la confianza se hundió a niveles “sin precedentes” como consecuencia de delitos que calificó como “atroces” perpetrados por agentes de policía

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La policía británica afronta "una de sus mayores crisis", según un informe oficial

El máximo responsable de inspeccionar el accionar de la fuerza metropolitana de Inglaterra y Gales advirtió sobre una “crisis de credibilidad sin precedentes” y pidió mayores facultades para supervisar a los “bobbies”
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10 de junio de 2023 a las 05:03

Poco y nada queda de lo que fuera una tradicional postal de la capital británica. Tan típicos en una época como el Bing Ben y las cabinas telefónicas rojas, los “bobbies” ya no son esas figuras amables y sonrientes que solían recorrer las calles en parejas y que posaban sin problemas con los turistas, y hasta le prestaban sus inconfundibles cascos para alguna ocasional postal de viaje.

En su informe anual como jefe de Inspección de Policía y Servicios de Bomberos y Rescate (HMICFRS por sus siglas en inglés), Andy Cooke, responsable de supervisar a las fuerzas metropolitanas de Inglaterra y Gales, advirtió que el cuerpo, creado en 1829 a instancias del entonces ministro del Interior, sir Robert Peel, pasa por la mayor crisis de su historia.

En medio de un deterioro sin precedentes en la gestión de la vigilancia, debido a las fallas sistémicas y generalizadas tanto de la policía como de la justicia penal que amenazan con dañar todavía más la confianza pública, Cooke pidió poderes ampliados por remediar la situación y restaurar el prestigio de los “bobbies”, nombre popular derivado de Bob, el diminutivo de Robert, el primer nombre del creador de la fuerza.

La denominación, que triunfó rápidamente, tanto que se ha mantenido hasta nuestros días, ya no tiene la carga de respeto de otros tiempos. “Fui oficial durante 36 años antes de tomar este trabajo. No tengo ninguna duda de la dedicación, valentía y compromiso de la gran mayoría de los agentes y el personal. Pero hay fallas claras y sistémicas en todo el servicio debido a una serie de terribles escándalos. La confianza pública en la policía pende de un hilo”, afirmó Cooke en su informe.

Según el mayor responsable de inspeccionar el desempeño de la fuerza, la confianza se hundió a niveles “sin precedentes” como consecuencia de delitos que calificó como “atroces” perpetrados por agentes de policía, al mismo tiempo que la eficacia de la fuerza para “detener criminales disminuyó sustancialmente". En ese marco, Cooke pidió a la ministra británica de Interior, Suella Braverman, que le otorgue nuevos poderes legales para “introducir mejoras”.

Famosos en el pasado por su buen talante y su empatía con los ciudadanos, los “bobbies” fueron  mutando en su accionar poco a poco, sobre todo después de los atentados terroristas registrados en la capital británica y los recurrentes episodios de inseguridad, en especial en los suburbios de las grandes ciudades. Por lo pronto, ya no patrullan las calles sin armas, una antigua prueba de la intención de resultar próximos y nada intimidatorios.

En su valoración anual del desempeño de la policía en Inglaterra y Gales, el inspector jefe, que asumió el pasado, dijo no recordar "una época en la que la relación entre la policía y los ciudadanos haya sido más tensa de lo que es ahora". Durante la presentación del informe recordó que "la expectativa ciudadana es que la policía evite el crimen, lo investigue adecuadamente, que esté presente en las comunidades, que sean visibles, y respondan al número de emergencia con rapidez, los básicos de la policía".

El informe de Cook tiene como antecedentes varios casos ampliamente documentados por los medios locales y que conmocionaron a la sociedad. En uno de ellos, el año pasado, la justicia británica condenó a cadena perpetua con más de 30 años de reclusión obligatoria al ahora ex policía David Carrick, de 48 años, por al menos 48 violaciones contra 12 mujeres durante 17 años.

El caso creció como una bola de nieve y superó los hechos criminales específicos cuando se conoció que el accionar de Carrick había llamado la atención de sus superiores en al menos nueve ocasiones y que pese a haber estado implicado en dos delitos fue aceptado en la fuerza tras abandonar el Ejército. También conmovió a la población el caso de Sara Everard, una ejecutiva de 33 años, violada y asesinada por Wayne Couzens, un agente que también trabajaba en la brigada de protección diplomática.

En un intento por remediar la situación, Cook solicitó nuevas medidas que aseguren el cumplimiento de mejoras dentro de la fuerza. “La policía no se está encontrando con las crecientes demandas del público y frecuentemente falla en la ejecución de tareas básicas”, indicó el inspector. "Las denuncias han disminuido dos tercios desde 2014, lo que demuestra que pese al aumento de los delitos, las víctimas están cada vez más insatisfechas con la policía y el sistema de justicia penal", explicó Cook.

"Hemos visto demasiadas ocasiones en las que se pierden oportunidades para atrapar a los delincuentes que están causando miseria en nuestras comunidades", afirmó. Cook, no obstante, destacó que la policía británica cada vez con mayor frecuencia está obligada a tomar responsabilidades que deberían recaer en otros servicios públicos, especialmente cuando se trata de casos que involucran a ciudadanos que padecen problemas de salud mental.

Según el inspector, en 2002, la policía atendió 600.000 incidentes de salud mental, en la mayoría de los cuales no se requería su intervención. En respuesta a la creciente problemática, que los expertos relacionan con situación de abandono, alcoholismo y consumo de drogas, el comisionado Mark Rowley informó que la policial dejaría de atender ese tipo de incidentes, a menos que existe una "amenaza inmediata para la vida".

Aunque Cooke agradeció la inversión que había permitido la incorporación de más de 20.000 oficiales en Inglaterra y Gales desde 2020, también subrayó las dificultades para investigar los antecedentes de los nuevos reclutas y la inexperiencia de una fuerza laboral que perdió a muchos oficiales con experiencia debido a los recortes presupuestarios que se suceden desde 2010, cuando asumió como primer ministro el conservador David Cameron.

El informe de Cook se conoce, además, en un contexto en que la división de asuntos internos investiga 1.000 denuncias por abuso sexual y violencia doméstica que involucran a unos 800 de sus oficiales, y cuando se revisan infracciones pasadas por alto en los últimos diez años. “Entiendo que muchas mujeres y ciudadanos en general se pregunten si pueden confiar en la policía”, reconoció Rowley.

Por su parte, el portavoz del primer ministro, Rishi Sunak, admitió que casos de alto perfil como el de Carrick habían “destrozado” la confianza pública y reconoció la necesidad de revisar los estándares y la cultura interna de la fuerza. En tanto, Zoe Billingham, quien se desempeñó como jefe de Inspección de Policía y Servicios de Bomberos y Rescate, reclamó una investigación pública y profunda de las conductas misóginas y violentas de los antaño queribles “bobbies”.

 

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