En la década de 1980 un grupo de amigos uruguayos, en el que había varias parejas, emigró a Israel para vivir en un kibutz, una comunidad en la que las personas se reúnen para producir sus propios alimentos. En el kibutz Farot, una de esas parejas tuvo una hija, a la que llamaron Limor Weisz.
Hasta sus nueve años, Limor se crió en Israel, mientras su padre, ingeniero agrónomo, trabajaba en las plantaciones de maíz y trigo y su madre lo hacía en el tambo.
En el kibutz había tambos, gallineros, plantaciones de trigo, maíz, cebada y también producción hortifrutícola. Lo que se producía se consumía y también se vendía, recordó Limor a El Observador en una charla telefónica que unió Montevideo y el desierto de Israel, con seis horas de diferencia.
La seguridad alimentaria y la posibilidad de producir sus propios alimentos fueron conceptos con los que Limor siempre vivió, y a lo que su familia siempre le prestó mucha importancia. Hoy con su trabajo ella también los desarrolla, porque eso la llevó a criar animales y trabajar con microbios para buscar soluciones a problemas de los cultivos.
Tras vivir en Israel la familia de Limor se mudó a Brasil, y años después a Uruguay, donde ella vivió hasta sus 19 años. Fue a esa edad a la que volvió a su país natal, para servir en el Ejército. Allí conoció a su esposo, padre de sus hijos, y junto a él se quedó a vivir en Israel.
Limor siempre tuvo dos opciones de profesión: agrónoma o veterinaria, siempre le gustó la naturaleza, los animales y la producción, y en sus raíces está la agronomía, porque su padre estudió eso y su hermano también.
Una vez que se recibió comenzó a trabajar en una empresa de la industria química que estaba ligada al agro, porque los productos que desarrollaba se utilizaban en tambos y también en granjas, por ejemplo en el tratamiento poscosecha de las frutas.
En esa empresa trabajó varios años, hasta que fue madre y decidió cambiar de empleo, ya que ese le demandaba muchos viajes al exterior. Fue entonces cuando comenzó a dar clases de agronomía en un liceo de internado al que acudían 500 jóvenes provenientes de Rusia y Ucrania que llegaron al país sin sus padres, donde estudiaban ciencias agrarias.
Durante la pandemia, esta agrónoma llevó su trabajo a su casa, donde junto a sus hijos se dedicó a criar peces de pantano, que estaban en peligro de extinción, y cuando los contagios de coronavirus bajaron ella volvió a trabajar afuera, esta vez en un nuevo empleo: creando productos para mejorar cultivos, con base en microbios.
Todos esos empleos han sido “el hilo conductor y el resultado de lo que me inspira y apasiona”, expresó.
Ahora Limor trabaja en Lavie-bio, una empresa que tiene como misión mejorar la calidad de los alimentos, así como la productividad agrícola a través del uso de tecnologías y productos basados en microbiomas.
Además, trabajó en el desarrollo y mejora de genética de cannabis medicinal.
Su tarea actual es desarrollar bioestimulantes para los cultivos con base en microbios que se obtienen del suelo.
La tecnología con la que trabaja se llama MicroBoost y combina capacidades computacionales de big data con una amplia comprensión biológica, detalló. El primer producto de este tipo en el que trabajó fue una cobertura para semillas –hecha a partir de microbios– que tenía como objetivo “darles (a las semillas) un mejor punto de partida para seguir creciendo, para que la semilla crezca con más fuerza”, contó. Este producto se desarrolló pensando en zonas de producción que sufren mucho la sequía y las bajas temperaturas.
El primer producto de la empresa se lanzó en 2021 en Estados Unidos, pero la meta es seguir exportando y poder llegar a otros mercados, como a los sudamericanos. “Creo que puede ser muy exitoso y tenemos mucha expectativas para llegar a Uruguay”, dijo Limor.
Si bien ahora vive en Israel, Limor tiene parte de su corazón en Uruguay. Es fanática del carnaval, le encantan las playas de Rocha y disfruta mucho de visitar estancias, para andar a caballo, recorrer cultivos y andar entre los ganados, contó.
“Tengo una muy buena impresión del agro uruguayo”, sostuvo la agrónoma que se crió en Uruguay y disfruta cada vez que vuelve.
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