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La Nueva Milonga: la historia de una murga histórica que quiere recuperar la mística tradicional

El histórico título de Tito Pastrana regresa al Carnaval con equipo renovado a defender su sonido tradicional
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23 de enero de 2023 a las 18:18

Vuelve a sonar una murga. Un coro se escucha en la noche y se prepara para volver a encontrarse con el público en la fiesta popular más grande del país. La Nueva Milonga vuelve a sonar y este lunes sube al escenario del Ramón Collazo.

Y deshojando flores de esperanza 
por los senderos que surcando va 
vendrá de nuevo La Nueva Milonga 
trayendo a flor de labios su cantar.

La Nueva Milonga debutó en el carnaval de 1952 con la conducción del histórico Tito Pastrana. En el libro Murga: Historias, personajes y conjuntos de un canto indomable, el letrista Eduardo “Tano” di Lorenzo relató el comienzo de un título que se registró con ese nombre casi de casualidad.

“Rómulo Ángel Pirri, o Tito Pastrana como era llamado por un personaje que había interpretado en la murga Asaltantes con Patente, fue a inscribir a la Comisión de Fiestas el título murguero: La Milonga Nacional. Ese mismo día, otro conocido carnavalero, Tito Larraz ya lo había anotado. Vale decir que en ese tiempo el que llegaba primero se convertía en responsable de la agrupación. Al no poder registrarlo, Pastrana optó por un título nuevo y le puso a la murga, La Nueva Milonga”. 

Murga-murga: el regreso de La Nueva Milonga

“Tengo 41 años y soy hincha de La Nueva Milonga desde que nací”, dice Álvaro Santos, el nuevo director de la murga. El patio de la casa de su niñez colindaba con el fondo del Rápido Sport, el club de La Unión donde ensayaba la murga de Tito Pastrana, y junto con los niños del barrio jugó a ser murguista por primera vez con La Milonguita. Luego emigró, pero desde que regresó en 2010 persigue el sueño de conseguir el título de la murga de sus amores. “Creer en el destino o reventar porque yo tenía que tener la murga”.

A mediados de 2022 ya era un hecho: volvía La Nueva Milonga y el rumor corría en el ambiente carnavalero. El primero en integrar el plantel fue Rafael Antognazza como director escénico y arreglador.

Por primera vez las letras de una murga como La Nueva Milonga están escritas por una mujer, la dramaturga, letrista y Figura Máxima del último carnaval Jimena Márquez. Además cuenta con la participación de “Tanito” Di Lorenzo.

El título del espectáculo es Público. Una excusa para poner la mirada sobre el vínculo con el público de Carnaval, pero también sobre la articulación de los espacios públicos, privados y privatizados. 

Ficha técnica
Coro: César Pintos, Marcelo Iribarne, Gastón "Rusito" González, Marcelo Luzardo, Sebastián Hernández, Claudio Antúnez, Julio Pérez, Ángel "Marquitos" Gómez, Mauricio Ripoll, Gabriel López, Leonardo "Palmera" García, Rodrigo Cabeda, "Carucha" Ramos.

Batería: Gerardo Cánepa, Jorge Pérez, Agustín Pérez.

La Nueva Milonga vuelve con una premisa: defender un estilo tradicional. "Si bien nos tenemos que aggiornar a los tiempos que corren –estamos seguros de que una murga de los años 80 ni pica hablando carnavaleramente– no queremos perder el estilo. Quiero que esto siga el estilo de La Nueva Milonga en el canto, la batería es fundamental, los coros, los contra cantos. Que no se pierda el típico estilo unión". Un estilo que Santos siente que se está perdiendo en el Carnaval.

Rafael Antognazza se encarga de los arreglos musicales de la murga y, en consecuencia, de cuidar esa musicalidad como una herencia. “Es una murga orejana. Pastrana la funda observando la importancia que tenía el ritmo del Candombe en con un viaje musical. La murga se construye con las personas que en los barrios tenían oído y que más o menos cantaban, pero nunca fue nada en serio. Pastrana le dio algo de seriedad pero nunca se lo tomó demasiado en serio, sigue siendo así tradicionalmente y particularmente este grupo es así. 'Está todo bien pero es una murga esto, gurises. Vamo arriba'. Es como la canción de los Rolling: It's only Rock N Roll but I like it".

