Martín Bueno en Suiza

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La increíble historia de superación de Martín Bueno, el 9 de Cerro Largo

Martín Bueno se dedicó de lleno al fútbol a los 26 años. Antes, fue y vino, jugó con 49 grados, sintió miedo en una de las fronteras más temidas del mundo, trabajó de plomero, pintor y cargando muebles
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07 de noviembre de 2021 a las 05:02

En Nueva Zelanda iba a entrenar después de caminar 20 kilómetros cargando muebles. En Papúa Nueva Guinea jugó con 49°C. En Durango (México) viajó 16 horas en ómnibus para disputar un partido. Sintió miedo en la frontera de Nuevo Laredo entre Estados Unidos y México, una de las más peligrosas del mundo. Habla tres idiomas y medio, y recién a los 26 años se dedicó de pleno al fútbol profesional. En agosto, a sus 30, debutó con Cerro Largo en la Primera división de Uruguay, en la que jugó los últimos seis partidos del club arachán y convirtió un gol.

Martín Bueno es de Lagomar, Ciudad de la Costa, pero vivió en Estados Unidos, México, Nueva Zelanda, Italia y Suiza. Le quedaron debiendo plata en Basáñez, entrenó en la Tercera de Peñarol, salió y volvió a Uruguay más de una vez. En un momento se cansó del ambiente del fútbol y trabajó como pintor, albañil y plomero en Nueva Zelanda, para sobrevivir.

Martín Bueno contra Sud América

En la temporada pasada, Bueno defendió al Livorno de Italia y continuó en el Bellinzona, el equipo suizo de su representante Pablo Bentancur, quien le comentó sobre la chance de jugar en Cerro Largo. “Le dije que sí porque siempre tenía esa espina de jugar en Primera de Uruguay. Vine a cumplir ese objetivo”, contó a Referí. El 27 de agosto fue presentado en sociedad por los arachanes.

Había tenido un pasaje por Cerro Largo en 2013, por lo que no le costó la adaptación. “Es increíble el grupo que hay acá, da gusto estar. Me ha tocado compartir muchos vestuarios y me cuesta encontrar otro como el de Cerro Largo”.

Su trayectoria
Basáñez, Rampla Juniors, Plaza Colonia, Atenas, Cerrito, Alacranes de Durango (México), Anahuac (EEUU), Gallico Catona (Italia), Napier City, Hamilton Wanderers y Eastern Suburbs (Nueva Zelanda), Bellinzona (Suiza), Livorno (Italia) y Cerro Largo FC.

La conducción de Danielo Núñez puede ser uno de los motivos de la unión, porque “pone mucho énfasis en que nos tenemos que juntar y hablar, que el grupo tiene que ser fuerte”, pero la cantidad de horas que pasan arriba del ómnibus y compartiendo hoteles es clave.

“Viajamos mucho. Viajamos todos los días, y si bien son viajes de cinco horas y capaz que en otros lugares se hacen viajes más largos, van pesando. A Tacuarembó son dos horas de ida y dos de vuelta; a Montevideo son cinco. Vamos el día antes, e influye en el cansancio. Los cuadros de Montevideo vienen una sola vez acá y se vuelven y después juegan siempre en la vuelta. Nosotros disfrutamos cada segundo de estar todos juntos en el ómnibus. Habría que poner una cámara para que vean lo que es el grupo, cómo vamos cantando y alentando en todos los partidos. Da gusto. Creo que la supuesta desventaja de ser del interior la tapamos con el grupo que tenemos”, expresó.

El grito de gol

Recordó que en México, cuando jugó en Durango, “por temas económicos no viajábamos en avión y llegamos a estar 16 horas en ómnibus, una locura. Hicimos un viaje de Durango a Hermosillo, creo, dormimos un rato y a jugar; eso fue demasiado, pero por el fútbol lo hacés”.

Los inicios en Basáñez

Hizo las formativas en Basáñez y con 16 años subió a Primera división. Tiempos difíciles para el cuadro rojinegro. En 2008 bajó a la divisional amateur y durante dos años seguidos no pudo terminar los torneos por deudas con los futbolistas. A los 18, Martín decidió irse. Había terminado el liceo y aprovechó para viajar a Italia con su padre. Se probó en un equipo de la divisional D de Italia, pero no lo convenció la parte económica y regresó a Uruguay.

Su representante del momento, lo conectó con el Chueco Perdomo, técnico de la Tercera de Peñarol. Entrenó con los aurinegros, pero se lesionó y no quedó en el grupo. Entonces, en 2011 se marchó al Puebla de México. En aquella época se permitían cinco extranjeros y uno de ellos era el español Luis García, campeón de la Champions con el Liverpool inglés en 2005. El delantero uruguayo quedó en Tercera, pero extrañaba, no se sentía bien y regresó a Uruguay.

Fue goleador de la Tercera división en Rampla y luego defendió a Plaza Colonia, Cerro Largo, Atenas y Cerrito. Hace ocho años regresó a México para jugar en Alacranes de Durango, y ya no volvió al fútbol uruguayo hasta 2021.

Bueno fue campeón en Nueva Zelanda

“En México me pasó que venía bien, metiendo goles y de la nada me sacaron. Yo tenía 22 años y ni cuenta me daba por qué me sacaban. Hace me poco me confesó mi representante que le habían dicho que para que siguiera jugando tenía que pagar algo y no jugué más”, señaló.

