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La noche montevideana y una nueva forma de ir al bar

Las limitaciones de capacidad, horarios y funcionamiento de los locales a causa del coronavirus modificaron los hábitos
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21 de junio de 2020 a las 05:02

Las mesas de los bares separadas, con no más de cuatro personas en cada una. Las barras canceladas, con sillas dadas vueltas o cajones de cerveza que dejan en claro que no se puede estar ahí. No hay boliches para bailar abiertos, no hay toques de bandas –comenzarán a volver de a poco desde este fin de semana– ni shows de standup, ni DJ tocando música. No se puede estar parado en la esquina de un boliche en grupo, tampoco se puede estar de pie dentro de un bar. Las medidas para combatir la expansión del covid-19 cambiaron las dinámicas de salidas nocturnas de Montevideo, y eso queda a la vista con solo recorrer la ciudad un fin de semana por la noche.

A pesar de las prohibiciones y la larga lista de “no se puede”, la necesidad de esparcimiento, ver amigos, despejarse y olvidar al menos por un rato la pandemia –además del descenso sostenido en los casos positivos– hizo que muchas personas comenzaran a salir, sobre todo los viernes, y los locales no tienen capacidad para recibirlos a todos. Las escenas que se ven son tranquilas, sin muchas conversaciones y sin personas que se muevan de un lado al otro. Parece temprano, pero el reloj marca la hora pico, parece martes de noche, pero es sábado. Los locales tienen espacios grandes entre las mesas, y lugar para levantarse e ir con tranquilidad al baño, que en ningún caso va a tener fila. Todo parece cronometrado. Y en parte lo está. 

“Es raro, queríamos venir el viernes y no había lugar, al final arreglamos y pudimos reservar para hoy sábado”, explica una chica que llega al bar tarde, con la reserva casi caída y esperando a dos amigas más. Ya no es de un día para el otro. Ni mucho menos la concreción de una salida se resuelve en un par de horas en un grupo de Whatsapp. Condicionados por los protocolos, la enorme mayoría de bares y pubs funcionan con reservas. Los sistemas cambian según cada lugar, pero buscan lo mismo: que no se generen aglomeraciones de personas para respetar la distancia social entre los clientes y también el personal. Y se dan situaciones impensadas pocos meses atrás.

“Nosotros venimos siempre acá, y desde que empezó todo esto no habíamos salido. El fin de semana pasado llegamos y nos tuvimos que ir al rato, porque justo nos encontramos con unos amigos y teníamos que estar en mesas separadas”, cuenta una pareja que con solo 7 grados de temperatura le toca elegir una mesa de afuera.

Pero a pesar de las incomodidades del cambio abrupto, la adaptación parece darse con relativa naturalidad, al menos en algunos casos. “Las personas saben cómo es y por momentos es incomodo tener que ir y decirles, pero por lo general reaccionan bien, y no pasa nada. Nosotros tratamos de manejar bien el tema de las reservas, para que no se generen grandes grupos de personas”, explica una de las mozas del Brecha Bar. 

Otros bares tienen sistemas de turnos y dividen la noche en tres horarios: 19:30, 21:30 y 23:30, para poder gestionar mejor las reservas y lograr que la mayor cantidad de personas puedan ir a los locales. En los fines de semana la realidad que se repite tanto en el Centro y Ciudad Vieja como en la zona de bares de Parque Rodó es que son más las personas que quieren ir que las que efectivamente pueden hacerlo. Esto se da porque los locales funcionan sin barra, con mesas que no pueden superar los cuatro ocupantes, y además con un espacio de dos metros entre mesa y mesa. 

La normativa de la Intendencia de Montevideo genera como condición que los locales funcionen con la mitad de su capacidad de salón, pero como no se puede utilizar la barra, ni tampoco se puede estar de pie dentro, o fuera, la cantidad de personas que pueden asistir es aun menor. Y las inspecciones de la intendencia son comunes, más los fines de semana. Al menos así lo contaron en bares del Centro y de Ciudad Vieja. 

Mozo, la cuenta que me voy

A pesar de la aceptación de las nuevas reglas, suelen darse situaciones difíciles de manejar, que a veces terminan con enojos y la posterior salida del bar. Los que trabajan en distintos establecimientos de este tipo cuentan y recuentan la misma historia. Las personas colaboran, pero tienen muchas ganas de salir y es complicado que puedan respetar las medidas, sobre todo la de que tan solo sean cuatro personas por mesa. “Se genera algo que no está bueno, porque vos vas y les decís que no pueden estar parados al lado de la mesa. Y la gente se lo toma bien, pero muchas veces se levanta y se va”, cuenta uno de los dueños del Bar Andorra. Es que el tener que limitar también la cantidad de personas por grupo puede arruinar planes de reencuentros poscuarentena.

Como las mesas no pueden superar las cuatro personas, por lo que tampoco se pueden acoplar mesas, los festejos de cumpleaños en bares están casi prohibidos. “No se puede, no se pueden parar, no se puede ir de mesa a mesa, no se puede, no se puede”. Esa parece ser una de las frases más repetidas en los boliches que comenzaron a abrir en las últimas semanas. Cuesta, pero, de a poco, la gente se acostumbra. 

La situación no es muy distinta en otros bares, como el Candy Bar, que si bien no hacen reservas por teléfono o redes sociales, mantienen las medidas exigidas por la intendencia. El salón del bar es muy pequeño y al no poder utilizarse la barra la cantidad de personas que pueden estar se ve muy reducido. Inmigrantes Bar, por ejemplo, reserva en tres franjas horarias los fines de semana. Las mesas se dan por orden de llegada a esas personas que de forma previa llamaron o pidieron su lugar por las redes sociales. La salida espontánea ya no es opción.

Las condiciones para funcionar

Antes de que abrieran, el Servicio de Convivencia Departamental de la intendencia publicó las condiciones especiales en las que deberían de funcionar los bares, restaurantes, casas de comida, cafés y “mercados y destinos similares que reciban público”, que ya contaban con habilitación previa. Las medidas incluyen el mantenimiento en perfectas condiciones de los servicios higiénicos, deben de tener agua corriente, toallas de papel, jabón líquido y alcohol difusor o alcohol en gel. Algo que antes no era la norma en parte de los boliches.

En cuanto a la capacidad, no puede haber más de 100 personas en simultáneo en una misma planta. También hay límite de horario, y ahora los bares, restaurantes y similares solo pueden abrir hasta las 3 de la mañana. Las multas para aquellos lugares que no cumplan va de 2 a 350 UR ($ 441.000) e incluso podrán ser clausurados de forma preventiva. Y ahí sí, después de haber tenido que cerrar durante meses, nadie quiere exponerse a más pérdidas. 

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