A sus amigos y compañeros de trabajo ella les decía que su novio la iba a matar. Quienes conocían a la pareja cubana -habían llegado al país a comienzos de diciembre- declararon a la fiscal de Violencia Doméstica Alba Corral que el hombre, de 51 años, era "muy celoso". Que era "de carácter fuerte", "controlador", y que "no la dejaba hablar con hombres". Él la golpeaba, la insultaba, la amenazaba de muerte. Ella, Jaqueline, aparecía con los labios partidos y les decía a los vecinos -de Paso de la Arena, en donde hay una colonia de isleños-: "Mirá cómo me dejó". "Dios", decía, la había "salvado".
El hombre les había dicho a los vecinos que "la iba a matar". Ellos le advirtieron a Jaqueline varias veces, pero "a pesar de los consejos y alarmas nada pudieron hacer", escribió la fiscal. La noche anterior al femicidio, ella no pudo dormir, según contó al otro día horas antes de morir, porque él se acostó con ella sosteniendo un cuchillo y amenazándola con incrustárselo en el pecho. Otras noches la despertaba a las cinco de la mañana para que se pusiera a lavar la ropa.
El día en que la mató, el hombre revisó el celular de la mujer: se enfureció, agarró un cinto y la ahorcó. Ya había ocurrido un ataque similar hacía pocos días: la había intentado ahorcar con sus manos, pero la soltó cuando ella bajó los brazos "en claro signo de entrega", según contaron testigos.
Nadie denunciaba. Le pedían que lo dejara, que la ayudarían a acompañarla en esa decisión; ella contestaba que "lo iba a pensar".
Quienes la rodeaban definieron que Jaqueline siempre se mostraba "sumisa", "con miedo", y que "se le veía que le tenía más que respeto, que le tenía miedo". "Estaba resignada", "él la iba a matar", repitieron ante la fiscal Corral cuando recogía los testimonios durante su investigación.
Jaqueline fue asesinada el martes 29 de enero a la noche y su muerte marcó el primer femicidio del año. El hombre escondió el cadáver debajo de la cama y se escapó. Su yerno recibió el miércoles 31 un mensaje de texto del femicida que decía: "Luis, agarré a Jaqueline por el pelo y la maté".
La policía de Cerro Largo lo capturó una semana después. Fue detenido en un establecimiento rural ubicado en la ruta 44 a donde había ido a pedir comida y agua, en el paraje de Colonia Wilson, próximo a la localidad de Vichadero, y confesó el crimen de inmediato.
La fiscal Corral lo imputó este jueves por un delito de homicidio muy especialmente agravado por su modalidad de femicicio, y la Justicia resolvió para el hombre 150 días de prisión preventiva.
"Si no era de él no iba a ser de nadie", repetía el cubano, según se relata en el escrito.
La fiscal también expresó en la audiencia que Jaqueline era explotada por el hombre: que "no contribuía en nada" con sus ingresos para solventar los gastar del hogar, mientras ella, además, trataba de generar ahorros para enviárselos a sus hijas en Cuba "para que una de ellas pudiera festejar sus 15 años y la más pequeña recibiera sus juguetes que nunca le había podido comprar".
Según detalla el texto, "él no se iba a ir de su lado" hasta que no le devolvieran la deuda que habían contraído con la hija del femicida para que pudieran emigrar a Uruguay.
Hacía seis años que estaban juntos.
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