Alfonso Tort protagoniza El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar

Espectáculos y Cultura > Alfonso Tort

Alfonso Tort: "La escena te deja muy excitado y tenés que tener cuidado porque se te puede ir la moto"

El actor uruguayo despliega toda su potencia física y emocional en El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar, el primer unipersonal de su carrera
Tiempo de lectura: -'
06 de septiembre de 2022 a las 05:00

El escenario es una cruz inmensa que se introduce en la platea y escupe luces hacia arriba. Detrás de unos escalones iluminados aparece él: un cuerpo imponente, en el que cada músculo tiene algo que decir, un cuerpo en el que el short rojo con líneas blancas se reduce y donde dos uñas pintadas de turquesa, otra cruz colgada del lóbulo derecho, algo de rubor en los pómulos y la tintura roja de las axilas enmarca el relato. El del cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar.

Así se llama la obra: El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar. Está escrita por el dramaturgo catalán Josep María Miró —viejo conocido de los escenarios uruguayos y que en octubre volverá de la mano de la Comedia Nacional—, dirigida por Fernando Parodi, con música de Luciano Supervielle y protagonizada, eyectada mejor dicho, por el actor Alfonso Tort, que es el cuerpo y también todos los personajes adyacentes: siete voces que relatan el crimen de un adolescente —bello, bellísimo, al parecer— de 17 años en un pueblo sin nombre. En su reseña publicada en La Diaria, la periodista Macarena Langleib asegura que la obra recuerda a Rashomon, y es cierto. Los ecos de aquella película de Kurosawa aterrizan en una historia que se cuenta de a pedazos, a partir de enfoques distantes, pero que al final se reducen a una sola cosa en escena: la humanidad de Tort y lo que esta representa. Él, su voz, sus gestos. El actor de 43 se encuentra con el primer unipersonal de su carrera y tras casi dos horas de entrega, deja la vara alta, bien alta.

El cuerpo más bonito… se estrenó el pasado jueves y tiene funciones todos los días en la Sala Verdi hasta el domingo 11 de setiembre inclusive. Tort ya se imaginaba en la previa que el cansancio sería importante, pero la maratón en la que se está convirtiendo este tiempo de presentaciones lo tiene algo sorprendido. En cada función el esfuerzo es sobrehumano, casi bestial, el agote y sus saludos entre aplausos se tamizan por resoplidos que dejan escapar los últimos estertores de un monólogo casi asfixiante, que no le da respiro ni a él ni al espectador. Después de la caída del telón se queda un rato largo en el camerino bajando las revoluciones. Más tarde, en su casa, tardará unas cuantas horas más en poder alcanzar el sueño. Necesita dormir. A veces, la sangre que sigue bombeando no lo deja.

La obra va en la Sala Verdi todos los días hasta el domingo 11

“Es raro. Siempre hice teatro, y el camerino siempre fue el lugar donde conversábamos sobre cómo habíamos sentido la obra, al personaje, entre todos. Acá estoy solo. Y antes de salir también estoy solo, concentrado durante cuarenta minutos”, dice a la mañana siguiente de una función que fue bastante especial: pidió un minuto de silencio a la ovación del público y se la dedicó a su madre, que estaba en la platea. “Ayer ella me dijo ‘me hiciste acordar a cuando eras niño y venía un amigo del edificio y vos le decías que no, que ese día querías jugar solo'. Me lo dijo pensando en esa misma concentración que la obra demanda, y es verdad. A veces pasaba dos horas jugando solo, gozado, entendiendo mi propia lógica de juego. Creo que acá eso está.”

De nuevo: el texto de Miró es el primer unipersonal que Tort pone en escena. Asegura que su carrera ha estado llena de puntos de quiebre, pero sentía que necesitaba aquello: estar solo en un escenario. Así que lo buscó. Cuando en 2020 llegó a sus manos esta obra a partir de la convocatoria de Parodi, excompañero de la Emad, supo que había que hacerla. Dice que es impulsivo. No pensó en que, en una de esas, aquellas casi 50 páginas le implicarían un desafío monumental.

Lo que recuerda es que faltando algunas semanas sintió que no llegaba. Había estudiado el texto a fondo, lo había repetido como un estudiante que repasa hasta el hartazgo para una prueba final, definitiva, pero algo no terminaba de cerrar. Y se preocupó. Con trabajó duro logró sortear esos primeros obstáculos, pero a falta de una semana, mientras la representaba ante el dramaturgo, se volvió a trancar. Volvió a trabajarla con obsesión y sintió que podía. Y llegó el día del estreno y las dudas volvieron.

“Ese día prácticamente pensé que no iba a poder hacerla. Tenía un nivel de nervios y de tensión muy grandes. Había hecho una pasada antes y no la había podido hacer, me trancaba. Me fui al camerino y le dije a mi compañera que no iba a poder. El problema era que no estaba encontrando la concentración ideal para entrar, cuál era el vínculo que necesitaba para abarcar algo así. Ella me ayudó a respirar, me dejaron solo y empecé a bajar las revoluciones. Y me sirvió, porque los nervios y la pulsión para salir a escena los tenía, pero necesitaba estar tranquilo. Me tenía que sacar a mí mismo del medio. Cuando lo hice pude entrar muy concentrado en estar ahí, en el momento, conmigo. Es loco porque a partir de ahí empezaron a bajar solas las voces".