Antognazza intuye, porque no está documentado, que Pastrana vio en la música afrouruguaya una puerta hacia un nuevo camino musical. Y en ese mundo que era el carnaval hizo su propia murga a mediados de la década del 50. "El rigor artístico y el rigor profesional ahora es otro. Horas de ensayo, soladores, escenografías. Cada vez nos acercamos más a Broadway, si Pastrana vivera diría 'prendan fuego todo porque esto no es Carnaval'", dice el director mientras señala a los soldadores que terminan parte de la escenografía de la murga.

Lo rítmico este año es esencial. En este sentido, inauguraron el carnaval con buen pie: se llevaron la mención a la Mejor Batería de Murga la primera noche de Carnaval. Pero no sólo se trata del sonido: es una murga que tiene bailar como bailaban los murgueros de antes.

A mediados de los años 50, cuando nació La Nueva Milonga, no era habitual que las mujeres subieran a los escenarios. Los coros de murga eran exclusivamente masculinos. Lo mismo pasa con esta nueva versión de la murga, pero Antognazza señala que no se trata de una decisión que responda al estilo sino que las mujeres que buscaron para llevar a la murga no podían o no quisieron salir arriba del escenario. Jimena Márquez fue una de ellas, pero tiene su traje preparado. "Todavía puede aparecer", dice el director con un resto de deseo.

Una foto y una herencia familiar

Una sola foto resistió el paso del tiempo y las mudanzas. Gastón “Rusito” González con nueve meses de vida a upa de sus padres en la despedida del Teatro de Verano con La Nueva Milonga. Su papá, Carlos "Bananita" González, salió con la murga en 1992. Durante el Desfile Inaugural le venían a la mente las fotos que no conservó, las postales de su niñez con un traje de murga yendo atrás de su papá y de esos hombres que para desde su perspectiva de niño parecían cabezudos. "Bailé desde el principio al fin, deje la vida porque me empezaron a venir esas postales".

"Yo soy bastante fácil cuando se habla de Carnaval", dice entre risas. A mediados de 2022 recibió la invitación para integrar el plantel del conjunto y le llegó como una sorpresa, porque a pesar de que había escuchado que volvía la murga de Tito Pastrana no pensó que lo fueran a convocar. González estaba instalado en Parodistas con Los Muchachos, donde se consagró como figura de la categoría. "Me empezaron a plantear lo que querían, cómo la querían sacar con los nombres de ciertos integrantes que para mí son superhéroes".

Habló con el "comité", su familia, y los convenció para poder salir un año más. Ahora el cupletero se siente como "la mascota" de un grupo cargado de figuras que fueron referentes en su formación. "Es una murga que está en peligro de extinción, en el buen sentido. Hay espectáculos y murguistas maravillosos, pero acá son de esa vieja guardia. Con una tímbrica diferente. Hay una mística murguera en la nueva milonga". 

Coquetea con la murga y con el público, encarnando a la tradicional figura del cupletero y mantiene la relación con la audiencia. "No se si después gano o pierdo porque eso es subjetivo, pero para mí el publico es sagrado. Que venga un niño o una persona mayor a abrazarte, que esté en la platea hablando y me estén tocando una mano, para mi eso es impagable. No lo vivo en otro lado y es mágico. Y lo agradezco".

González señala que se busca el equilibro entre "no perder la raíz" del conjunto y aggiornarse a un carnaval de otra época. "El arte es como la ropa, somos moda y todo va volviendo. Como volvieron los oxford también vuelve la murga tradicional. Para los viejos es un recuerdo y para los más jóvenes que no lo curtieron termina siendo cool. 'Canta vibrante, es cool esto'", dice y vuelve a reír. 

Un primer puesto y una despedida memorable

La Nueva Milonga participó del Carnaval uruguayo durante casi medio siglo y se convirtió en un título histórico. Sin embargo, obtuvo un único primer premio y llegó recién en 1985.

