El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, en conferencia de prensa en Tokio

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Japón aprobó una reforma radical de su política de defensa para contrarrestar el poderío de China

El documento también menciona como “amenazas” a Corea del Norte y Rusia, eleva al 2% del PIB el gasto militar, apela al concepto de “contrataque” e incrementa la presencia de sus Fuerzas de Autodefensa en las islas más meridionales del archipiélago
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16 de diciembre de 2022 a las 09:46

A 77 años de Hiroshima y Nagasaky, Japón dio un giro radical en su doctrina de defensa nacional con el objetivo explícito de contrarrestar el poderío militar de China en la región de Asia-Pacífico, país percibido junto con Corea del Norte y Rusia como un "desafío estratégico sin precedentes" para la seguridad de Tokio.

La definición está incluida en el documento Estrategia de Seguridad Nacional aprobado por el gabinete del primer ministro Fumio Kishida, plan que además duplica el gasto militar hasta un nivel del  2% del Producto Interno Bruto de aquí a 2027 en el marco de una reforma que representa el mayor refuerzo de su política en el área en décadas.

El documento, cuya última actualización data de 2013, incluye entre otros objetivos unificar la comandancia de las fuerzas armadas y aumentar el alcance de sus misiles, cambios respaldados por la opinión pública y que implican un giro de envergadura para un país cuya Constitución pacifista, adoptada tras la Segunda Guerra Mundial, le prohíbe dotarse de un ejército convencional.

Según los analistas, la nueva doctrina de defensa utiliza un lenguaje más asertivo con respecto a la nomenclatura usada en la última publicación y, según consignó la agencia de noticias AFP, se basa en tres documentos que hacen referencias explícitas a China, pero también a Corea del Norte y Rusia.

Con relación a Beijing, el texto implica una postura militar cada vez más contundente al describir al gigante asiático como "una grave preocupación para Japón y para la comunidad internacional" y como "un desafío estratégico sin precedentes para la paz y la estabilidad de Japón".

El principal eje de la estrategia es el fuerte aumento del gasto en defensa, que ha provocado ciertas críticas sobre cómo se financiará, además de una alineación con el compromiso adquirido por los países miembros de la OTAN, incluso cuando Tokio no forma parte de esa alianza militar.

La nueva estrategia señala que Japón buscará dotarse de capacidad de "contraataque", un concepto que hasta ahora se entendía incompatible con su Constitución y que le permitiría actuar contra amenazas de los países vecinos. Definición en línea con la reciente compra de 500 misiles de crucero Tomahawk estadounidenses.

Según informaron los medios japoneses, Tokio incrementará la presencia de sus Fuerzas de Autodefensa en las islas más meridionales de Japón, las más cercanas a Taiwán y a China, y también aumentará, casi triplicándolas, las unidades de intercepción de misiles balísticos en el mar Báltico.

La preocupación de Tokio hacia China escaló en agosto después que Beijing desplegara unas enormes maniobras militares alrededor de Taiwán y algunos misiles cayeran en la zona marítima económica exclusiva de Japón.

La estrategia de seguridad también hace referencia a los múltiples disparos de misiles efectuados por Corea del Norte y señala que las acciones militares de Pyongyang representan la “amenaza más inminente para Japón".

Con respecto a Rusia, el texto califica como “evidente” la voluntad de Moscú "de recurrir a la fuerza para lograr sus propios objetivos de seguridad, como en Ucrania". Además, destaca que las actividades militares en la región de Asia Pacífico y la cooperación estratégica de Rusia con China "constituyen una fuerte preocupación en materia de seguridad".

Incluso antes de su publicación, la nueva política de Japón molestó a Bejing, que suele criticar el militarismo japonés que tuvo a China como una de sus principales víctimas en la primera mitad del siglo XX, especialmente durante la invasión de Manchuria, ocupación que se extendió desde 1931 hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial.

De hecho, el miércoles pasado, el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wnbin, manifestó que China está "firmemente opuesta" a la política de defensa aprobada por Japón porque "se aparta del compromiso en favor de relaciones bilaterales y de un consenso" y "contiene calumnias sin fundamento contra China".

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