Apartheid electrónico en Israel

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Israel multiplica los sistemas de reconocimiento facial para afianzar su control en Cisjordania

La vigilancia omnipresente se centra en Hebrón y Jerusalén Oriental, territorios palestinos que tienen asentamientos ilegales de colonos israelíes dentro de sus límites
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08 de mayo de 2023 a las 05:02

Las autoridades israelíes ha redoblado el uso de un nuevo sistema de reconocimiento facial conocido como Red Wolf con el objetivo de automatizar las ya duras restricciones a la libertad de circulación que imponen a los palestinos en los territorios ocupados de Cisjordania, programa de seguridad que se alimenta de datos biométricos adquiridos en forma ilegal con el objetivo de vigilar, controlar y afianzar aún más la ocupación.

“Hemos oído de boca de residentes palestinos de la Jerusalén Oriental ocupada y de Hebrón cómo las omnipresentes cámaras han invadido su privacidad, han reprimido el activismo, han erosionado la vida social y dejan una sensación de exposición constante”, señala un informe elaborado por Amnistía Internacional (AI) titulado “Apartheid automatizado”.

Además de la continua amenaza que supone el uso de la fuerza física excesiva durante la redadas y las detenciones arbitrarias por parte de las fuerzas de seguridad israelíes, los palestinos deben ahora hacer frente al riesgo de ser rastreados por un algoritmo, o que les impidan entrar en su propio barrio debido a la información almacenada en las bases de datos.

Según el relevamiento de AI, realizado en base a entrevistas, el análisis de fuentes abiertas y testimonios de  militares y ex militares israelíes, el “apartheid automatizado” se centra hasta el momento en Hebrón y Jerusalén Oriental, las únicas ciudades de los territorios palestinos ocupados que tienen asentamientos israelíes dentro de sus límites.

En virtud de un acuerdo de 1997 entre las autoridades israelíes y la Organización para la Liberación de Palestina, Hebrón quedó dividida en dos sectores, conocidos como H1 y H2. H1 constituye el 80% de la ciudad y está administrado por los palestinos, mientras que Israel mantiene el control total de H2, que incluye la Ciudad Vieja. Allí, viven unos 33.000 palestinos junto con unos 800 colonos que residen ilegalmente en siete asentamientos ya consolidados.

La población palestina residente en H2 está sometida a draconianas restricciones de circulación. No se le permite acceder a ciertas carreteras, que sólo están abiertas para los colonos israelíes, y una red de controles militares y otros obstáculos dificultan seriamente su vida cotidiana. Según AI, existen fuertes indicios que sugieren que Red Wolf está vinculado con otros dos sistemas de vigilancia gestionados por el ejército: Wolf Pack y Blue Wolf.

Wolf Pack es una enorme base de datos que contiene toda la información disponible sobre las personas palestinas que viven en los territorios ocupados, información que incluye el lugar donde residen, quiénes son sus familiares y si las autoridades israelíes las buscan. Blue Wolf, en tanto, es una aplicación a la que las fuerzas israelíes pueden acceder a través de teléfonos inteligentes y tabletas, y que puede mostrar inmediatamente la información almacenada en la base de datos de Wolf Pack.

Por lo pronto, Red Wolf se ha desplegado en los puestos de control de la ciudad de Hebrón y en otras partes de la Cisjordania. Si la información del individuo no se encuentra en las bases de datos, la persona se inscribe automáticamente en Red Wolf sin su consentimiento, e incluso se le puede negar el paso por el puesto de control.

En una declaración al periódico The New York Times, el ejército israelí sostuvo que lleva a cabo “las operaciones necesarias de seguridad e inteligencia, al tiempo que realiza esfuerzos significativos para minimizar el daño a la actividad rutinaria de la población palestina”.

Según AI, las redes de reconocimiento facial también han aumentado en Jerusalén Este, incluso alrededor de lugares de importancia cultural como la Puerta de Damasco, la entrada más grande de la Ciudad Vieja y lugar de frecuentes protestas contra la ocupación.

Ya en febrero del año pasado, AI advirtió que Israel estaba profundizando el apartheid y tratando a los palestinos como “un grupo racial inferior”. Otras organizaciones, incluidas Human Rights Watch con sede en Estados Unidos y el grupo de derechos israelí B'Tselem, han llegado a conclusiones similares. Las oenegés, incluso, han puntualizado que Hebrón se ha convertido en un “laboratorio” para las empresas que venden sistemas de seguridad al Estado de Israel y que también exportan.

Según Breaking The Silence, una organización no gubernamental fundada en 2004 por veteranos de las Fuerzas de Defensa de Israel, a medida que pasa al tiempo Red Wolf va ampliando su base de datos con rostros de palestinos. En un testimonio prestado a la organización, un mando israelí destinado en Hebrón dijo que a los soldados se les encarga y premia por adiestrar y optimizar el algoritmo de Red Wolf con el objetivo final de que empiece a reconocer rostros sin necesidad de intervención humana.

