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La fábrica de plantas de la ARU

La Asociación Rural del Uruguay se autoabastece a la hora de embellecer sus exposiciones y comercializa el excedente productivo de Nuestro Vivero
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21 de abril de 2019 a las 05:00

La Asociación Rural del Uruguay (ARU) agrupa a más de 50 gremiales de productores, organiza cada año dos grandes exposiciones del sector de los agronegocios y brinda el soporte para un red de decenas de muestras ganaderas en el interior del país. Además, entre otros emprendimientos, tutela uno no tan conocido: Nuestro Vivero.

Florencia Bono, su directora, explicó que el vivero propio surgió en 2015 en respuesta a la necesidad que la ARU tenía que proveerse de plantas para la decoración de los ámbitos en los que realiza sus exposiciones, la Expo Prado –la 114ª se hará del 4 al 15 de setiembre de 2019– y la Expo Melilla, cuya 8ª edición concluyó el domingo 7 de abril.

Con relación a la actividad que durante una docena de días se desarrolla en la Rural del Prado, la demanda por la producción del vivero ha sido estable, pero en la Expo Melilla, que se realiza durante cinco días en un predio propio de la ARU en el área rural de Montevideo, ha crecido conforme la muestra tomó mayor dimensión desde que se creó en 2012.

La producción del vivero, dijo Bono, “va muy bien, creciendo, tanto que hemos podido cubrir lo que las exposiciones nos exigen, pero también pudimos animarnos a vender algunas plantas”.

El vivero surgió durante la gestión del anterior director de exposiciones –“fue una idea de Alejandro Carvalho”–, señaló, una idea que “germinó, tuvo un lindo respaldo y estamos bien encaminados, con una producción muy buena en cantidad y en calidad”.

“El vivero tiene mucho valor, es muy útil para mantener los espacios verdes en la Expo Melilla y en la Rural del Prado”, expresó por su parte Rafael Ferber, actual director de exposiciones de la ARU.

Añadió que “como en todo lo que hace la ARU, con el vivero se busca un equilibrio entre lo económico y la visión de largo plazo”.

Subrayó que el vivero “es muy valorado”, porque “ARU trata que las exposiciones tengan el mayor nivel posible, para beneficiar al público y al expositor y en ese marco fue que se creó el vivero”.

 

 

La producción comenzó en el predio de la ARU en Melilla, donde continúa, sumándose otro área, en la Rural del Prado.

Un desafío clave, previo a cada exposición, es la fecha, una en abril y otra en setiembre. En producciones que se ejecutan al aire libre o en invernáculos, “hay variedades lindas en otoño, con su follaje ideal, con su colorido más expresivo, pero en la otra exposición, saliendo del invierno, están mejor otras”, puntualizó. Se desarrolla un trabajo que requiere ser paciente y metódico, que implica mucho tiempo para lograr los frutos anhelados, porque se trabaja con productos que demandan meses o años para expresar su máximo potencial.

En abril por ejemplo están muy lindos los bulbos, hemerocallis, tulbalgias, árboles de hoja caduca cuyo follaje adquieren tonalidades en amarillo o rojo, gramíneas, pennisetum como el pennisetum rubrum y colas de zorro.

En cambio, “durante la salida del invierno la actividad se dificulta muchísimo, aunque también lo disfrutamos”, indicó. En ese caso “hay más trabajo, armamos pequeños invernaderos para proteger a las plantas, todo demanda más cuidado y lo que nos salva son las chifleras, helechos, ligustros, pittosporum, agaves, cañas tacuara, aspiditras y estamos sacando lindas palmeras”.

Bono precisó que no estuvo en el inicio de las actividades, pero se encaró la producción de autóctonas. “No lo hicimos antes, no por falta de interés, nos encanta esa producción, pero las autóctonas tardan mucho en crecer y teníamos la urgencia de lograr una producción y se priorizó la apuesta otras variedades. Ahora, estabilizados, estamos realizando nuestra colección de indígenas en un lindo intercambio con otros viveros que participan de las exposiciones de la ARU”.

 

 

Una idea nueva para la Expo Prado 2019

En la Expo Prado que viene, por ejemplo, está la idea de presentar una colección de maceteros con plantas indígenas, “muy lindas, algunas con frutos”.

La presencia de Nuestro Vivero y de otros viveros en el predio de la Expo Prado ha sido constante en estos últimos años. Hace algunas exposiciones hubo un espacio especial, la Calle Verde, detrás de la sede de la gremial y al costado del pabellón del Reino Unido, donde se presentaron una docena de viveros. Eso, comentó Bono, “estuvo el año pasado con un poco menos de espacio, es una experiencia preciosa, para la gente y nosotros y ojalá lo podamos seguir repitiendo”.

La producción del vivero no solo abarca especies útiles desde lo visual, también otras utilizadas en lo gastronómico. “Hay de todo: perejil, romero, ciboulette, tomates, morrones, rúcula, orégano, mostaza, menta, apio y otras, fue algo que la gente pidió, nos sugirió eso, nos entusiasmó la idea y lo pusimos en marcha”, comentó.

El vivero avanza gracias a un equipo de colaboradores, gente que se ocupa de las plantas en producción y de las exhibidas, de las herramientas, de los fertilizantes y otros insumos y de las ventas.

Para Bono, ayudar a que las dos exposiciones estén lindas “es un orgullo y una responsabilidad que disfrutamos, dejamos todo en la cancha, cuidando las plantas en un escenario un poquito agresivo para ellas porque hay mucha gente, las personas las tocan y tenemos que ayudar a que sobrevivan, hay hormigas y pájaros… es un desafío diario interesante”. Tanto que cuando pasa cada exposición se atiende una producción que no cesa, pero hay que ocuparse de casos que ingresan a una suerte de hospital para recuperarlas.

 

 

Desde tres por $ 100 y la planta del dólar

Del stock de productos de Nuestro Vivero, Florencia Bono destacó árboles de buen porte, de tres años y en macetas para trasplantar en jardines de casas, quintas o chacras, como sauces, palos borrachos, cipreses calvos, robles, nogales, timbó, jacarandá, desde $ 300 en adelante. También hay palmeras pindó a $ 700. A la vez, hay arbustivas para cercas, “lindas y fuertes”, como ligustros y ligustrinas, pittosporum y cotoneaster, desde $ 250. Los precios varían dependiendo del tamaño y las compras se coordinan llamando a la ARU, al 2336 6563. En aromáticas hay una oferta de tres por $ 100. También hay propuestas más curiosas, como la planta del dólar (plectranthus verticillatus) que debe su nombre popular a que se dice que “tenerla trae plata”, por $ 100. “Hay de todo, grande y chico, para interiores o exteriores, exóticas y nativas y cada vez hay más variedad y cantidad”, comentó.

 

 

De arquitecta a floricultora

Florencia Bono siempre sintió atracción por las especies vegetales, “desde chica este mundo me llamó la atención y es mi vida, disfruto crear plantas, ver cómo se desarrollan, cómo se lucen en cada exposición y cómo la gente queda contenta cuando se las lleva”, expresó. “Siempre me recuerdo con alguna planta cerca”, agregó. En su etapa de estudiante cursó arquitectura, pero no avanzó y entre otros motivos porque “no había paisajismo en la facultad”, por lo que apostó a formarse en otros ámbitos, entre ellos en cursos específicos y en el mundo de los Garden’s Club del Uruguay, a la cual la integró su madre.

 

 

La cifra
83,5 hectáreas involucran las dos grandes exposiciones de la ARU, con 6,5 hectáreas en el predio de la Expo Prado y 77 hectáreas en el de la Expo Melilla.

 

 

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