En estos días hemos leído numerosos artículos referidos a la declaración por parte de la Unesco, como Patrimonio Mundial de la Humanidad, de la iglesia Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes. Se ha resaltado el honor y la importancia que esto significa para nuestro país.
Asimismo, se ha ponderado, como corresponde, la obra excepcional del ingeniero Eladio Dieste.
Muy poco se ha insistido en el enorme esfuerzo personal y económico que realizaron algunos fieles para reunir los fondos que permitieron llevar adelante esta magnífica obra. Entre ellos se debe resaltar las figuras del presidente de la Comisión Pro-Templo, Alberto F. Giudice, y su esposa Adela Urioste. Desde 2012, sus restos descansan en dicha iglesia, en la capilla de la Virgen de Lourdes. En la placa de mármol, en el lugar, se puede leer: “Los restos de los esposos Alberto F. Giudice y Adela Urioste de Giudice descansan en este templo que ellos construyeron para Dios. Una oración para sus almas”. Es justicia recordar.
Alberto Piñeyro
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