Estamos casi todos, y casi todos sentados. Callados y esperando. Dudamos, porque no sabemos si estamos metidos en el mismo éter hotelero de siempre o si es otra dimensión similar que se ve y se siente igual. Sabemos, todos, que es el de siempre, porque el pasillo es el mismo. Las miradas son las de siempre. Las libretas, las mismas pero con más anotaciones que la última vez. Los cuadros colgados de las paredes, el mueble vacío colocado para hacer bulto, los bostezos, las expectativas: todo es un calco de algo que ya vivimos o creemos haber vivido. Y que estamos viviendo de nuevo.
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