Gentileza Victoria Alonsoperez

La historia de la uruguaya cuya lucha contra la aftosa la llevó a vivir en Singapur

Victoria Alonsoperez desarrolló Chipsafer, un sistema que monitorea el ganado y que fue galardonado por el Banco Interamericano de Desarrollo

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13 de abril de 2022 a las 11:00

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Victoria Alonsoperez proyecta tan alto como las estrellas. Desde que nació, en 1987, sintió una intriga por el universo, que continúa hasta el día de hoy, y que se convirtió en un motor para cumplir con sus proyectos. 

Aquella niña se hizo fan de los documentales de National Geographic, algo que moldeó el destino de la actual empresaria. “Cada vez que veía esos documentales me daba cuenta que eran los ingenieros los que los protagonizaban y eso me hizo decantarme por esa carrera universitaria”, recordó en diálogo con Café & Negocios.

Otros de los ingredientes clave en la vida de Alonsoperez fue su vínculo con el campo. La llegada de la aftosa la marcó tanto que 10 años después del brote del 2001 –episodio que marcó la historia del Uruguay–, la emprendedora decidió fundar Chipsafer, una startup para evitar las epidemias en el ganado. 

Esa iniciativa la llevó a recorrer el mundo para concretar su negocio: Brasil, Estados Unidos, Kenia, hasta que, en 2020, decidió radicarse en Singapur para hacerlo crecer. 

En ese camino Alonsoperez fue reconocida y premiada por los logros obtenidos en su carrera. Fue distinguida por el Foro Económico Mundial, que la incluyó en una de sus listas como una de las líderes jóvenes más importante del mundo. A su vez, la BBC la destacó por sus logros como mujer influyente y el Banco Interamericano de Desarrollo seleccionó a su empresa como la startup más innovadora de América Latina y el Caribe de 2014. Además, compone la lista de los jóvenes líderes más importantes del mundo, según el Foro Económico Mundial, que incluye, por ejemplo, al presidente de Francia, Emmanuel Macron.

A continuación un resumen de la conversación entre la empresaria y Café & Negocios.

¿Cómo nace tu gusto por el espacio y, después, por la ingeniería?

Desde que era muy chiquita. Mi papá es contador y un día estaba escribiendo números en una hoja de papel y le pregunté para qué servían esos números, me llevó a la ventana a ver la Luna llena y me preguntó cuántos números conocía. “Los que puedo contar con los dedos de mi mano”, le respondí. A lo que me contestó: “Gracias a la combinación de esos números, el humano pudo llegar a la Luna”. Quedé tan impresionada con el espacio que, desde ese momento, me acompañan las ganas de entender el universo en donde vivimos. Y eso está latente en todo lo que emprendo. 

De chica quería ser astrónoma y luego, cuando crecía y me formaba, me di cuenta que quería ser ingeniera, y me volqué a la eléctrica porque aquí no hay ingeniería espacial. Pero luego tuve la posibilidad de cursar en la Universidad Internacional del Espacio (esta universidad se encuentra en Illkirch-Graffenstaden, una pequeña comuna francesa de poco más de 26 mil habitantes). 

A los 20 años, conseguí una beca brindada por la Federación Internacional de Astronáutica y ahí arrancó mi carrera. Gracias a esta iniciativa conocí a una organización llamada The Space Generation Advisory Council (el Consejo Asesor de Generación Espacial de la ONU). Primero, me nombraron punto de contacto nacional, después me convertí en coordinadora regional y luego en directora a nivel mundial de toda esa ONG.

Posteriormente, formé parte de la Fundación del Espacio en Estados Unidos, luego me convertí en la persona de menor edad en ocupar un lugar en el directorio de la Fundación Internacional de Astronáutica. 

Siempre metida en proyectos aereoespaciales. Todo esto más allá de mi empresa, donde buscamos tecnología espacial para poder monitorear al ganado de forma remota.

Gentileza Victoria Alonsoperez
Alonsoperez es la primera uruguaya seleccionada para integrar el Foro de Jóvenes Líderes Mundiales, del Foro Económico Mundial

¿Cómo nació la empresa y qué te llevó a Singapur?

Mi sueño siempre fue fundar una empresa electrónica. Fue así como en 2012 nace Chipsafer, un sistema que permite monitorear y detectar anomalías en el comportamiento del ganado. El objetivo de esta startup es controlar de manera remota a los animales a través de sensores que envían estos datos hacia un centro de control.

