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La cuarentena de Gregorio cabeceando lámparas de techo y lavando bolsas del súper que le deja su yerno

El entrenador no sale de su apartamento, su hija le deja las compras en la puerta, no ve a sus nietos, hace ejercicios en un circuito de 22 metros entre las sillas de su living y se fastidia con la gente que ve en la calle desde el balcón
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27 de abril de 2020 a las 05:00

Sonó el timbre en el apartamento de Gregorio Pérez. Era su yerno que venía de hacerle las compras en el supermercado y le dejaba las bolsas en la puerta. Los dos nietos más grandes, le tiraron un beso de lejos y se fueron. Ese fue uno de los momentos de mayor alegría de estas últimas seis semanas para el técnico de Universitario de Perú, uno de los dos grandes del fútbol incaico.

El exentrenador de Peñarol durante el segundo quinquenio cumple con la cuarentena voluntaria a rajatabla, y como exhorta el gobierno, no sale de su casa.

“Tengo cinco nietos. A los tres varones que son los más chicos no los veo, solo por una videollamada”, comenta a Referí, mostrando la diferencia con los otros que al menos le tiraron un beso de lejos.

Esas bolsas que su hija y su yerno le traen semanalmente del supermercado, las entra una vez que ellos se fueron y después las lava de a una. “Lavo hasta las bolsas. Esto es así, no se sabe qué puede pasar”, dice.

Seis semanas adentro y contando. Gregorio las tiene bien claras en su cabeza.

Un viernes estaban concentrados para jugar por el Campeonato Peruano a la jornada siguiente y se suspendió el torneo por ocho días debido al coronavirus. Aprovechó y se vino para Montevideo con su esposa Reneé. Pero ya el lunes se cerraron las fronteras en Perú y luego en Uruguay y se confinó en su apartamento.

Así lo resume: “Estoy acá, encerrado. Las primeras semanas se hicieron muy llevaderas con una rutina, pero ya se ha hecho muy largo y cada día que pasa estoy más preocupado. No soy pesimista, pero sí realista, la vuelta a la normalidad no se ve a corto plazo”.

Si bien reconoce que está bien que haya gente que debe salir aunque sea vulnerable, el tema de la pandemia está complicado y dice que en Perú es peor.

Escucha programas deportivos peruanos y tiene contacto con gente del cuerpo técnico y futbolistas, tanto de Primera, como de juveniles. Uno de los futbolistas uruguayos del equipo, Jonathan Dos Santos, se volvió. Los otros dos, Luis Urruti y Federico Alonso, permanecen en Lima, al igual que su ayudante técnico, Edgardo Adinolfi, quien se encuentra con toda su familia.

Él le cuenta que en Lima todo es muy controlado y la cuarentena es obligatoria. Hay toque de queda desde la hora 18 hasta las 5 de la mañana. Se puede ir al supermercado o a la farmacia con un permiso y solo de a una persona, no en pareja. “Los lunes, miércoles y viernes pueden salir los hombres y los martes, jueves y sábados, las mujeres”, explica Gregorio.

Y agrega: “Si te agarran por la calle, vas preso. Hay mucha gente presa. Es un sistema muy rígido. Uno entiende que hay personas que no tienen más remedio que salir para ganarse el pan, por eso es muy complicado. Son 32 millones de personas y solo en Lima, 11 millones. Igualmente, reciben ayuda del gobierno y también como ocurre acá, se brindan canastas con gente que apoya”.

La rutina del ejercicio

Gregorio tiene una rutina desde hace más de 30 años que la cumple incluso cuando dirige. En Los Aromos era habitual viéndolo trotar alrededor de la cancha cuando terminaban los entrenamientos.

Hoy, a los 72 años, continúa con esa política de hacer ejercicio 70 u 80 minutos por día. Normalmente lo hacía frente a su apartamento, en el Parque Batlle, pero ahora no sale, entonces, aunque no cuenta con fondo, tiene un circuito propio.

“Toda la vida hice ejercicio y esto me complica. No tengo más remedio que hacerlo en casa. En el apartamento tengo un circuito de 22 metros y allí voy y vengo. También hago abdominales, fuerza de brazos, todo lo que puedo. Capaz que hago más que cuando yo jugaba, pero mirá que corríamos igual, ¿eh? Me siento bien, lo necesito, me pone muy bien, me gusta y mi cabeza piensa en otra cosa”, resume.

Claro que hacerlo dentro del apartamento tiene sus complicaciones. “A veces cabeceo alguna lámpara de techo o le pego una patada a una silla”, cuenta riéndose.

Cuando se asoma al balcón y ve gente en la calle, no le gusta. “Me fastidia bastante ver a la gente trotando, jugando, paseando perros, sin tapabocas. A veces, hay personas que solo piensan en ellas, es parte del egoísmo. Yo soy consciente y me quedo en casa”.

Quinquenio en cuarentena

Gregorio aprovechó las horas libres de esta cuarentena para poder recordar los buenos momentos del segundo quinquenio de Peñarol cuando hace un par de semanas se emitió un especial por TV.

“Lo vi todo y me emocionó muchísimo por más que haya pasado el tiempo y de que haya quedado grabado a fuego. Pese a saber cómo terminaba todo, me emocioné igual”, explica.

Tienen un grupo de Whatsapp con todos los integrantes de aquel quinquenio y contacto asiduo, más allá de que alguno se alejó del fútbol. Antes de la pandemia, se juntaron varias veces para reencontrarse.

También miró la película de Maracaná, Copas Libertadores de antes, “la final de Chamartín (el Santiago Bernabéu de hoy) de aquella época de oro de nuestra institución, la década de 1960”, cuando Peñarol derrotó 2-0 a Real Madrid para ganar la Copa Intercontinental. Dice que es hincha del fútbol uruguayo, aunque no es ajeno al fútbol del resto del mundo.

El clásico que le ganó a Bengoechea

Estando en Lima y dirigiendo a Universitario, justo el último partido que disputaron fue el clásico ante Alianza Lima el pasado 8 de marzo.

No era un partido más en lo previo y no lo fue después. Porque al rival lo dirigía Pablo Bengoechea, el líder del segundo quinquenio de Peñarol.

Lo explica Gregorio: “Era especial por Pablo y por el Vasquito (Óscar Aguirregaray), por la gran relación hasta familiar que tenemos. Es difícil de analizar, es un clásico, la pasión de un país que el 90% de la población es de uno u otro. Y de repente estás ahí en el estadio y te saludás con dos amigos. Pudimos ganar y fue muy bueno”.

La información que llegó desde Perú decía que ese resultado fue determinante para que se terminara el contrato que unía a Bengoechea con Alianza Lima.

Sin embargo, Gregorio cuenta la versión verdadera. “Pablo ya había renunciado el día anterior al partido. Cumplía con ese partido y se iba. Ya había tomado la decisión antes”.

Le comentaron que Universitario está tratando de llegar a un acuerdo con los jugadores para ver si les rebaja el sueldo. Los recursos empiezan a restringirse, como en todo el mundo y “no se ve una luz en el camino”.

Gregorio dice que cuando se despierta todos los días, le da gracias a Dios por haberse despertado y piensa: “Hoy voy a aprender algo nuevo”. Así todo se hace más llevadero.

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