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La conflictiva relación entre arte y política: entre ofensas e "ignorancia"

Las críticas del Mides a una pintura de un afiche se suman a otras polémicas que generaron obras de arte que molestaron a representantes del sistema político
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02 de noviembre de 2018 a las 05:00

El sábado 27 de octubre la Galería de Arte Diana Saravia estuvo de festejo. El cuadro “Génesis Uruguay” del artista Julio de Sosa, en el que pintó desnudos al expresidente José Mujica y a la senadora Lucía Topolansky como si fueran Adán y Eva, cumplió dos años de estar guardado en un depósito. La obra había estado expuesta hasta el 19 de octubre de 2016, cuando dos policías llegaron al local y le pidieron a la galerista que la quitara de la vista al público. El matrimonio había hecho una denuncia por un presunto delito de injurias y finalmente De Sosa y Saravia decidieron que la pintura quedara guardada, sin posibilidades de ser vendida a algún interesado.

Mientras para Topolansky la pintura era “una pajería de un tipo” que los pintó “en bolas” y realizó un acto de “exhibicionismo”, para la dueña de la galería no era más que “la obra de un joven artista que vio una cuota de humor, que en momentos de crisis, en tiempo que se suprime el deseo de comprar o arte, es necesario”. “Es necesario el apoyo a la expresión artística, es necesario ser libre para expresarlo, el arte es libre y creo que no está bien condenarlo”, escribió Saravia en su página de Facebook. Arte y política se enfrentaban y no por primera ni por última vez.

Varios artistas han sido cuestionados por el sistema político y organismos estatales y sus obras han sido censuradas, como le pasó a De Sosa. La última crítica provino del Instituto Nacional de Mujeres (Inmujeres) del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) por el afiche de la próxima Patria Gaucha, que es promocionada con un cuadro de Fernando Fraga en el que una mujer negra amamanta a un bebé blanco. Inmujeres tildó la obra de “racista” en un comunicado porque entendió que se trata de una "imagen de una 'ama de leche' (que) retrotrae a un pasado que la comunidad afrodescendiente y la sociedad uruguaya toda debe rechazar”. “Invisibiliza el impacto que la cultura esclavista y racista generó en las personas que la sufrieron”, aseguró la institución en un comunicado.

Cuando el artista plástico Óscar Larroca vio la noticia, se retrotrajo 32 años atrás. En marzo de 1986 fue invitado por el Departamento de Cultura de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) a realizar una exposición que eligió titular “Espejos…a veces”. La muestra nunca llegó a lucir en el Salón de Exposiciones de la calle Soriano porque el intendente de ese entonces, Jorge Luis Elizalde, la prohibió. Elizalde consideró que las obras –que eran dibujos- herían “la moral media” de los espectadores porque en varias de ellas aparecían mujeres desnudas y parejas con mordazas, en referencia a la recién acabada dictadura.

Larroca recordó que Elizalde difundió fotografías que solo mostraban fragmentos de las obras para obtener apoyo institucional que justificara el “no” rotundo a la muestra. Políticos de todos los partidos apoyaron la decisión que derivó en la renuncia de Manuel Espínola Gómez como asesor del Departamento de Cultura de la IMM. A su vez, hubo una intervención a la réplica del David de Miguel Ángel de la explanada del Palacio Municipal, al que se le puso un pañal gigante que tapaba sus genitales y un cartel en el que se leía “Brigada amigos de Elizalde”. Finalmente, Larroca pudo ver su obra en exhibición varios meses después en una sala de la Biblioteca Nacional por el apoyo de la entonces ministra de Educación y Cultura, Adela Reta.

Para el artista, lo sucedido con el afiche de la Patria Gaucha es una muestra más de que “desde el preciso momento en el que una imagen produce opiniones polarizadas, el gobierno no puede bajo ningún concepto afiliarse a una idea vinculada al argumento de la ofensa”. “No es la primera vez que el gobierno viola las garantías constitucionales sobre libertad de expresión. Están imponiendo sin ningún pudor el pensamiento único. ¿Nadie en el Mides pensó o dio lugar al hecho de que podría haberse tratado de un homenaje a una relación desinteresada entre una nodriza y un niño que necesitaba alimento?”, dijo al ser consultado por El Observador.

Según Larroca, “la muchachada progresista en general y los ofendidos en particular, todavía no se pusieron a hacer un inventario de obras similares, como el monumento al aguatero de José Belloni, que está emplazado en la calle Rivera y Julio César, una obra que fue erigida como homenaje a la raza negra por la Comisión Nacional del Centenario de 1930”. “Nuestra tradición cultural está repleta de conceptos que pueden no gustarnos, pero no por ello vamos a torcerle el brazo a una tradición ya instalada”, afirmó.

Larroca fue docente de De Sosa, el pintor de la obra de  Mujica y Topolansky, por lo que el comunicado de Inmujeres también le recordó ese episodio más reciente. Saravia, la dueña de la galería donde estuvo exhibido ese cuadro, dijo a El Observador que cuando se cuestionan obras “es por falta de conocimiento”. “¿Qué institución privada ha denunciado algo? Ninguna. Son los agentes de gobierno, personas que lamentablemente no están instruidas de forma correcta. Las que hicieron la denuncia (del cuadro de De Sosa) son personas realmente ignorantes. No saben nada y se metieron en algo que no le correspondía”, manifestó.

En la misma línea que Saravia, Fraga consideró que su obra no es discriminatoria ni tampoco puede serlo el arte cuando referencia el pasado. "Con ese criterio, Picasso no podría haber pintado su Guernica –un cuadro que ilustra el bombardeo a esa ciudad ordenado por el general Francisco Franco en 1937 durante la Guerra Civil Española –, ni Goya Los fusilamientos del 3 de mayo", dijo a El Observador apenas el Mides emitió el comunicdo. El último cuadro mencionado es de 1813 y recrea la resistencia del pueblo español ante la ocupación francesa de entonces."Estaban representando hechos históricos, y no significa que los artistas revindicaran las temáticas", agregó el artista.

La ministra Marina Arismendi, afirmó que “el pintor puede pintar lo que tenga ganas” y el Mides “opina libre y democráticamente que no representa a la Patria Gaucha”. “Opinamos porque tenemos libertad de expresión”, manifestó.

Dos intervenciones polémicas

Las pinturas no fueron las únicas que recibieron críticas por parte del sistema político. En 1996, Ricardo Lanzarini intervino el monumento a Aparicio Saravia de José Luis Zorrilla de San Martín. El artista puso huesos ensangrentados a los pies del caudillo junto con las frases “A lomo de caballo se hizo la patria” y “Los caballos de la patria, como buenos caballos cagadores, tienen olor a podrido”, según consignó un artículo de la diaria de diciembre de 2016. La intervención generó críticas por parte de ciudadanos en general y el Partido Nacional en particular, que presentó una denuncia penal por la que Lanzarini terminó siendo procesado y luego absuelto.

Tres años después, el artista Diego Masi pintó con lunares blancos los caballos del monumento “El Entrevero” de José Belloni en la plaza Eduardo Fabini y fue premiado por el Salón Municipal. Pero la intervención provocó que la familia del escultor se enfrentara con la IMM y unos 80 referentes de la cultura e intelectuales rechazaron la nueva cara –temporal- del monumento. En 2016, la intervención se repitió, aunque sin tanto ruido como la primera vez.

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