Cartas de los lectores > OPINIÓN

La posición de la Parte Rusa sobre la situación en torno a Alexey Navalny

Carta del embajador de Rusia en Uruguay, Nikolay Sofinskiy, sobre el caso Navalny
Tiempo de lectura: -'
28 de septiembre de 2020 a las 05:01

Por Nikolay Sofinskiy
Embajador de Rusia en Uruguay

La Federación de Rusia en la situación en torno a Alexey Navalny desde el principio ha adoptado una posición de máxima transparencia. Por solicitud de sus familiares se le acordó rápidamente la salida del país para su tratamiento en Alemania, lo que fue realizado sin ningún obstáculo, ni bien los médicos del hospital de la ciudad de Omsk han logrado estabilizar al paciente. Además, nuestros médicos han entregado a sus colegas alemanes todos los datos recolectados sobre el estado de salud del paciente y estaban dispuestos a seguir el trabajo conjunto en los intereses de su pronta recuperación.

Lamentablemente, la respuesta ha sido el rotundo rechazo del Gobierno de la República Federal de Alemania de cooperar con nosotros en esclarecer la situación de Alexey Navalny. Prácticamente desde el primer día Berlín ha pasado a “la diplomacia a los gritos”, lanzando una amplia campaña para culpabilizar a las autoridades rusas en un supuesto envenenamiento del ciudadano ruso. En la misma han participado activamente los Aliados Euroatlánticos y las sedes de la OTAN y de la UE con el llamado a realizar una tal “investigación internacional independiente” bajo el patrocinio de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).

Sorprendentemente, a diferencia de los toxicólogos rusos, los médicos del hospital “Charité” enseguida encontraron en las muestras del bloguero ruso la presencia de inhibidores de colinesterasa, anunciando su envenenamiento. Luego se involucraron los médicos militares alemanes del Instituto de Farmacología y Toxicología de Bundeswehr en Munich, que llegaron a la conclusión bien predecible, teniendo en cuenta la histeria rusófoba del Occidente que no para, de que Alexey Navalny ha sido “afectado” por un agente tóxico de la clase de “Novichok”.

Las acciones de Alemania han sido tan ordenadas, que empezaron a generar una multitud de preguntas de si no estamos frente a otro espectáculo sobre el uso místico de armas químicas, pero esta vez en lugar de Siria o Gran Bretaña, acá en Rusia. Lo hace pensar una serie de circunstancias: la disposición momentánea, manifestada al más alto nivel, de extraer al bloguero a ser tratado en Alemania; la presencia durante su transportación de los representantes del Bundeswehr y del transporte especializado militar; el involucramiento en la situación de las autoridades político-militares de más alto nivel, cuyo “huésped” ha sido nombrado dicho paciente. Aparentemente todos estos aspectos organizativos fueron componentes del plan destinado a politizar dicho incidente persiguiendo un objetivo claro – acusar a Rusia de violar la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas.

Pese a sus obligaciones dimanantes del Convenio Europeo de Asistencia Judicial en Materia Penal de 1959 y los dos Protocolos al mismo, las autoridades de Alemania actúan para contrarrestar activamente la investigación preliminar del incidente de Alexey Navalny realizada en Rusia, entorpeciendo así el descubrimiento de la verdad en el marco de la legislación rusa. Dan prueba de ello la negativa rotunda de cooperar con la Parte Rusa a través de los organismos del orden público y las instituciones médicas, el de haber ignorado las solicitudes legítimas remitidas por la Fiscalía General de Rusia y el de apelar al potencial “pericial” de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ). Lo último también está bien claro, ya que dicha instancia que solía ser el fidedigno organismo internacional especializado, que recibió el Premio Nobel de la Paz 2013 por la desmilitarización química de Siria, hoy, en un cruel giro del destino, debido a los esfuerzos de los Aliados Euroatlánticos de hecho ha sido convertida en un instrumento para realizar sus planes geopolíticos en el Medio Oriente y más allá de ello.

El hecho de que la Parte Alemana ha ocultado la información sobre la botella con las supuestas huellas de sustancias altamente tóxicas, que fue incautada por los círculos próximos a Alexey Navalny de la habitación del hotel en la ciudad de Tomsk, y la posterior retirada no autorizada de este objeto a la República Federal de Alemania, demuestra la motivación política de todo el asunto. Es obvio que tales “pruebas” son jurídicamente cuestionables. Cabe en la misma categoría la manera diletante en términos de “química” y toxicología con la cual fue presentado todo eso en los videos: todos los compañeros de Alexey Navalny involucrados, los representantes del Bundeswehr y los médicos alemanes estaban sin los medios de protección indispensables en este tipo de casos.

Surgen preguntas acerca del estado normal de las personas circunstantes al “envenenado” Alexey Navalny que estaban en el hotel, el aeropuerto y a bordo del avión, quienes, según la lógica de los supuestos sucesos, deberían haber sufrido daños graves. Sin embargo nada de esto sucedió, aparentemente, debido también a una oportuna secuencia de eventos. Es decir, en todo lugar, de manera fantástica sucedieron cosas asombrosas, que no dejan de atraer la más grande atención.

