Era cerca de las 9 de la noche del viernes 13 de marzo cuando llamó a Adriana, como cada día a la salida de los entrenamientos, para definir dónde iban a cenar, cuando su esposa lo sorprendió. “¿Viste que se suspendió el fútbol?”, escuchó Jorge. No sabía aún de la decisión del gobierno, porque después de la práctica se habían quedado viendo algunos detalles del entrenamiento y definiendo la lista de concentrados porque el domingo visitaban a Danubio en Jardines, en el partido de la cuarta fecha del Torneo Apertura. Volvió a su casa y entendió que algo empezaba a cambiar en la vida, no solo porque se habían suspendido los espectáculos públicos como consecuencia de los primeros casos de coronavirus en Uruguay.
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