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La oscura democracia argentina

Análisis del economista y periodista Dardo Gasparré
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22 de septiembre de 2015 a las 00:30

La provincia de Tucumán es, numéricamente, el sexto distrito electoral argentino. Relativamente rica, cuna de la primera industria pesada del país y de grandes universidades. También de la Independencia. Hizo un importante esfuerzo de diversificación de sus cultivos, su industria y su exportación que llevó a cabo su sector privado desde los 70.

Al mismo tiempo, con grandes desigualdades de todo tipo, desde siempre. Un millón setecientos mil habitantes, y más de 1 millón de votantes en un terrenito de 22 mil kilómetros cuadrados.

Allí se enquistó uno de los más nefastos regímenes mafiosos que se pueda concebir en el mundo actual. Desde prostitución regenteada a gran escala a trata de mujeres y juego, desde asesinatos encubiertos, consentidos o generados por el poder, a muertes a la vera de los caminos que ni siquiera se conocen.

Desde apoderamiento de empresas con la venia oficial, al narco paraoficial. Desprecio por la gente y cualquier derecho, peor que en los peores tiempos de las tropelías de los ingenios azucareros en los albores del siglo XX. (La finca de Al, de 2000 hectáreas tiene pista de aterrizaje privada, vigilancia también privada. Y un hotel estilo Dubái que solo ocupan socios y amigos. Se aconseja no acercarse)

Allí reina desde hace 12 años José Alperovich, devenido kirchnerista por afinidad y conveniencia, al que llaman Al Perovich, por razones obvias.

El feudo es el reinado del clientelismo, el populismo y el desprecio por los derechos. Como en todo populismo, la mayoría está con Al Perovich, obviamente. De modo que era casi elemental descontar el triunfo del peronismo K en la provincia.

El gobernador sátrapa, luego de fabricarse tres mandatos, debe bajarse del trono. Elige como sucesor, o le eligen, a un ex ministro de Educación de la Nación, el kirchnerista Juan Manzur, conocido por su especialidad en la apropiación de empresas en quiebra o quebradas por el gobierno y por su dudoso (al menos) accionar en el manejo de medicamentos de distribución masiva gratuita. Con un premonitorio parecido físico con Scarface.

Las ambiciones políticas de los punteros y caudillos locales, y la vocación de desprecio a la voluntad popular aunque no haga falta, hicieron que, vía la ley que Al Perovich maneja a discreción, se estableciese para los municipios un régimen con similitudes a una ley de lemas, ese sistema de prestidigitación democrática que mezcla las elecciones generales con las internas, como sabe Uruguay.

El resultado fue que, en esa pequeña provincia se presentaran más de 500 partidos y 25 mil candidatos. Las boletas de voto eran entonces colectoras, es decir, se votaba por muchos candidatos regionales, todos con un solo candidato a gobernador. Una sutil forma de fraude.

Un mecanismo de voto vetusto, y un sentido arraigado de la prepotencia política, hicieron que las elecciones se transformaran en un campeonato de trampas, aún entre kirchneristas. Desde el robo de boletas de cada sub-lema, hasta las urnas pre-llenadas de votos. Desde las actas fraguadas, a las urnas sin franja de seguridad. Desde errores en las planillas hasta desaparición de las grabaciones de seguridad de los recintos donde se custodian las urnas. Con incendio de urnas, de paso.

Manzur debía ganar de todos modos, aunque por muchos menos votos de los que declamó en el escrutinio provisorio, pero está claro y probado que sus hordas manosearon la voluntad popular.

El pueblo tucumano, vejado durante años, insultado, violado casi textualmente, reaccionó. La noche siguiente a los comicios salió a la calle una multitud de 25 mil personas. Reclamaban solamente ser respetadas, en paz y sin banderas. En una demostración de la estupidez que produce el poder absoluto, desde la Casa de Gobierno salió la Policía de la provincia, en formación de combate, a atacar a los manifestantes.

La gente se dispersó. Pero como eran tucumanos y no porteños volvieron todos. Ancianos, mujeres, jóvenes. “Que gobierne quien fuere”, decían, pero que ganen en buena ley. La gente volvió ocho noches más, en igual número. Estaba cansada de muchos años de atropello, más que del fraude.

El jefe de Gabinete de la Nación y candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, Aníbal Fernández, dijo que no podía ser que dos jueces irresponsables creen una acefalía al no permitir elegir los nuevos legisladores y mandatarios. Particular visión de la justicia. Cristina, en otro ofensa al federalismo y a los tucumanos, despotrica en cadena nacional porque la oposición recurrió a la justicia, algo inconcebible en su mente antirrepublicana.

Ya sin máscara democrática alguna, Al Perovich llenó la plaza de Tribunales de patoteros rentados, a los que arengó personalmente, y proveyó de baños químicos, alimentos, primeros auxilios y otras tecnologías. Busca peligrosamente amedrentar a la gente que protesta. “No somos mansos”, fue su mensaje a los jueces y a los ciudadanos que piden transparencia. Un demócrata republicano.

La situación es ahora así. El Tribunal Superior provincial rechazó la anulación de las elecciones por 5 votos a 0, acorde a su lealtad in sobornable (sic) a Al Perovich. El radical Cano aceptó el fallo para evitar el fantasma de la acefalía, pero analiza recurrir a la Corte Suprema de la Nación y Cristina Fernández extorsionó con intervenir los tres poderes de Tucumán si la elección fuera anulada. Para ella se trataría de un golpe de estado judicial. Porque en su concepción, la natural contraposición de la justicia a los otros dos poderes no es un juego republicano: es una maniobra destituyente.

Al momento de entregar esta nota, los dos jueces que fallaron contra el oficialismo y el candidato a opositor fueron acusados por los alperovichistas ante la justicia amiga. Nada menos que de sedición. Raro delito para ser cometido por un juez.

La Corte Suprema de la Nación difícilmente le quite el triunfo a Manzur. Hasta es difícil que acepte el caso; no parece de su órbita. Hasta es posible que Cano desista de apelar.

Nunca en democracia un gobierno ha basureado tanto los derechos ciudadanos como el kirchnerismo. Nunca ningún gobierno se pareció tanto a una dictadura. Nunca hubo semejante desprecio desembozado por la voluntad popular.

Tucumán es un lamentable y peligroso espejo del futuro nacional. Como imaginaría Borges.

Teniendo en cuenta que las nacionales se definirán en primera o segunda vuelta por márgenes muy escasos, el fraude es una peligrosa herramienta electoral del oficialismo. En el Chaco el kirchnerismo ganó este domingo por 11 puntos de ventaja. Buen triunfo, pero mucho menos que su caudal histórico. ¿ Bajó el fraude?

Argentina vive su más oscura y triste etapa en democracia. Si hemos de llamarla así.

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