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Ibirapitá, un año y 90.000 tabletas después

El desafío de enseñar a usar las tabletas a sus beneficiarios
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25 de septiembre de 2016 a las 05:01
Era un martes y llovía. No fuerte, pero era esa llovizna fina y constante que molesta y moja la cara. De todas maneras, minutos antes de las 9 de la mañana ya estaba en la puerta de la sede de la Asociación de Jubilados y Pensionistas de la Industria Frigorífica de Canelones (Ajupifrica) de Las Piedras un grupo de cerca de 10 hombres y mujeres, todos mayores de 60 años. A las nueve en punto se abrió la puerta y el grupo entró.

En un extremo de la habitación había una mesa con una gran cantidad de cajas encima. Detrás de ella, una mujer joven recibía las cédulas de los jubilados y entregaba una caja a cada uno, que los más ansiosos no demoraban en abrir. De ella sacaban una de las más de 90 mil tabletas que el Plan Ibirapitá ha entregado, del total de 350 mil jubilados que son beneficiarios.

En su discurso, luego de haber sido electo presidente de Uruguay por segunda vez en 2014, Tabaré Vázquez anunció que una de las medidas más importantes para su nueva gestión sería la entrega de tabletas a todos los jubilados que cumplieran determinados requisitos. Ese plan fue pensado con el fin de reducir la brecha digital entre las generaciones uruguayas.

Las críticas y burlas no tardaron en llegar. Que los adultos mayores precisan mejores jubilaciones, no tecnología. Que no las sabrían usar. Que se las iban a dar a sus nietos. Que las venderían. Que si no podían comprar sus propios medicamentos, ¿para qué una tableta?

Pero el plan siguió su curso. El 19 de junio de 2015, Ibirapitá entregó las primeras mil tabletas a jubilados de Montevideo en un plan piloto que luego desembocó en el reparto masivo que comenzó en setiembre de 2015.

Los que hacen la magia

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En el Ajupifrica de Las Piedras los 28 beneficiarios que estaban anotados para recibir la tableta ese día se fueron ubicando –a medida que llegaban– en alguna de las sillas dispuestas alrededor de las tres mesas que había en el recinto. Media hora pasada de las nueve ya estaban todos en sus respectivos lugares, a la espera de que comenzara el curso.

"¡Buenos días! Mi nombre es Ignacio y mi compañero es Óscar. Los dos somos formadores del Plan Ibirapitá, vamos a estar con ustedes hasta las 12 del mediodía... Ah, qué bien, ¡no se escuchó ninguna queja!".

Ignacio y Óscar son dos de los 60 formadores del Plan Ibirapitá que se encargan de los talleres obligatorios para todos los beneficiarios que reciben tabletas. Cristina Sánchez, coordinadora general del Plan, los describe como quienes deben hacer "la magia" para convencer a los jubilados de que la tableta es una herramienta que puede ayudarles a mejorar su calidad de vida.

"Nuestras capacitaciones deben tener un componente emocional muy fuerte. Hay que lograr que los jubilados se sientan seguros, contenidos, atendidos. Es importante que el formador esté pendiente, que se acerque, que tome contacto físico. Una mano en el hombro puede hacer toda la diferencia", explicó Sánchez.

Según la coordinadora, muchas veces los adultos mayores viven en estado de vulnerabilidad o miedo. "No es negación, porque el que fue a recibirla ya se inscribió y tiene un interés. Es desconfianza de que no les vaya a servir, de que no sea para ellos".

Los talleres deben ser divertidos, dijo, y en ellos deben convencerles de que son capaces de desafiarse y seguir aprendiendo. "Hay que decirles que en la vida uno nunca para de aprender, y que eso de que los adultos mayores no aprenden es una falacia", agregó.

Ignacio, durante la introducción del taller, hizo hincapié en ese punto. "De acá nadie va a salir experto en el uso de la tableta. Pretendemos que ustedes empiecen a verla como una herramienta y no como un elemento de lujo, queremos estimularlos a que la usen".

Una señora (que de tanto usar el dispositivo se había quedado sin batería y hubo que conseguirle un alargue) seguía mirando videos de cómo tejer. Al ver pasar a uno de los formadores, levantó la mirada, le hizo una seña con un dedo y le preguntó: "¿Y cómo entro en MercadoLibre?".

