Volodímir Zelensky realizó, este jueves, su discurso por video ante el parlamento helvético.

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La invasión rusa a Ucrania pone a prueba la neutralidad de Suiza

Presionada para que venda armas a Kiev o autorice a sus vecinos europeos a hacerlo, la nación helvética se resiste hasta ahora a cambiar su tradicional política
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17 de junio de 2023 a las 05:00

El presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, volvió a pedir a Suiza que revea la prohibición a los países a los que vendió armas para que las reexporten a Ucrania.

“Yo sé que el debate sobre la reexportación de armas perdura en Suiza, pero éstas son para que podamos defendernos. Hago un llamamiento para que se nos envíen armas”, dijo este jueves Zelensky en una comunicación virtual ante el Parlamento suizo.

Con su argumento, el jefe del gobierno de Kiev puso el dedo en la llaga ya que el concepto suizo de neutralidad se asienta en el criterio de no proveer ayuda a ningún país que esté involucrado en un conflicto.

Pero los partidarios suizos de relajar esa prohibición vienen sosteniendo que lo que ocurrió con la invasión rusa es algo más que una guerra: es una vulneración del derecho internacional. De modo que, con ese agravante, la nación no estaría obligada a manifestarse neutral porque de lo que se trata es de restaurar el orden mundial.

“Necesitamos armas para restaurar la paz en Ucrania. Nosotros queremos paz, esto es lo que nuestro pueblo desea”, insistió Zelensky ante los parlamentarios helvéticos reunidos en el hemiciclo para escucharlo.

También les pidió que Suiza organice una cumbre mundial sobre la paz porque es en este ámbito donde podría aportar con sus competencias.

Y sin olvidar detalles, les agradeció por haber respaldado las sanciones económicas a Rusia y, en particular, el congelamiento de activos y capitales rusos dictado por las autoridades financieras suizas, aun sin renunciar a la neutralidad.

Como en día anteriores, las páginas web de varias entidades oficiales y privadas de Suiza fueron objeto el día de su alocución de nuevos ataques informáticos de agrupaciones piratas prorrusas, entre ellas, los portales de varios gobiernos cantonales, del Ejército y del propio poder legislativo. También fue hackeada la Asociación Suiza de Banqueros, uno de los puntos ciegos de la neutralidad helvética.

Armas no, sanciones sí

El derechista Partido Popular Suizo, que posee la mayor bancada de la Asamblea Federal (63 escaños de 244 en las dos cámaras), no pudo evitar que Zelensky se presentara a través de un video ante la Cámara Baja del Parlamento suizo.

“Ucrania está intentando influir directamente en la toma de decisiones parlamentarias sobre el suministro de armas y municiones”, afirmó en Twitter el parlamentario suizo Thomas Aeschi. “¡Nuestra neutralidad está siendo violada!”, agregó. Varios de sus colegas se manifestaron en idéntico sentido.

Pese a que ganó la moción de escucharlo, Suiza se aferra a una doctrina centenaria de neutralidad militar, aunque expresó su oposición a la invasión rusa de Ucrania.

Algunos políticos liberales pidieron que se flexibilizara la neutralidad o, al menos, las estrictas normas suizas sobre la reexportación de armas de fabricación suiza por parte de terceros países a las partes en conflicto.

Alemania, Dinamarca, España y los Países Bajos solicitaron permiso para enviar sus equipos militares de fabricación suiza a Ucrania.

Hasta ahora, no tuvieron éxito. La moción parlamentaria para permitir a los aliados suizos enviar armas de fabricación helvética a Kiev fue rechazada el pasado 10 de junio, basándose tanto en la legislación nacional como en la internacional.

Mientras la reexportación de armas sigue siendo tabú, las sanciones no. Pocos días después de que Rusia invadiera Ucrania en 2022, Berna se unió a los países occidentales en la imposición de sanciones económicas sin precedentes a Moscú, lo que perturbó la reputación de Suiza como centro financiero para los rusos adinerados.

La firma de las medidas económicas punitivas se consideró en línea con las leyes internacionales y suizas sobre neutralidad, aunque para adoptar ese criterio hubo duros debates entre los políticos suizos.