De este modo, el usuario puede monitorear a los animales en tiempo real y, gracias a esto, prevenir la expansión de enfermedades entre el ganado, como la aftosa, una epidemia que generó estragos económicos durante la crisis de 2001 en Uruguay.

La búsqueda de producción masiva de estos sensores me llevó por varios países: Brasil, Estados Unidos, España, hasta que llegué a Singapur, donde se encuentra Flex, una de las primeras empresas del mundo en producir componentes electrónicos de calidad. 

El vínculo con ellos se fue fortaleciendo hasta que, en 2020 , decidí establecerme acá definitivamente (donde está presente Chipsafer), dado que acá se producen los sensores que tienen los animales y los monitoreamos. Estamos en Uruguay, Brasil y Australia, y buscamos llegar a más países. 

La idea de desarrollar nuestro propio software para el rubro ganadero, que puede ser utilizado por los productores para la gestión de establecimiento, nació a raíz de lo que sucedió en el 2001 con la explosión de la aftosa en Uruguay. 

¿Cómo ha sido tu camino para emprender?

Este es un camino lleno de altos y bajos, donde cada uno de estos estadios es muy profundo. O tenés altos elevados o bajos muy pronunciados. Por ejemplo, durante la pandemia por covid 19 tuvimos muchos problemas para acceder a hardwares: o no los conseguías o eran demasiado caros. Después de esto llegó la guerra entre Rusia y Ucrania. En la industria tecnológica los factores externos siempre influyen mucho, pero lo más importante es la resiliencia y poder seguir siempre adelante. Creer muchísimo en tu idea, porque si tú no crees en esa idea, es aún más difícil ese camino. 

Recomiendo ser parte de las diferentes redes de emprendedores porque siempre pasan por situaciones similares y pueden ayudar con su experiencia.

¿Qué planes proyectás a futuro?

En primer lugar, quiero seguir haciendo crecer Chipsafer, afinándolo en aspectos tecnológicos, intentamos llegar a más lugares y analizamos en qué otros aspectos se pueden aplicar nuestros productos. De todos modos, estamos en un momento de transición como muchas empresas porque estamos saliendo de la pandemia y también sintiendo los efectos de la guerra.

Para mitad de año esperamos mejorar nuestro software, y optimizar los sensores, particularmente. Ahora, con nuestro representante en Uruguay que es Securitas estamos trabajando en el diseño de estos dispositivos.

Además, siempre estoy pensando en tener una empresa de tecnología espacial.

Gentileza Victoria Alonsoperez
Chipsafer nació en 2012 y fue distinguido por el Banco Interamericano de Desarrollo en 2014

¿De qué se trata? ¿Tenés avances concretos al respecto?

Si bien siempre estoy pensando en eso, aún no he definido plazos. Aunque siempre pienso en las posibilidades de concretarla y cómo se podría usar la tecnología que tenemos en Chipsafer, con el fin de llevarlo a ese terreno. Pero nada resuelto todavía, este es otro de mis grandes sueños. 

¿Cómo ves a Uruguay desde afuera en el ámbito del emprendedurismo y las fintech?

Súper bien. Uruguay es un país que está en la mira de los emprendedores. Creo que América Latina es un lugar que está muy valorado y está creciendo mucho en ese ámbito. Y, en particular, Uruguay resalta en su región por su estabilidad y crecimiento.

De todos modos, lo que yo recomendaría es que se invierta en la conexión directa a dos regiones que hoy son clave tanto en el mundo de los negocios como en el de la tecnología: Catar y Australia, porque esos vuelos directos abrirían mercados gigantescos.

Conozco a mucha gente interesada en Uruguay para invertir y que, por más que nosotros somos bastante caros, para la gente de Asia, por ejemplo, no somos nada caros. Todo lo contrario.

¿Extrañás Uruguay? ¿Volverías a radicarte acá?

Sí, extraño sobre todo a mi familia que está en Uruguay. Yo siempre digo que lo único malo que tiene Singapur es que queda lejos, son dos días de viaje y se me complica hacerlo más seguido como cuando vivía en otros lugares como Río de Janeiro, por ejemplo. 
Pero de todas formas yo voy a donde me lleve la empresa, y por eso he pasado por bastantes lugares, incluso llegué a estar en Kenia con algunos proyectos. Aunque sí estaría bueno volver a mi país en algún momento.

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