Menosprecio abierto de las solicitudes de la Fiscalía General de Rusia de asistencia jurídica es una violación directa del numeral 2 del artículo VII de la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas que obliga a todos los Estados miembros proporcionar este tipo de asistencia. Es más, las exigencias a Rusia “para que aporte” a la investigación bajo la égida de la OPAQ que se escuchan desde los inicios de septiembre de parte de las autoridades alemanas y de sus aliados de la OTAN no es otra cosa que la socavación de los principios de la Convención y un intento de utilizar esta institución internacional para la injerencia en los asuntos internos del Estado miembro de la Convención, bajo la jurisdicción directa de la cual caen los hechos en las ciudades de Tomsk y Omsk.

La detección y la identificación por parte de los laboratorios de la República Federal de Alemania, Francia y Suecia de las sustancias altamente tóxicas, denominadas en el Occidente como “los Novichoks”, indica que hace mucho tiempo han sido bien conocidas en varios países de la OTAN y la Unión Europea, que las mismas fueron estudiadas y desarrolladas allí utilizando equipos de alta tecnología. En algunos de ellos, por ejemplo, en los Estados Unidos, se otorgaron patentes para su uso con fines militares, lo que es significativo de por sí, incluso en el contexto de la historia con Alexey Navalny.

Queda en evidencia la gran atención a esta clase de sustancias tóxicas en un artículo científico publicado a principios de este año por expertos del laboratorio químico-militar de los Estados Unidos (Aberdeen, estado de Maryland) sobre la investigación de las características de “los Novichoks” en que se indica que ellos mismos sintetizaron tres sustancias tóxicas de este tipo (A230, A232 y A234). En todo caso, este hecho elimina cualquier posible argumento a favor de que este tipo de tecnología debería asociarse exclusivamente con la URSS y Rusia.

El papel de la Secretaría Técnica de la OPAQ en esta situación resulta dudoso. Cabe destacar que desde el momento cuando su Director General Fernando Arias recibió el 3 de septiembre del a.c. la información de la Parte Alemana sobre el supuesto “envenenamiento” de Alexey Navalny, la Secretaría Técnica tomó algunas “medidas preparatorias” en espera de la solicitud de la República Federal de Alemania y estuvo en constante contacto con Berlín. Dicha circunstancia revela abiertamente la parcialidad de la Secretaría Técnica, que ha ocultado en sus contactos con la representación de Rusia en la OPAQ el mismo hecho de su íntima conjunción con Berlín.

Se comprobó que los expertos de la OPAQ los días 5 y 6 de septiembre del a.c. habían recolectado “por su propia iniciativa” las muestras biológicas de Alexey Navalny, mientras la solicitud oficial de Berlín de asistencia técnica según lo estipulado por el numeral 38 e) del Artículo VIII de la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas se envió recién los días 12-13 de septiembre del a.c. Asimismo, la Secretaría Técnica ha comenzado su “asistencia” en este caso politizado sin un mandato correspondiente. Además, en la Declaración de la República Federal de Alemania del día 14 de septiembre del a.c. la entrega de las muestras a la OPAQ ya fue presentada como un hecho consumado, mientras la misma Secretaría Técnica nos confirmó su involucramiento en dicho proceso recién el día 17 de septiembre del a.c.

En el comunicado de prensa, publicado en la página web de la OPAQ el día 17 de septiembre del a.c., en relación a la solicitud de Alemania de asistencia técnica hay indicios de abuso de parte de la Secretaría Técnica de sus funciones y de violación del marco legal de la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas. El Artículo VII de la Convención no prevé ninguna participación de la Secretaría Técnica en la investigación preliminar ni actuaciones procesales, realizadas por Estados Partes en el marco de su sistema legal, en este caso – sobre un supuesto uso de armas químicas por personas físicas o jurídicas. De esta manera, brindando a la parte alemana la asistencia técnica en el marco del “supuesto envenenamiento de Alexey Navalny”, la Secretaría Técnica ha excedido su mandato. Berlín no necesita ninguna asistencia de la OPAQ para procesar las muestras en los laboratorios certificados por la Organización, lo que demostró al solicitar bilateralmente a Francia y Suecia sin ninguna “intermediación” de la OPAQ.

Además la Secretaría Técnica de la OPAQ no tuvo el derecho de divulgar la información sobre la asistencia técnica sin el consentimiento de la Parte Rusa, en vista de que, según lo estipulado en el Anexo sobre Confidencialidad a la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas (numeral 2 c) ii)), cualquier información obtenida por la Organización en relación con la aplicación de la Convención se podrá dar a conocer solamente con el consentimiento expreso del Estado Parte al que se refiera. La Secretaría Técnica sabía muy bien que la situación con Alexey Navalny afecta directamente a Rusia, pero su dirección, hace tiempo involucrada en politiquerías, prefirió ignorar una vez más sus obligaciones y siguió haciendo comedia, ocultando su involucramiento, solicitado por Berlín, en la historia con el bloguero ruso.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...