"Regresar es/volver a ocuparse/de devolver a la tierra/el polvo de los últimos meses;/recibir del mundo/el
correo dormido/intentar saber/cuánto dura/una
memoria de paloma", escribe Ida Vitale en el poema "Viaje de vuelta", perteneciente al libro
Trema (2005), en el cual pensamiento y emotividad a raíz del regreso definitivo a la tierra natal generan una eclosión de lucidez ante las circunstancias, eso, antes que una fácil respuesta sentimentaloide, como ha sido casi norma en la poesía continental a la hora de reflexionar sobre el exilio cuando está a punto de concluir.
Una de las poetas latinoamericanas de mayor trascendencia, no solo de este tiempo, de todos, Ida Vitale (Montevideo, 1923) prepara su regreso definitivo a Uruguay tras varias décadas fuera (si hago el recuento, creo que son más de cuatro), habiendo vivido primero en México y luego en Austin, Texas, donde produjo su gran poesía de los años recientes.
Desde allí, como quien ve la realidad desde un faro en vigilia constante, y al verla ve también la luz que emite el lugar donde está, Vitale ha ido reinventando un lenguaje con idioma propio (y viceversa), engrandeciendo en temas y formas una obra que comenzó en la década de 1940 y que, como
boomerang cargado de noticias en su viaje por el espíritu, se dispone a concluir en el mismo sitio de donde salió.
La editorial Tusquets acaba de publicar su Poesía reunida, libro fundamental para entender la vida de las palabras durante la última parte de la modernidad, que aún es esta. Hoy a las 19 horas, en Más puro verso, Sarandí 675, Vitale hará una lectura de poemas pertenecientes a ese libro y que son la historia de su vida, pero también la historia de nuestra historia.
Si el Uruguay fuera un país culto (ustedes me dirán), esta noche el primer piso de la librería más bella de nuestra capital debería llenarse para escuchar, y conversar (pues supongo que habrá diálogo al final), a una poeta, crítica y traductora extraordinaria, que regresa al Uruguay, aunque en verdad, tal como libro tras libro se ha encargado de destacarlo, de su país nunca se fue por completo, pues los poetas de veras, como Vitale, son los encargados de mantener vivo el lenguaje del lugar donde han nacido.