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La explosión del lujo

La explosión del lujo: columna de opinión de Julieta Spina
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07 de julio de 2023 a las 18:10

A contramano de las crisis que está atravesando el mundo, en el Olimpo de las marcas de lujo se vive el apogeo más grande desde la posguerra . La burbuja del consumo de elite se sigue inflando al parecer sin riesgo de detonación. El emblema de este sector es el señor Bernard Arnault, dueño del conglomerado de marcas LVMH, que tiene en su portfolio marcas como Dior, Louis Vuitton, Bulgari, Fendi, Givenchy o Rimowa, hoy el hombre mas rico del mundo.

Compite en el podio de la gloria monetaria con Elon Musk y Bill Gates.

Su billetera está calculada en alrededor de 223 mil millones de dólares.

El fenómeno de la premiumizacion empezó durante la pandemia, en contra de los pronósticos de los analistas de mercado de lujo, que imaginaban un apocalipsis.

La sensación de Fin del Mundo y el encierro infinito generaron que la gente rompa las alcancías y mediante un click “saliera” a comprar todo lo que estaba fuera de su imaginación, y de sus presupuestos.

El día que nos liberaron, suponíamos que esta locura se iba a equilibrar y siguió creciendo hasta estos días.

Hasta los inversores financieros empezaron a mirar con atención la cotización de estos gigantes de la moda y el lujo. Tanto como a las tecnológicas. En lo que va del año las acciones del Grupo Gucci han subido un 12%, las de LVMH 23% y las de Hermes 33%. El lujo es la nueva fascinación de los nerds del mercado bursátil.

Otro icono de este sector es Francois Pinault, dueño del grupo Kering, que además de esposo de Salma Hayek, posee marcas en su portfolio como Gucci, Balenciaga y Saint Laurent. 

Ya no solo las castas superiores, los poseedores de títulos nobiliarios, o las estrellas de fútbol salieron en manada a consumir lujo. La generación Z lo hizo de nuevo. 

Los jóvenes enjaulados en su dispositivo electrónico decidieron que sus padres debían pagar por el secuestro. Y que el precio de no salir corriendo a buscar el contagio de rebaño, era el de saciar sus angustias con artículos de marca. Y por supuesto, ante la falta de vidriera real, lucieron sus prendas en las redes como modelos en sus pasarela.

Pasada la peste, el fenómeno no cedió y se multiplico por mil, gracias a la amplificación de Youtubers, influencers y nuevos juglares.

Los clicks y las vistas tienen más rating que la televisión. Los jóvenes se pasean en sus videos o posteos con bolsos Vuitton o Hermes, O con prendas comunes combinadas con zapatos Chanel . Instagram muestra a estos trend setters luciendo miles de combinaciones y contenidos cuyo objetivo es de exponer la adquisición de la prenda codiciada y de alguna manera, el upgrade al nuevo sistema de pertenencia. 

Los millenials postean ese nuevo estilo de vida donde lo que tengo lo gasto, y mañana vemos… 

Muchas de estas nuevas estrellas del firmamento tecnológico son solo fugaces. Algunas de ellas las seguimos viendo pero ya no existen más. Se apagaron o se reconvirtieron desde una nueva identidad.

Lo primordial en la vida es seguir disfrutando, sin importar cuanto dure. Dure lo que dure un zapato, una cartera o un maquillaje de lujo. 

La explosión del consumo de lujo hizo que todo lo que producen estos gigantes del deseo sea aspiracional. Y a la vez hace tener sentido de pertenencia a una elite. Cada vez más lejana e inaccesible, pero elite al fin.

El mercado paralelo de carteras o relojes es el doble que el oficial. Es tal la demanda que para conseguir algunos de los modelos de Rolex hay que esperar casi un año!! Y que hago con el deseo? 

El deseo te lleva al mercado secundario donde conseguir alguno de esos bienes tan deseados puede costar más del doble.

Todos creímos que la cultura de mostrar se iría apagando después de la pandemia pero está sucediendo todo lo contrario. 

Las marcas no dan con su producción. A bancarse la ansiedad!!

La tendencia social de la moda en el mundo parece ir sin retorno a que sino muestro no existe. La logomania es la redundancia en si misma . Y ahí se ve el efecto. 

Las grandes marcas dejaron de crear tendencia para ahora seguir lo que los Z mandan a través de sus influencers y celebridades. 

Dueños de habilidades y conocimientos rápidos para crear y acoplarse a lo que vendrá. Generan nuevas conductas y todo es tan efímero que, cuando esta se esta apagando, ya tienen otra en la manga. Y las marcan encandiladas intentan seguirlos.

La locura del consumo llego para llevarnos puestos.

El día que salieron a la venta los Shows de Taylor Swift, se agotaron las entradas en 6 hs. Tres River completos!! Y no a un precio accesible para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero. Lo más llamativo fue la cola virtual que había, una que llegaron al sold out! 2,5 millones se quedaron esperando con la ñata contra el vidrio esperando por su entrada. Ya volverá!!

El fenómeno del lujo es para unos pocos, y a veces también para los que quema sus pocos ahorros en pos de alcanzar una marca.

Vivimos en una vorágine difícil de detener. Incluso para nuestro país.

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