Marcos Gómez, que a pesar de sus más de sesenta años siguen llamando “Marquitos”, es el único murguista de hoy que fue parte de aquel triunfo extraordinario. “La única vez que ganó la murga tuve la suerte de estar ahí”, dice mientras se sienta y cruza las piernas. Pita un cigarro corto y cuando habla lo deja quemar sosteniéndolo entre los dedos, mientras recuerda la alegría de aquel primer premio que pudo compartir con su padre en la misma murga hace casi cuarenta años. “Yo tenía veintipico de años. Lo que aprendí de esa gente fue tremendo, eran murgueros de ley. Habían otros códigos, otra cultura en el Uruguay y en el Carnaval. Éramos muy felices, porque el objetivo era pasarla bien. Igual que este año acá. Este año lo principal es pasarla bien”.

Tito Pastrana pasó a la historia como uno de los grandes referentes del género hasta su muerte en 1999. “Fue mi mejor amigo del Carnaval. Era el padrino de mi hija. Fue el que me aconsejó mejor, el que me respetó, el director y el dueño de conjunto con más códigos de todo Carnaval. Era loco, pero yo entendía su locura. Y la mayoría de las veces su locura era bien fundada. Hoy por hoy no existe más eso, hay que adaptarse a los tiempos que corren. Pastrana fue el más grande”.

Esa admiración y familiaridad todavía le hace temblar la voz. Y hace una aclaración: “Cuando Tito Pastrana era el dueño de La Nueva Milonga él decía que la murga se moría con él y yo lo respeté. Salgo en La Nueva Milonga porque cambió de dueño. Si hubiese sido de la familia Pastrana yo no hubiese salido”.

En 1985 La Nueva Milonga también ganó el mejor cuplé con El Niño Paisito, el título de mejor letrista de Carnaval se lo llegó el “Tano” di Lorenzo y el mejor personaje de murgas fue para Manuel "Abrojo" Cadenas, uno de los murguistas que regresó ahora a la murga. Si bien no sale con el conjunto, se queda en una esquina y mira el espectáculo con los ojos bien abiertos. “Yo lo miraba de abajo y lo imitaba. Cuando empecé a salir en el 84 él era 'el' cupletero”, cuenta ahora Rafael Antognazza, quien asumió la dirección escénica de la murga. 

La retirada pasó a formar parte del repertorio popular de la murga: La despedida de los colores. “El rojo cual corazón de rubí de labios carmesí del payaso sonriente / El verde que floreció siendo el campo y el mar el azul manantial que frescura nos da”.

Cerca del escenario del tablado de Las Acacias Rosario Viñoly supervisa los trajes de los componentes y ajusta los últimos detalles antes de que la murga suba a su primer tablado de la temporada. Los primeros murguistas que maquilló fueron, justamente, Héctor Polanco y "Abrojo" Cadena para La Nueva Milonga.

Una madrugada de la década del 80, Rosario Viñoly acompañaba a la murga en un bar en la esquina de 8 de Octubre y Abreu. "En una de las mesas chicas estaba el Tano Di Lorenzo escribiendo la despedida de Los Colores", dice mientras señala con su mano derecha la distancia que recuerda entre las mesas. "Se acercaba la mesa nuestra, que era una mesa de mucha gente que no tenía nada y mucho que ver al mismo tiempo: la filosofía de la noche. Él venía y consultaba con el Tito qué le ponía a cada color. Ese recuerdo quedó permanente en mi mente".

Esa historia carnavalera está sublimada en el vestuario. Una propuesta con un dejo de “las murgas de antes” adaptado al siglo XXI.

“Al principio se tienen que parecer un poco a los murguistas del ayer. Me pareció que tenía que poner mucho color, colores disonantes, pero tiene una tónica orgánica porque todas las texturas, de las que fue responsable Ana González, tienen que ver mucho con la naturaleza". Esa referencia a los movimientos de la naturaleza, como vínculo con el momento de renacer de una "murga de antes", está reflejado en los trajes de las puntas. "Murga-murga en flores", decía la despedida de los colores.

Mientras que, al medio, las imágenes hablan de la modernidad: la comunicación, la gente, las opiniones y, especialmente, la diferencia entre lo público y lo privado.

La murga canta y vibra. Mientras el club Las Acacias termina de pintar el mural del escenario que será un tablado, pequeños niños y niñas corretean entre los murguistas. Es hora de subir al escenario. Volvió Carnaval.

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