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10 de diciembre 2023 - 12:55hs

A sólo dos días del cierre de las discusiones ministeriales en el marco de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), las ministras de medio Ambiente de Chile, Maisa Rojas, y su par de Australia, Jennifer McAllister, tienen por delante uno de los trabajos más complejos: definir la Meta Global para Adaptación (GGA, por sus siglas en inglés).

Establecida en el marco del Acuerdo de París de 2015, la GCA tiene por objeto impulsar la acción colectiva en materia de adaptación al cambio climático. Sin embargo, para medir eficazmente el progreso, la comunidad internacional debe abordar cuestiones conceptuales, metodológicas y las capacidades de cada país.

La conferencia, que se desarrolla en Dubái bajo la presidencia emiratí, arrancó el viernes su etapa final y el tiempo apremia, en buena medida porque todavía no hay un borrador sobre la cuestión, que según los expertos influirá en gran medida sobre el tipo de acción de adaptación al que se dará prioridad; es decir: qué acción percibirá la comunidad internacional como la más necesaria.

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El borrador global de la COP28 fue dividido y repartido entre cuatro grupos de trabajo, cada uno de ellos copresidido por dos ministros. Uno de los grupos tiene como finalidad realizar un balance global de la lucha contra el calentamiento global y sus efectos. El segundo definir las medidas de mitigación y adaptación; mientras que el tercer grupo debe establecer los medios de implementación.

Se trata de táctica habitual en la conferencias del clima de la ONU para facilitar la conclusión de los trabajos. Los tres borradores ya están listos para que los ministros hagan los cambios que consideren necesarios, no así el crucial capítulo referido a la GCA lanzado en la COP26 de Glasgow.

“Durante dos años hubo ocho talleres, con contribuciones técnicas de decenas de países, un trabajo considerable, pero ocurre que nunca hubo ninguna discusión sustantiva. Los ministros nunca se lograron sentar a ver el texto, a discutir qué parte les gustaba, que no les gustaba y qué se puede mejorar", explicó Rojas.

El trabajo técnico, desempeñado por lo que en el ámbito de la ONU se conoce como cuerpos subsidiarios, es esencial para que los ministros lleguen a la recta final con todas las opciones sobre la mesa para tomar decisiones políticas. “Los cuerpos subsidiarios van a seguir consultando con las partes para tratar de destrabar la cuestión técnica, y en paralelo nosotros tenemos que destrabar la parte política", indicó McAllister.

En términos prácticos, significa que Rojas y McAllister en lugar de recibir sólo las aportaciones de los ministros deberán compaginarlas con lo que llegue de los técnicos en un contexto en el que ha habido muy pocos avances en el establecimiento de las directrices para la puesta en funcionamiento de la GGA, a pesar que la primera revisión del avance logrado está prevista para este año como parte del Balance Mundial.

“La adaptación es el pariente pobre de las negociaciones climáticas”, en palabras de Jennifer Allan, experta del Boletín Mundial de Negociaciones. “El capítulo de mitigación ha tenido unos objetivos claros y vendibles, empezando por el de limitar el aumento de la temperatura mundial a +1,5 ºC”, explica la experta.

En cuanto a las finanzas, las cifras también son claras. “Los países ricos deberían en principio transferir 100.000 millones de dólares anuales a los países en vías de desarrollo”, afirma Allan. En cambio, la adaptación es una política “hiperlocal", en palabras de un reciente informe del Instituto de Recursos Mundiales.

Los especialistas destacan que aunque hay estimaciones globales de lo que se debería gastar, el cambio climático no impacta por igual a una isla del Pacífico que a una capital como Londres, o a un país como Arabia Saudita.

“El razonamiento detrás de la meta es que, al destacar el progreso, las necesidades y las deficiencias en los procesos de fortalecimiento de la resiliencia y la reducción de la vulnerabilidad, las partes tendrían que incrementar y acelerar el apoyo financiero y técnico para la adaptación”, afirmó Allan.

"Estamos todos sumamente comprometidos, todas las partes han declarado que tiene que haber un resultado importante en la adaptación, que este marco tiene que salir", aseguró Rojas. La ministra, sin embargo, admitió que existen dos escollos difíciles de superar.

“Por un lado está la cuestión de lo que se denomina ‘responsabilidades comunes pero diferenciadas’; lo que quiere decir que, aunque todos los países se enfrentan al mismo desafío, los que más gases de efecto invernadero producen son más responsables que el resto”, dijo McAllister.

“Esa frase quiere ser recalcada de manera repetitiva por los países menos desarrollados, lo que provoca dificultades. Por otro lado, no está claro cómo debe abordarse la transferencia de tecnología, y la financiación, que, de nuevo, es una responsabilidad de los países desarrollados respecto a los que están en vías de desarrollo”, agregó Rojas.

Según los expertos, el mensaje unitario debería ser sencillo para aunar voluntades. "Creo que es en torno al concepto de resiliencia, un mundo resiliente para limitar el aumento de la temperatura a +1,5 ºC”, dice Allan con relación a GCA. Un tema clave en el que se han logrado muy pocos avances desde la COP26 celebrada en Glasgow.

(Con información de AFP)

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