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Iemanjá en pandemia: pocos fieles entregaron sus ofrendas bajo lluvia y sin gente
Cinco umbandistas estaban abrazados, ya dentro del agua, recibiendo el suave empuje de la marea de la playa Ramírez, y seis fotógrafos rodeaban al grupo y se movían entre las olas como si fueran parte del rito. El cielo estaba cargado de nubes, que minutos antes dejaron caer algunas gotas sobre las pocas personas dispersas en la arena y la orilla del mar. Tampoco afectó al hombre que desde la rambla y con megáfono terminaba su discurso: "Gracias por escuchar el Evangelio de Jesús".
Se sabía que este 2 de febrero iba a ser distinto, y que las celebraciones de la Fiesta del Iemanjá no iban a ser masivas: las más de 500 mil personas que todos los años se acercan a la costa acataron en su mayoría la exhortación que hicieron tanto el gobierno nacional como las autoridades departamentales, a homenajear a la Diosa del Mar desde sus casas. En Montevideo, el mensaje de la intendenta Carolina Cosse apuntó a respetar la salud sin alterar la esencia de la tradición cultural: "Si bien entendemos la importancia social de esta celebración, queremos preservar lo más importante que hay en la vida, que es la salud”.
Se sabía también que el Ministerio del Interior iba a montar un operativo especial que, solo en Montevideo, desplegó a cerca de 300 efectivos, con especial foco en la playa Ramírez, pero hasta la noche de este miércoles no se registraron incidentes.
Por la tarde, cuando la llovizna había comenzado a caer y a apagar algunas velas encendidas dentro de pozos en la arena, un grupo de tres efectivos de la Prefectura contemplaban el mar con tranquilidad; otros caminaban con pasos cansinos por la orilla –se adivinaban los bostezos detrás del tapabocas–, y una camioneta completaba su recorrido de punta a punta a paso peatón.
Pasado un rato –no más de diez minutos–, los cinco umbandistas fotografiados regresaron a la arena –siempre rodeados por las cámaras en movimiento– y se unieron a una mujer que se había quedado tiesa sobre la orilla, con los brazos pegados al cuerpo, visiblemente con frío.
Sonrieron ante la pregunta de si alguna vez habían suscitado tanta atención mediática. Admitieron que no, pero la madre de la familia acotó que siempre hay periodistas cuando bajan vestidos de blanco a entregar las ofrendas. "Había que cumplir", dijo y recordó que lleva 43 años viniendo todos los febreros. El hombre a su lado agregó que, según entiende, respetaron los protocolos sanitarios: "Somos menos de diez, un mismo grupo familiar, y mantuvimos las distancias".
Pero otros –una mayoría– se quedaron en casa, como reconoce la mae Susana Andrade. "Hubo bastante acatamiento: podemos decir que cumplimos con nuestro deber", dijo a El Observador.
Por lo demás, en la playa quedaron los rastros de siempre: montículos de sandías, restos de velas, flores, y carcazas que se van flotando a través de las olas.
Donaciones a las ollas
Los propios colectivos afroumbandistas, además de exhortar a no hacer cultos en las playas este miércoles, bajo el mensaje de que "Iemanjá está todo el año", sugirieron transformar los tradicionales cultos en donaciones para las ollas populares.
En todos los templos de Montevideo y la zona metropolitana se recibieron alimentos que fueron donados a distintos centros de ollas populares, una campaña que fue valorada como positiva por Andrade, quien además se mostró agradecida. "Fue increíble, y los medios de comunicación impulsaron esto. Esta fue una movida vinculada al Iemanjá, porque también se trató de ofrendas de amor, ya que no podíamos entregar las ofrendas de siempre".
En declaraciones recogidas por la página web de la comuna capitalina, Cosse explicó que esta iniciativa tenía por objetivo que "las organizaciones exhorten a su gente a transformar las ofrendas comestibles en donación para las ollas”.
"La Intendencia se hará cargo de la logística que implica el traslado de esas ofrendas, la cual se dará a conocer en los próximos días", concluye el comunicado de la comuna.