Sintió el cimbronazo porque lo sacaron de la nada y se fue a Estados Unidos, donde pasó por el Anahuac y Las Vegas City. Luego viajó a Italia, volvió a Estados Unidos, regresó a Italia… “Estaba cansado del ambiente del fútbol”, y se fue a Nueva Zelanda, un país que siempre le gustó y al que le gustaría volver en el futuro.

Me había cansado de lucharla en el fútbol, de ir para arriba, para abajo. También era por temas personales que las cosas no se me daban. No es que estuviera para la joda, pero era joven y no sabía realmente lo que quería. Decía que quería jugar al fútbol pero capaz que no hacía nada para dedicarme; el fútbol te lleva tiempo, no solo tenés que estar todo el día entrenando, sino que tenés que pensar como profesional, y yo todavía no lo sabía”.

Por esa razón, antes tuvo que trabajar. “Hice miles de trabajos. Plomería, demolición de casas, fui pintor, hice de todo. Una vuelta trabajaba en un lugar que tenía que cargar muebles y caminaba 20 kilómetros por día y llegaba muerto a entrenar. En esa misma liga había gente a la que le pagaban mucha plata, más que en Uruguay, y gente que no, dependía del jugador. Si te hacés conocido y hacés goles, tenés una vida y te olvidás, podés vivir tranquilamente. Pero cuando recién llegás tenés que pagar derecho de piso. Yo llegaba de la Cuarta división de Italia, no me conocía nadie. Me tocó laburar y ganarme el sueldo con goles. Fui campeón goleador y me empezó a cambiar la vida y me llevaron al equipo campeón, uno de los que estaba mejor económicamente en el país”.

La presión del fútbol

Martín se refirió a un tema difícil, que es la presión de ser un futbolista profesional y las consecuencias anímicas que eso comprende. “A veces con 18 años te piden que estudies y que quieras saber algo para el resto de tu vida, pero no tenés la madurez suficiente o no lo sabes. Me di cuenta que quería realmente jugar y dedicarme al fútbol a los 26 años, cuando me tocó ir a Nueva Zelanda. Tarde pero a tiempo también, porque gracias a dios me pasó lo que me pasó y ahora estoy medianamente cumpliendo un sueño que es jugar en Primera de Uruguay”.

“A veces al futbolista lo que lo mata es la presión del éxito, de que te tiene que ir bien, pero en la vida hay otras cosas y aprendí a valorarlo. Cuando yo agarraba y caminaba 20 kilómetros por día decía, ‘no, yo quiero jugar al fútbol acá’. No es que me pasaba de chico, me pasó medianamente grande. Lo veo con mis compañeros, hay una auto presión, el ambiente del fútbol en Uruguay es muy competitivo, son competitivos los entrenamientos, competís con vos mismo. Si en un momento de la vida no estás bien de la cabeza, te empezás a cuestionar, a darte para atrás, y te sentís menos y lo peor que te puede pasar es perder la confianza en vos mismo”.

Las vueltas de la vida lo llevaron a aprender dos idiomas y medio además del español: inglés, italiano y algo de portugués, dice. “El inglés lo aprendí en la marcha porque me preguntaban que quería comer y les contestaba la edad que tenía. Mirando películas con el subtítulo en inglés y las palabras que no entendía las buscaba en el traductor de Google. Ahora me manejo y hasta lo tengo por arriba del italiano, porque además mi novia es inglesa, y me ayudó”.

Debutó en Cerro Largo frente a Cerrito, en la segunda fecha del Clausura. En la octava, contra Plaza Colonia, marcó de penal el gol de la victoria ante el campeón del Apertura.

En Cerro Largo le dicen que es un falso uruguayo, porque no le gusta el mate, pero tiene su razón.

“Viajaba mucho y en algunos lugares era complicado encontrar yerba. Una vuelta me hicieron un lío bárbaro en Estados Unidos por la yerba, estuve como una hora y media retenido. La olían, y no sé qué pensaba que era. Yo no hablaba inglés y trataba de decirles que era una infusión, y no entendían. Ahora se globalizó con los jugadores de fútbol que la toman por todos lados, pero en esos lugares te hacen problemas”.

Se convirtió en un trotamundos del fútbol. “Con el Eastern Suburbs de Nueva Zelanda fuimos a jugar la Champions de Oceanía en Papúa Nueva Guinea. No sabés lo que era ese lugar, un país hermoso pero con una pobreza increíble. Jugamos con 49°C”. Esa temporada Bueno marcó 18 goles en 18 partidos y Bentancur lo llevó a su equipo en Suiza, donde disputó cinco partidos, marcó cuatro goles y tres asistencias, y pasó al Livorno.

Martín Bueno

Antes de pasar al equipo neozelandés, tuvo la oportunidad de ir a jugar en Sudáfrica, pero como estaba en la frontera con Zimbawe, no era el lugar más seguro para vivir y decidió no quedarse. Si bien no le gustó el lugar, no sintió miedo como lo tuvo cuando pasó caminando la frontera de Estados Unidos a México en Laredo. “Uno de los militares de México me dijo, ‘no podés pasar acá’. Yo iba caminando y sentí un poco de miedo. Me pasaron con uno que estaba cargando las valijas y me llevó en taxi”.

Ahora regresó a Uruguay, disfruta de los atardeceres y de jugar en Uruguay: "El que me saqué del fútbol uruguayo fui yo mismo, con mi cabeza. A veces uno se termina autodestruyendo. Por eso hablo de la madurez, el peor enemigo o tu mejor amigo sos vos, porque depende todo de vos y a veces te das cuenta tarde", expresó.

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