Por María Eugenia Scognamiglio - Especial para Cromo
Para programar se necesita lógica y creatividad. Son dos habilidades humanas no siempre asociadas a las mujeres, sobre todo en la primera infancia. Los propios estereotipos de los juguetes lo evidencian. “La diferencia se veía en si para jugar nos traían una cocinita o un lego”, dijo a Cromo la programadora uruguaya Victoria Pérez, para explicar por qué hay menos mujeres que hombres en la industria de la tecnología de la información (IT, por sus siglas en inglés).
Lucía Bustamante coincide con Pérez. Ella es diseñadora de producto, una profesión con la que crea productos digitales, como las aplicaciones móviles. Según Bustamante, en la primera infancia “se instala la idea que los niños estudian lógica y las niñas son creativas”.
La creatividad y las habilidades blandas, como el trabajo en equipo y la constancia para resolver problemas que se presentan una y otra vez, resultan tan importantes como entender de lógica a la hora de escribir un código de programación. Según Pérez –quien integra el grupo Mujeres de IT residentes en Uruguay, que busca concientizar sobre el rol de las mujeres (ver recuadro)– “la programación precisa de una creatividad brutal” y agregó: “Yo como programadora me enfrento todos los días a un problema distinto, a problemas que no sé resolver y para eso la creatividad es lo básico. Pero esa habilidad siempre se asocia con lo artístico y no con la resolución de problemas”.
Las habilidades principales de un programador, según definieron tres profesionales consultados por Cromo, son la organización, el manejo de las frustraciones, el buen relacionamiento con otras áreas, la buena comunicación para transmitir conceptos complejos de una forma simple a personas que no manejan los conocimientos técnicos, la capacidad resolutiva, la proactividad para aprender. Y no hay que olvidarse de la paciencia.
Todos ellos coinciden en que hay que saber aplicar la lógica pero que resulta más importante tener esa serie de habilidades para no quedarse a mitad de camino.
Solo el 7% de los programadores a nivel global es mujer, según la encuesta de la reclutadora inglesa Pearson Frank que, para su encuesta salarial de 2018, consultó a 818 desarrolladores de 23 países.
En Uruguay las empresas están dispuestas a contratar mujeres programadoras, según Pérez, que cuenta que nunca tuvo desventajas en su experiencia laboral por su género. “Siempre tuve la teoría de que ‘ingeniera mata mujer’”, afirma. Es decir, “tener el título hace un diferencial” y se elimina el concepto de cuál es el sexo de la persona.
Pero ¿cuántas mujeres eligen ser ingenieras? En 2018 ingresaron 2.183 estudiantes a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República de los cuales 1.673 fueron varones y 510 mujeres, según el Anuario Estadístico 2018 del Ministerio de Educación y Cultura. Solo el 23%.
En las áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) la relación es de 80% de estudiantes hombres contra el 20% de mujeres y del total de empleados en las áreas de IT el porcentaje de mujeres oscila entre 29 y 31, según datos de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información, que nuclea a casi 400 empresas.
Esas cifras marcan, en una primera lectura, un cierto desinterés de las mujeres de introducirse en carreras de tecnología (en comparación con los hombres) por temor a la dificultad y por considerarse un ámbito dominado por hombres.
Las autoridades de Plan Ceibal percibieron esta falta de equidad y en 2019 optaron por lanzar el curso de Jóvenes a Programar solo para mujeres. De esos cursos de programación y testing egresaron 340 alumnas en diciembre.
En ediciones anteriores los cursos se dictaron para hombres y mujeres, pero, según explicó a Cromo la directora del programa, Carinna Bálsamo, la decisión de que este año las alumnas fueran solo mujeres respondió a que, si bien en los cursos mixtos había un número similar de hombres y mujeres, los egresados terminaban siendo un 70% varones y un 30% mujeres.
“Es la misma tendencia que en la educación y en el mercado laboral”, dijo Bálsamo y agregó: “Queríamos generar mayor equidad y darles una oportunidad de acceder porque las mujeres tienen más temor, piensan que la programación es muy difícil y después descubren que no. Hay mujeres que no se animan a ampliar en estos temas, que son considerados masculinos, en grupos donde la mayoría son hombres. Hay mujeres que necesitan del entorno femenino para animarse”.
El próximo año habrá cursos de programación mixtos, aunque se reservarán algunos solo para mujeres en Montevideo.
Una de las egresadas de Jóvenes a Programar de este año fue Jennifer Mancebo, quien vive en Mercedes, Soriano y estudió programación de forma online.
Mancebo explicó que es mamá de tres niños, lo que la había llevado a alejarse del sistema educativo y comenzó a estudiar programación gracias a una amiga que la alentó a inscribirse en el curso de Plan Ceibal. “Yo no sabía ni qué era programar, pensé que eso no era para mí y me encantó. Durante el curso hicimos una web de E-commerce que tuvimos que ir perfeccionando. Ahora quiero aprender GeneXus -una herramienta de desarrollo-. Sin saber nada se puede aprender a programar”, contó.
Según Plan Ceibal, en menos de un año los estudiantes aprenden uno de los lenguajes de programación más demandados por la industria y obtienen las primeras herramientas para trabajar en el sector tecnológico. Además, las estudiantes recibieron cursos de inglés online durante un año para completar la enseñanza de programación.
Margaret Hamilton
En 1960, cuando tenía 24 años, comenzó a trabajar como programadora en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). En 1965 terminó dirigiendo la ingeniería de software para el proyecto que escribió el código de la computadora de la misión Apolo 11 que hizo posible el primer alunizaje. “La gente solía decirme: ‘¿Cómo puedes dejar a tu hija? ¿Cómo puedes hacer esto?”, dijo Hamilton en una entrevista publicada por la revistaWired.
Ada Lovelace
En 1843 explicó que las computadoras podían utilizar números -como el cero y el uno- para representar elementos abstractos y no solo cantidades. De esa forma, con base en los números se podría programar cualquier funcionalidad. Así lo explica el Museo de la Ciencia del Reino Unido: “Podemos representar notas musicales, así como factores como la velocidad, el volumen y el tono, usando números. Podemos programar estos números en computadoras, y la computadora puede hacer música, distorsionarla o transponerla o hacer casi cualquier cosa que queramos hacer con ella (…) Este salto conceptual hecho por Lovelace (…) revolucionaron la informática y apuntalaron el desarrollo tecnológico de las computadoras modernas”. El lenguaje de programación “Ada” lleva ese nombre en reconocimiento a Ada Lovelace.
Joan Clarke
Colaboró con el matemático Alan Turing en el proyecto “Enigma”, que descifró el código de las comunicaciones secretas de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. La actriz Keira Knightley la interpretó en la película “El código enigma”.
Grace Hopper
Quizá su frase más popular sea la publicada por la revista Cosmopolitan, en 1967: “Programar es como planear una cena. Hay que planificar con anticipación para que todo está listo cuando lo necesitas. La programación requiere paciencia y la capacidad de manejar los detalles. Las mujeres son ‘naturales’ en la programación de computadoras”. Hopper, quien además de informática era militar de la Armada estadounidense, ayudó a desarrollar la primera computadora digital, en 1946 y creó el Lenguaje Común Orientado a Negocios (COBOL, por sus siglas en inglés).
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