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Risas y requisitos

Mientras Ignacio continuaba con la introducción, algunos curiosos ya exploraban su nuevo dispositivo. En el fondo de la habitación se escuchaba radio Carve. En el frente una señora algo más avanzada activaba sin querer un video de YouTube, con consejos para jugar al juego de disparos Counter Strike. Cada vez que esto sucedía Óscar se acercaba para desactivar el sonido. Ignacio, por su parte, continuaba impasible con su explicación. "Vamos a arrancar por lo más importante, que es la pantalla. En ella veremos dibujos que vamos a entender como si fueran botones. Se tocan con la parte del dedo que está entre la punta y la yema. Es tocar y sacar; un golpecito. Es como tocar una plancha caliente", les explicó.

Capacitación continua

Delicia tiene su tableta desde hace algunos meses y, aunque recibió la capacitación en su momento, no la utiliza. Al darse cuenta de eso, su nieta le explicó de forma detenida el funcionamiento del dispositivo. A Delicia le interesa la música cristiana, por lo cual su nieta le enseñó a buscarla en YouTube. También le gusta cocinar, y así le enseñó a buscar recetas. Según Delicia, la tableta había quedado semiolvidada en un estante porque la capacitación de Ibirapitá no había sido suficiente para que se animara a utilizar el dispositivo por su cuenta.

Ese es el cuarto motivo por el cual no se usa el dispositivo, según se reflejó en la encuesta realizada por el Plan Ibirapitá a los beneficiarios. Las razones más citadas para explicar el abandono del dispositivo fueron la falta de internet, los problemas familiares o de salud, la escasez de tiempo y la capacitación insuficiente, en ese orden.

Cristina Sánchez tiene bien claro que la continuidad de la alfabetización digital es un punto fundamental del plan, ya que el taller de tres horas que se da al momento de entregar la tableta tiene más que nada un carácter motivacional más que de capacitación. Por eso, el Plan Ibirapitá se vale de la colaboración de los centros MEC. Ahora mismo hay 127 de ellos en todo el país y ayudan al plan de dos formas: una es una mesa de atención y ayuda, en la que reciben al jubilado y responden sus preguntas. También ofrecen talleres más largos, en varias jornadas, dependiendo de la oferta pedagógica.

En ese sentido, también colabora –entre otros– el programa Aprender todos de Ceibal, que trabaja con niños de escuelas y liceos que quieren enseñar a adultos mayores a usar la tableta.

Enseñar con analogías


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Cuando Ignacio terminó con la exploración de la parte externa de su dispositivo, Óscar tomó su lugar y comenzó la explicación de cómo funciona. Al encender la tableta muchas caras que hasta ahora parecían seguras comenzaron a verse preocupadas, pero otras mantuvieron la confianza de quienes ya estaban acostumbradas a tales aparatos.

"Vamos a poder escuchar radio, leer diarios, jugar, usar Facebook. Para esto vamos a necesitar programas, que se llaman aplicaciones, que están dentro de estas cajas, divididas por categorías. Por ejemplo, dentro de la caja de Juegos van a encontrar el ajedrez. En Espectáculos van a poder encontrar aplicaciones de cartelera". Pero mientras Óscar explicaba qué era cada elemento, la ansiedad crecía en su audiencia. Los nuevos dueños de las tabletas trataban de seguir la explicación en su propio dispositivo y muchos empezaban a tocar íconos que les llamaban la atención. Cada tanto sonaba un "presten atención acá adelante, por favor".

Uno de las puntos en las que los formadores hacen especial énfasis es que los nuevos usuarios, que no están acostumbrados a manejar la tecnología, deben entender realmente para qué sirve cada cosa y qué sentido tienen los mensajes que aparecen en la pantalla. "Primero tienen que pensar qué es lo que quieren hacer, luego leer lo que dice el mensaje y por último tocar el botón que responda el mensaje", formuló.

"Los mensajes no son para complicar la vida, sino para ayudar. Es como los carteles de la calle. ¿Son para distraerme? No, son para ayudarme a manejar de forma segura".
Sánchez señala que el trabajo por analogías es muy importante en la enseñanza de tecnologías para el adulto mayor. "¿Cómo explicas qué es una aplicación sin decir la palabra 'aplicación'? Para una persona que nunca tuvo un dispositivo, 'aplicación' no significa nada. ¿Cómo funciona una red wifi? Para esto se puede hacer una analogía con las redes de radio", ejemplificó.

