Cumbia Club: la cumbia villera se fusiona con Latinoamérica y quiere hacer bailar a Montevideo

Cumbia Club es una banda que nació de las ganas de hacer bailar. Hace seis años se juntaron para tocar sus propias versiones de himnos de la cumbia villera y fueron creciendo en las noches de Montevideo. “Había gente que venía tocando cumbia de antes, otra que no necesariamente era de ese género sino que de todo tipo y color que te imagines. Inevitablemente en el correr de los años fueron surgiendo intereses en abrir un poco más la cancha, pero también dictado por la instrumentación que se generó en Cumbia Club”, recuerda Hernán Díaz, vocalista y guitarrista de la banda a El Observador. Una instrumentación que no cuadra en los cánones cumbieros, pero aporta identidad.

En 2019 hicieron su primer material de estudio, Sencillos de fin de año, lo estrenaron en marzo de 2020 y ya sabemos cómo siguió todo. Se quedaron sin noche. Nos quedamos sin baile.

Ante las ganas y la imposibilidad de volver a tocar en vivo se volcaron al estudio. “A medida que iban surgiendo las canciones, íbamos fantaseando con cómo iban a contactar, a rodar, con el público". Así se explica el título del disco, Volvió una noche. Título que comparte con un tango de Gardel, sobre el regreso imposible de un amor del pasado. De alguna forma se encuentran en la nostalgia de lo que durante el marco de la pandemia no era posible. La cumbia, el amor.

Fueron dos años de investigación, experimentos e intercambios. “El proceso de Volvió una noche se fue dando a partir de los intereses que teníamos en ese momento. A nuestro favor teníamos el tiempo, el espacio y las ganas. Cuadró todo perfecto”, dice el vocalista, y señala que el proceso de creación del disco no tenía como objetivo alejar atrás la etapa que venían transitando, "sino probar qué tanto nos podemos acercar a esto o cómo podemos transformarlo, procesarlo a través de nosotros para poder mostrarlo y compartirlo".

El cuarto Tavella fue la cocina de una cumbia sin recetas ni márgenes. Receptiva a otros géneros, otros matices, otros colores. “Tuvimos una búsqueda por sonidos de Latinoamérica en general. Más allá de hacer el recorrido que hizo la cumbia hasta llegar acá, también tuvimos el atrevimiento de histeriquear con otras cosas”, destaca el músico. Las nueve canciones del disco tienen el gen de la cumbia villera, pero también una influencia más bien folclórica, la relación inevitable con el recorrido de la cumbia por el continente, también el carnavalito y costados electrónicos.

En esta búsqueda latinoamericana fueron tendiendo puentes con Argentina: La Delio Valdez, Loli Molina y Martín Piroyansky son los colaboradores del disco. Una relación que, cuenta Díaz, se dio naturalmente.

La banda había compartido escenario en Montevideo con una de las referentes de la cumbia latinoamericana como La Delio Valdez. “Cuando surgió Bar Nacional, que la compuso Guzmán Calzada, naturalmente sugería que invitemos a la Delio. Para nuestra sorpresa, ellos no sólo accedieron a nuestra invitación sino que nos devolvieron la idea de grabar ellos también vientos y arreglos. Realmente nos sorprendió que tuvieron la delicadeza y la responsabilidad de devolvernos semejante trabajo”. 

Con Loli Molina pasó algo similar. Díaz indica que De lejos fue compuesto para una voz femenina y Molina aceptó la invitación a sumarse al proyecto. "Hizo cosas increíbles, sobre todo al final de la canción que hay como una especie de pregón de Loli que para mí es una de las partes más lindas del disco”, señala.

Quizás la participación más inesperada es la de Fiebre: el actor, guionista y director de Porno y Helado, Martín Piroyansky. Una participación en un tema que tiene una impronta performática y actoral en la que el argentino que se encontraba rodando la serie en Uruguay calzaba perfecto.

Si bien para Cumbia Club no hay una fórmula, lo esencial es hacer bailar y para lograrlo es fundamental generar los momentos. “Hay distintos momentos de bailar en una cumbia", explica el músico: "Muchas veces tenemos como referencias a canciones, que sabemos que cuando la güira va a la mitad, todo el mundo va para abajo y eso sucede de forma implícita pero la gente lo hace al mismo tiempo".

Cumbia Club tiene 11 músicos sobre el escenario y las mismas personas en la cocina, por lo que la creación de las canciones pasa por su propia usina. “Más allá de las composiciones, todo lo que termina en el disco termina siendo una conjunción de data y shows que vas acumulando. En ese sentido, para nosotros todos los procesos han sido muy valiosos", destaca el guitarrista.

En este recorrido de experiencias el Club de la cumbia, el formato after office que llevaron adelante antes de la pandemia donde reunían a unas mil personas los jueves en la Sala del Museo con artistas invitados, fue una experiencia que cambió la forma en la que se paran sobre el escenario. "Aprendimos un montón en relación a cómo se para la banda ante la gente. Al principio nuestra idea era tocar para que la gente baile, como si fuese un DJ pasando cumbia, que su misión es armar un set list para que la gente baile y se goce toda la noche. Ese esquema cambió mucho".

Pero, según Díaz, el show de este viernes es es completamente distinto. A diferencia de algunos toques que hicieron tras la reapertura pandémica, este será la presentación oficial del disco. Y, especialmente, el reencuentro con el público que habitualmente los va a ver. "Es la oportunidad de defender lo que hicimos. No digo tal cual como está en el disco porque no es nuestra idea, sino todo lo contrario. Justamente Volvió una noche es ver cómo se reencuentran esas canciones con el vivo". 

La noche es, justamente, el ambiente de la mayoría de las canciones de este nuevo disco. El momento de la liberación de las penas, del encuentro y los desencuentros. “La noche es el vehículo de prácticamente todo, al menos de lo que hacemos nosotros”.