Christoph Blocher, líder del Partido Popular Suizo (PPS) y antiguo miembro del Ejecutivo, pidió un referéndum para anclar la neutralidad más profundamente en la Constitución. El pasado mes de marzo, declaró al periódico Neue Zürcher Zeitung que secundar las sanciones de la UE equivalía a participar en la guerra.

La doctrina de la elasticidad

“El PPS es un fetichista de la neutralidad. Esta interpretación ideológica tiene muy poco que ver con el corazón de la neutralidad”, afirmó el historiador Marco Jorio, cuyo libro Suiza y su neutralidad: Una historia de 400 años, fue publicado en abril.

Para Jorio, la doctrina es más flexible de lo que se cree y existe principalmente para servir a los intereses de los 8,8 millones de habitantes de Suiza.

Estratégicamente situada entre las grandes potencias europeas, Suiza fue neutral por primera vez en el siglo XVII, y su política se afianzó formalmente en la Convención de La Haya de 1907. Pero, según el catedrático, atravesó por muchos momentos y circunstancias. “Es como el caucho”, bromeó.

En el lenguaje corriente, neutralidad significa imparcialidad, es decir, no tomar partido. Pero su definición en Derecho Internacional es mucho más precisa.

“En esencia, el deber fundamental de un Estado neutral es abstenerse de apoyar, por medios militares, a las partes beligerantes en un conflicto armado internacional”, escribió en 2014 el académico Paul Seger, actual embajador suizo en Alemania. Fundamentalmente, sus deberes y derechos legales sólo se aplican cuando realmente hay una guerra entre dos países, explicó Seger.

Si bien la neutralidad de Suiza en la Segunda Guerra Mundial le valió el reproche de los vecinos europeos que derrotaron a la Alemania nazi, en tiempos más recientes Berna restauró el prestigio de intermediario de confianza entre beligerantes. El punto culminante fue la cumbre de Ginebra de 1985 entre los dos por entonces mandatarios, el estadounidense Ronald Reagan y el soviético Mijail Gorbachov. Fue ese año su primer encuentro y un momento crucial para el fin de la Guerra Fría.

Por el contrario, un momento menos glorioso fue negarse a imponer sanciones internacionales a la minoría blanca del gobierno de Sudáfrica de tiempos del apartheid que oprimía a la mayoría negra del país.

Suiza, como el chocolate

Un estudio realizado en 2021 por el Centro de Estudios de Seguridad de la Universidad ETH de Zúrich reveló que el 96% de los suizos apoya la neutralidad y que el 84% creía que estaba inseparablemente ligada al concepto de Estado suizo.

Pero en ese pequeño país no perteneciente a la Unión Europea, con cuatro lenguas nacionales y rodeado por todas partes de miembros de la UE y (salvo Austria) de la OTAN, la neutralidad parece ser algo unificador.

El debate, de esa manera, está instalado. La discusión ahora se centra en si se debe permitir la transacción de armas en determinadas circunstancias. Por ejemplo, que el Consejo de Seguridad de la ONU o la Asamblea General declare por dos tercios de votos que un participante en el conflicto violó el Derecho Internacional.

Nadie acusaría a Suiza de ser pacifista o de mantenerse al margen de los asuntos mundiales. El país cuenta con un importante ejército que se nutre del servicio militar obligatorio para los jóvenes helvéticos.

Los fabricantes de armas del Estado alpino son también importantes exportadores mundiales, y venden sus productos a Alemania, los Estados Unidos y Arabia Saudí.

Aunque muchos países se mantienen neutrales o no alineados en conflictos concretos, sólo unos pocos son neutrales de forma permanente.

Al comienzo de la guerra contra Ucrania, los últimos neutrales de Europa eran Austria, Irlanda, Suecia, Finlandia y Suiza.

De los países vecinos de Rusia, Finlandia entró en la OTAN este año, mientras que la candidatura de Suecia sigue bloqueada por Turquía y Hungría. Ninguno de los demás planea medidas tan drásticas, pero el debate está en marcha en cada uno de ellos.

(Con información de DW y agencias)

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