El esfuerzo físico, en escena, es notorio. No hay que ser muy imaginativo para pensarlo a Tort, después de la caída del telón, luchando para bajar el envión emocional que la obra de Miró implica. De todas formas, él entiende que es parte del juego: uno no se baja del escenario así como así, sea la obra que sea. Evidentemente, este caso puede ser un punto de inflexión. Pero la escena siempre pide ir hasta el límite.

“Hace un tiempo vi un documental sobre Janis Joplin que mostraba que ella dejaba todo en el escenario y quedaba con un nivel de excitación por lo que daba, por la manera en que la la escena la potenciaba, que después no podía parar. Cuando lo vi lo entendí. Es verdad: la escena te deja muy excitado y tenés que tener cuidado en cómo canalizás eso, porque se te puede ir la moto. Yo vengo del cine y es otra dinámica. Ese mes de rodaje te hace irte del mundo, sí, pero es otra intensidad. El estado que te genera la escena es único, la relación con cada público también, y el despliegue que vos hacés también En este caso es bastante brutal lo que tengo que transmitir y bancar casi dos horas arriba del escenario”, dice, mientras termina un café y se pide otro. 

Alfonso Tort protagoniza El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar

Donar el cuerpo

El cuerpo más bonito… tiene a Tort como intérprete en Montevideo, pero en España ha sido representado por un hombre de más de sesenta años, y en Italia por una mujer. La clave del texto, dice el actor uruguayo, es que pide un cuerpo y no especifica cuál. Lo importante es que el actor o la actriz entienda que es un “médium” y que su ser estará al servicio de la historia. ¿Y qué fibras toca esa historia, entonces? La de un grupo de personas que no encajan en su universo, la de un pueblo que mastica el rechazo y se saca la culpa de encima entre dientes, la de una serie de familias que guardan secretos que se los comen vivos. Está todo ahí. En el trabajo de Tort. Quien, por otro lado, ha entendido que gran parte de su forma de actuar tiene que ver, en los últimos tiempos, con poner el cuerpo y hacer que esté al servicio del relato de turno.

Dice que lo entendió del todo cuando interpretó a Eleuterio Fernández Huidobro en La noche de 12 años, la película de Álvaro Brechner, para la que bajó varios kilos y quedó prácticamente en los huesos. Así lo piensa: “Creo que hay algo de poner el cuerpo al servicio de. Eso me interesa. Ser más performático, dejar mi yo de lado. No me importa tanto Alfonso, mi opinión, sino que quiero brindar mi cuerpo para algo, independientemente de dónde esté trabajando. Donar mi cuerpo. De eso se trata. En La noche de 12 años me di cuenta de que hacía eso muy intuitivamente. Fue lo físico lo que me abrió las puertas de cómo iba a abordar a ese personaje. Creo que trabajo mucho desde la corporalidad sin pensarlo, es algo que aparece, que está buenísimo, y que en el caso de esta obra vuelve a ser importante. Este es un cuerpo que está caliente, no desde lo sexual sino desde lo vivo, un cuerpo que está ahí.”

Tort en La noche de 12 años

La mención a La noche de 12 años introduce lo que es, en realidad, la gran fuente laboral del intérprete por estos días (y durante buena parte de su carrera): el cine y la televisión. Si bien con el teatro tiene una relación casi “ritual” y sus apariciones en los escenarios montevideanos empiezan a ser cada vez más frecuentes, es con la cámara, y cada vez más con la cámara argentina, que encuentra su relación más estable. Sin ir más lejos, hace algún tiempo terminó de filmar la segunda temporada de Terapia alternativa, una serie de Ana Katz para la plataforma Star+, y no fue hace tanto que se lo pudo ver en la pantalla de Netflix como parte del elenco de El Reino, una superproducción de esa compañía cuya marquesina debió hacer lugar para varios nombres pesados del rubro, entre ellos Diego Peretti, Mercedes Morán, Chino Darín, Joaquín Furriel, Peter Lanzani y Nancy Dupláa.

“En Argentina, o Buenos Aires mejor dicho, porque en otras provincias quizás la distancia es mayor, siempre se miró a los artistas uruguayos. Hay cierta fascinación con nosotros. A esa posibilidad los artistas de este lado del río tenemos que decir ‘bienvenido sea’, porque se abren más posibilidades laborales. En ese sentido, yo estoy muy agradecido, artísticamente nos aprecian mucho. Pero sigo viviendo acá, así que estoy en una vida media gitana que va y viene”.

Pero ante esa realidad, y con tres películas más en el horizonte, el actor uruguayo acota la mirada y piensa, casi como mecanismo de defensa y de protección, en una cosa a la vez. Hoy lo que le importa y le saca el sueño —en cierto sentido de forma literal— es El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar. Es su gran despliegue, un momento que esperó y al que todavía quedan siete funciones, siete escaleras que trepará, desde las que mirará al público y, con la atención bien calibrada, se convertirá en una voz, en siete voces. En un cuerpo que muere, se impone y que está prendido fuego. 

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...