La cámara es la aplicación más utilizada de todas las que incluye la tableta, seguida por los diarios, las radios y el navegador de internet. Y por eso las claves de cómo usarla se llevan buena parte de la clase.

¿E internet?

Entre las razones por las que la tableta no se utiliza, la más citada fue la falta de internet o problemas de conexión. En el taller, Óscar explicó que quienes no tengan internet en sus hogares pueden aplicar a una conexión gratuita de Antel Universal Hogares. "Pueden llamar al número que está en la parte trasera de la tableta y pedir la conexión. Luego se quedan tranquilos en su casa a esperar a que suene el timbre, ladre el perro o cante el tero, para los que son más de afuera. Si en su casa vive su hijo o alguien que contrató una red a su nombre, no les corresponde", les explicó.

Y hay una explicación indispensable en las clases, clave para entender el uso de los dispositivos: cuando se usa internet se gastan datos, que se miden en gigabytes (GB), de la misma manera que cuando se prende la luz el gasto se mide en kilowatts. El plan de Universal Hogares da a los jubilados un plan de 1 GB.

"¿Qué hago con 1 GB? Depende de lo que hago en internet. Las imágenes en movimiento, como los videos, consumen más", indicó Óscar. Y si antes de fin de mes se quedaron sin cómputos, el usuario puede recargar GB en su cuenta como si estuviera recargando crédito en el celular.

Los jubilados aprendieron cómo leer los diarios en la tableta y escuchar las radios y ver la cartelera del teatro, así como qué son las redes sociales.

Sin rollo

Según la encuesta antes mencionada, la cámara es la aplicación más utilizada de todas las que incluye la tableta, seguida por los diarios, las radios y el navegador de internet. Y por eso las claves de cómo usarla se llevan buena parte de la clase.

Al comenzar a utilizarla, varias caras se iluminaron. De los 15 minutos de prueba, la mayoría de las fotos que salieron mostraban pedazos de la mesa, manteles movidos, borrones de caras y dedos demasiado de cerca. Otra porción de las fotos que resultaron del taller mostraban retratos de los compañeros e incluso algunos planos generales de la sala en la que estaban. "¡Acá no hay que escatimar porque no se gasta rollo, eh!" dijo Óscar.

Durante el taller, los jubilados aprendieron cómo leer los diarios en la tableta y escuchar las radios y ver la cartelera del teatro, así como qué son las redes sociales. También estuvieron un buen rato aprendiendo a utilizar el navegador de internet. Se les mostró cómo buscar tutoriales de mecánica, de recetas y música en YouTube. Hasta cómo tejer medias en crochet.

Lo curioso de los resultados de la encuesta es que casi la mitad de los beneficiarios declaró que había utilizado Facebook para comunicarse tanto con sus amigos como con sus familiares, a pesar de que no es un punto en el que el taller haga énfasis. Los responsables de la encuesta dijeron ver en ese punto una oportunidad para enfrentar el desafío de la soledad y el aislamiento al que se enfrentan las personas de la tercera edad.

La capacitación finalizó cerca de las 12 del mediodía con un aplauso general. Para ese momento varios ya habían guardado su tableta en la caja en la que la habían recibido. Otros la siguieron probando y usando hasta el último momento. De a poco, los jubilados se pusieron el abrigo y desfilaron hacia la puerta. El salón iba quedando vacío y en silencio.

Cada tanto entraba algún interesado que quería anotarse para recibir la tableta en alguno de los turnos de las siguientes semanas, pero ya no había cupos, por lo que directamente se les recomendaba llamar al 0800 de Plan Ibirapitá. Una señora (que de tanto usar el dispositivo se había quedado sin batería y hubo que conseguirle un alargue) seguía mirando videos de cómo tejer. Al ver pasar a uno de los formadores, levantó la mirada, le hizo una seña con un dedo y le preguntó: "¿Y cómo entro en MercadoLibre?".

Las claves

  • Beneficiarios. La tableta se entrega a jubilados uruguayos que perciben por todo concepto un ingreso mensual igual o menor de 26.720.

  • Cronograma. En noviembre está previsto que se hayan entregado 100 mil, de las 350 mil.

  • Accesible. Si bien no se prevé ampliar la entrega de tabletas a jubilados que tengan mayores ingresos, sí se analiza hacerlas más accesibles para quienes quieran comprarlas.

  • Ayuda. En la parte posterior de la tableta está el número 0800 1764 al que se puede llamar ante cualquier duda.

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