En estos días, cuando falta un poco más de cuatro semanas para la elección de octubre, todo el mundo se hace la misma pregunta. Al final de cuentas, ¿cuál es la clave del desenlace electoral? Desde mi punto de vista, a esta altura, no es el desempeño discursivo de cada candidato ni la marcha de la economía, no es la evolución de la criminalidad ni los desafíos pendientes en la educación. Tampoco son las redes sociales, que se agitan entre la vibración sana y el insulto o la calumnia, ni la propaganda sonriente que pronto invadirá la televisión. La principal clave de la inminente decisión ciudadana es mucho más elemental, en teoría, y difícil de concretar, en la práctica: es la conformación de una coalición de gobierno entre los partidos de oposición.
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