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29 de abril 2021 - 15:34hs

Por Gideon Rachmanl

"Puede decirse con orgullo que India ha derrotado a covid-19 bajo el liderazgo capaz, sensato, comprometido y visionario del primer ministro Modi. El partido exalta inequívocamente a sus dirigentes por presentar a India ante el mundo como una nación orgullosa y victoriosa en la lucha contra covid". Estas fueron las palabras de una resolución aprobada por el partido gobernante de India, el Bharatiya Janata (BJP; por sus siglas en inglés), hace apenas unas semanas, en febrero.

Pero ahora India está padeciendo de un aumento de los casos. Los hospitales se están quedando sin oxígeno y sin camas de cuidados intensivos. Se están realizando cremaciones masivas en instalaciones improvisadas. Se están difundiendo imágenes desgarradoras de sufrimiento por todo el mundo. Las encuestas realizadas en las morgues sugieren que la cifra de muertes por covid-19 puede ser de dos a cinco veces superior a la cifra oficial de unas 2.000 personas al día.

La pandemia castiga la arrogancia. Narendra Modi no es el primer líder mundial que ha pagado el precio de actuar con demasiada lentitud, o de cantar victoria demasiado pronto.

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En China, donde se originó el virus, la desastrosa reacción inicial del gobierno de Xi Jinping fue acallar las malas noticias procedentes de Wuhan. En EEUU, Donald Trump, entonces presidente, predijo en repetidas ocasiones que el virus desaparecería milagrosamente. En Brasil, el presidente Jair Bolsonaro dio discursos ante multitudes de manifestantes que se oponían a los confinamientos. En Gran Bretaña, el primer ministro Boris Johnson cerró el país demasiado tarde. La Unión Europea arruinó la adquisición de vacunas.

Pero el gobierno de Modi ha cometido algunos errores distintivos y desastrosos. El gobierno indio, tras haber anunciado el fin de la crisis demasiado pronto, abrió el país demasiado rápido. Impulsado por el deseo de ganar el crucial estado de Bengala Occidental, el BJP organizó mítines electorales masivos. Modi se declaró "eufórico" por la gran afluencia de público que acudió a escucharlo hace unos días, conforme se disparaban los casos de covid-19. Al Kumbh Mela, un festival religioso que permite que millones de peregrinos confluyan en una sola ciudad, se le otorgó autorización para celebrarse e incluso fue promovido por el nacionalista BJP.

El gobierno indio no aprovechó el descenso en la cifra de infectados tras la primera ola para prepararse adecuadamente para una segunda ola. Los suministros de oxígeno de emergencia eran claramente demasiado bajos. A pesar de que India es el mayor productor mundial de vacunas de todo tipo, el gobierno, lamentablemente, se demoró en hacerles pedidos a los fabricantes locales. También ralentizó la aprobación de vacunas extranjeras de probada eficacia contra covid-19, como la vacuna de BioNTech/Pfizer, al tiempo que ha promovido una vacuna más experimental diseñada en India.

El orgullo nacional desempeñó cierto papel en la voluntad de India de seguir exportando vacunas, incluso cuando el suministro nacional quedó rezagado. El gobierno indio ha promovido la idea de que el país es la "farmacia del mundo". La rivalidad geopolítica con China, que está utilizando la diplomacia de las vacunas para ganar influencia global, fue un factor de fondo. La voluntad de Delhi de exportar vacunas a todo el mundo también contrastó favorablemente con la falta de exportaciones de EEUU y el Reino Unido. Pero el gobierno indio ahora ha prohibido las exportaciones de vacunas. También está acelerando la aprobación de vacunas extranjeras.

Modi entró en esta crisis con unos índices de popularidad altísimos, pero es claramente vulnerable a una reacción negativa. Después de haber centralizado el poder durante muchos años, ahora parece estar trasladando la carga de la responsabilidad de enfrentar la pandemia de covid-19 a los gobiernos estatales.

La difícil situación de India tiene implicaciones mundiales. En el mundo occidental aún se suele tratar la pandemia como una serie de crisis nacionales en las que los países compiten para ver quién puede enfrentar mejor el virus. Pero esta es una crisis global interconectada. Como dice Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud, la pandemia de covid-19 es un incendio internacional y, "si se apaga solo una parte, el resto seguirá ardiendo". Con el tiempo, es probable que el fuego se propague una vez más y se reaviva en lugares donde se pensaba que se había extinguido.

Ya es motivo de preocupación el hecho de que el Reino Unido haya tardado demasiado en introducir medidas estrictas de cuarentena para los pasajeros que llegan de India. Esto es especialmente peligroso, dada la aparición de nuevas variantes del virus en India que pueden ser más transmisibles y resistentes a las vacunas.

Llevar ayuda médica a India es ahora una necesidad tanto humanitaria como pragmática para el mundo exterior, que está empezando a responder. Para EEUU, también puede ser una necesidad geopolítica, dado que considera a India como un aliado crucial en su creciente rivalidad con China. La negativa de la administración Biden, hasta el momento, a permitir la exportación de emergencia de vacunas a India está alimentando el sentimiento antiestadounidense en el país, lo cual podría no verse compensado por el puente aéreo para enviar respiradores y otros equipos.

El mundo exterior también debería protegerse del tipo de complacencia que prevalecía en India hasta hace poco. El hecho de que el número de casos esté disminuyendo y las tasas de vacunación estén aumentando en Gran Bretaña podría crear fácilmente un peligroso relajamiento, similar al que vivió India hace un par de meses. Un artículo reciente en The Times proclamó que "Gran Bretaña podría sentirse como un paraíso este verano".

La lección de India es que hay que protegerse contra la celebración prematura o la arrogancia. Cualquier mejoría en la situación de la lucha contra el coronavirus debe aprovecharse como una oportunidad para prepararse para futuras olas y para contribuir a la lucha internacional contra la pandemia. India no será el último país en sufrir un trágico resurgimiento de covid-19.

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