Ignacio Iturria donó su obra como homenaje hacia los científicos del GACH

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La historia de la obra que Ignacio Iturria pintó para los científicos del GACH

Uno de los artistas más destacados de las artes plásticas creó una obra para agradecer al Grupo Asesor Científico Honorario por su tarea frente a la pandemia
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14 de julio de 2021 a las 05:03

Un espacio casi onírico, bañado con una luz superior. Una mesa casi redonda, con el ojo de una cerradura en el centro. Figuras anónimas buscando la llave que finalmente logre abrir el cerrojo. Cada uno de los 55 integrantes del Grupo Asesor Científico Horario (GACH) tiene ahora una obra de arte que Ignacio Iturria pintó para ellos.

Iturria es uno de los artistas contemporáneos más destacados del Uruguay, pero, para ser honestos, limitar la importancia de su obra únicamente a una generación no sería suficiente. Su arte, poético y humanista, con figuras anónimas que movilizan a sus espectadores, es parte de un estilo potente que se ha hecho un lugar entre las galerías de arte más importantes del mundo.

En 2020, Iturria recibió una llamada de Presidencia de la República. Le pidieron si podría crear una obra para homenajear mediante el arte al colectivo de personas que conformaron el cónclave científico ante la llegada de un virus desconocido, allá por marzo. Si bien durante un tiempo no se volvió a hablar del tema, unos diez días antes de que se el gobierno realizara una ceremonia para homenajear al grupo de científicos luego de su disolución, volvieron a comunicarse. La obra, hecha de forma honoraria y donada por Iturria, representó a su vez un gran compromiso.

Ignacio Iturria donó su obra como homenaje hacia los científicos del GACH

"Lo primero que se me vino a la cabeza fue pensar en el ojo de la cerradura. Incluso me apareció en las manos una cerradura que andaba por casa y le empecé a dar significación. Qué es lo que nos provoca la cerradura y la dependencia que tenemos con ella, que si no tenemos la llave para abrirla nos quedamos del otro lado", comentó Iturria a El Observador. Si bien el artista pensó en la posibilidad de hacer una escultura, finalmente se decidió por una pintura: "yo soy pintor y es mi forma de expresión".

"Todo lo que uno hace tiene que ver con lo que uno es". Sus cuadros generalmente muestran reuniones de personas, espacios fantásticos, luces predominantes y colores terrestres. En esta obra unas 60 personas rodean una mesa (casi) redonda con el ojo de la cerradura al centro en un espacio imbuido de una luz cenital, que ilumina esa interrogante o esa preocupación que es abrir ese espacio para encontrar la verdad que está del otro lado de la cerradura, explica el artista.

¿Cuánto tiempo requiere una obra como esta? Iturria cuenta que las obras se van elaborando lentamente en su mente. Luego llega el momento de traducir el pensamiento: llegar al estudio, agarrar una tela y unos cartones, y empezar a trasladar lo que estaba pensando a ese otro mundo, el de la pintura. 

El artista creó la obra con emoción: "sabiendo de qué se trataba, enfocado en esa sensación que me produjo y me produce, y creo que nos produce a todos el GACH".

"Uno no los vio a todos, no los vio reunidos, no les conoce las caras, pero se imagina. Yo me imagino un lugar donde están juntos. Sentía que al estar desarrollando lo que estaba pintando me estaba metiendo, estaba muy interesado y más que a gusto. Con la misma interrogante quería, después de hacerlo, sentarme, mirar y poder contemplar lo hecho".

Todos estos personajes de la obra están de alguna manera están unidos; algunos se abrazan o se agarran los brazos, y se mantienen al mismo tiempo en una especie de anonimato. "Es la sensación que yo sentí. De un día para el otro aparece en la vida nuestra la idea de que hay un virus mortal que deja a uno totalmente desprevenido, hasta que se forma el GACH y aparecen hablando en la televisión las cabezas visibles. Fue un alivio, supongo que para todo el mundo. Fue como sentir una protección, que alguien iba a ordenar la situación", recuerda.

No es fácil hablar sobre una obra. No porque hayan palabras incorrectas, sino porque las palabras a veces no alcanzan. "La pintura es un lenguaje en sí mismo. Con la pintura se pueden decir cosas que uno tiene adentro guardadas y que solo por ese medio se pueden habilitar, que no se pueden hablar. Es un medio directo que habla desde un lugar que no es el mismo de la palabra", comenta Iturria

En ese sentido, una pintura como la que creó el artista no es simplemente la representación de una idea, sino que entraña una narración precisa, aunque al mismo tiempo deja siempre una puerta abierta. Hay una parte de la historia que se escapa a lo obvio, a lo que vemos. En este sentido, advierte que como creador puede dar su impresión respecto a la obra pero cualquier persona se puede conmover con su creación y agregar nuevas capas de pensamiento sobre la superficie de la obra.

Iturria ha exhibido su trabajo a lo largo y ancho de América del Sur y Central, así como en los Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón. Ahora también exhibe en la casa de cada uno de los integrantes del equipo de científicos, con una obra que de alguna manera se mantiene como elemento de cohesivo, algo que pueden conservar en la intimidad de sus hogares. 

"Es un cuadro que, además de recordar este hecho, tiene caminos para hacer pensar en otras cosas", señala el pintor.

La reproducción fiel a la obra original estuvo a cargo del Estudio Invernizzi

La obra original, que hasta el momento se mantiene en manos del artista, fue fotografiada de forma muy fiel por su hija, la fotógrafa Antonia Iturria, y reproducida por el estudio Invernizzi.

Iturria siguió la entrega de su obra a través de la transmisión televisiva.  Luego de la ceremonia, el artista recibió otra llamada como la que hace varios meses le hicieron desde Presidencia. Esta vez era el Dr. Rafael Radi, en representación del colectivo. Según cuenta el artista, con emoción y agradecimiento le contó que cuando llegó a su casa se puso el cuadro en frente y se sacó una foto. En ese momento sucedió algo tan extraño como maravilloso: el cuadro vidriado lo reflejó sobre la obra, como un espíritu o una nebulosa. "Esa tendríamos que imprimirla también, es impresionante. Ahí es cuando empiezan las cosas extrañas, como a través de un hecho sin intención se multiplica, se vuelve a hacer otra obra dentro de la obra. Para mí es una obra que en ese caso supera a lo que hice".

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