de 1996, que hizo obligatorias las elecciones internas, Batlle también derrotaría a Luis Hierro López en abril de 1999. Al fin, en el balotaje de noviembre de ese año, ganó la Presidencia de la República en su quinto intento, al superar por 54,1% a 45,9% al frenteamplista Tabaré Vázquez, quien había logrado mayoría relativa en primera vuelta. 

Próxima nota: Las cruciales internas de 1982; la reforma constitucional de 1996

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