Según los observadores, el reconocimiento facial se ha convertido en una pieza esencial de los dispositivos de seguridad implementados por Israel, en especial para introducir colonos en el corazón de las ciudades palestinas. Política que ha recrudecido de la mano de la coalición de ultraderecha que lidera el premier Benjamín Netanyahu y que ha sido denunciada por Naciones Unidas (ONU) como una “ violación flagrante” del derecho internacional.

AI también ha documentado cómo el sistema de reconocimiento se basa en una enorme infraestructura física de hardware. “El ejército israelí ha descrito Hebrón como una ‘ciudad inteligente’. La realidad es que las calles están llenas de cámaras de vigilancia que agravan la ya drástica segregación. Para la población palestina, la vigilancia omnipresente ha intensificado la sensación de que algunas zonas de H2 le están prohibidas, incluso las que están a tan sólo unos metros de su casa”, señaló la oenegé.

Es el caso del barrio de Tel Rumeida, cerca del llamado Control 56, un puesto fuertemente equipado con al menos 24 dispositivos de vigilancia audiovisual y otros sensores. El informe elaborado por AI en base al testimonio de residentes describe cómo en la antaño próspera calle Shuhada, la fuerte presencia militar y tres décadas de restricciones a la circulación y cierres forzosos de negocios palestinos, han “matado toda forma de vida social”.

En la Jerusalén Oriental ocupada, Israel mantiene una red de miles de cámaras de videovigilancia conocida como Mabat 2000. Desde 2017, las autoridades han ido modernizando el sistema para mejorar su capacidad de reconocimiento y conseguir un poder de vigilancia sin precedentes que en la actualidad cuenta con una o dos cámaras cada cinco metros en un área de 10 kilómetros cuadrados. Un negocia floreciente para las empresas de seguridad.

Si bien el gobierno israelí no brinda información sobre sus contratistas, diversos equipos de investigación han identificado cámaras de videovigilancia de alta resolución fabricadas por la empresa china Hikvision y que pueden conectarse con softwares externos de reconocimiento. También se han identificado cámaras fabricadas por una empresa neerlandesa llamada TKH Security, situadas en espacios públicos y montadas en la infraestructura policial.

Según el sitio web de TKH Security, una empresa llamada Mal-Tech Technological Solutions se convirtió en 2017 en su distribuidor oficial para el mercado israelí. En su respuesta a AI, TKH Security dijo que “no ha hecho negocios con Mal-Tech en los últimos años” y que actualmente “no tiene una relación empresarial directa con las fuerzas de seguridad israelíes”. La firma, sin embargo, no respondió a las peticiones adicionales de aclaración. Hikvision, por su parte, no respondió a ninguna de las preguntas.

Issa Amor, un ingeniero y activista palestino de 43 años residente en Hebrón, confirma que la multiplicación de los aparatos de vigilancia ha tenido un efecto significativo en los movimientos diarios de los palestinos. “Nos sentimos observados todo el tiempo, incluyendo mis redes sociales. No te desalojan directamente de su casa, pero hacen imposible que te quedes”, explica Amor, quien al igual que otros vecinos se vio obligado a abandonar su barrio por otro menos vigilado.

AI y otras oenegés han venido reclamando desde hace varios años que se prohíba el uso de la tecnología de reconocimiento facial con fines de vigilancia masiva, denunciando que se utiliza para “sofocar protestas” y “molestar a las comunidades minoritarias”. En Estados Unidos, el reconocimiento facial ha resultado en que personas sean detenidas injustamente. Múltiples ciudades, como Portland y San Francisco, han prohibido su uso por parte de las fuerzas policiales locales, mientras que otras están debatiendo medidas similares.

“La necesidad de injerencia del Estado en el derecho a la privacidad debe ser demostrado y proporcionado para alcanzar un objetivo legítimo. El uso por parte de Israel de la vigilancia contra la población palestina no cumple estos criterios; además, ayuda a restringir la libertad de circulación en el contexto de una ocupación prolongada, un asentamiento ilegal o una anexión, afianza la segregación y fragmentación del pueblo palestino y, en última instancia, contribuye a mantener el sistema de apartheid israelí”, denunció AI.

“La gente siente este efecto escalofriante. La gente no socializa, no se mueve tan libremente como lo haría en otras circunstancias, no vive normalmente”, dice el escritor Jalal Abukhater, residente en el este de Jerusalén. “Esta forma de sistema de vigilancia se utiliza específicamente para afianzar la ocupación, quieren mantener el apartheid”, agrega.

(Con información de Amnistía Internacional y agencia de noticias AFP)

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