La producción mundial de cocaína tuvo un aumento del 35%

En 2021 había más de 300.000 hectáreas de plantaciones de coca en Colombia, Perú y Bolivia, los tres países donde se concentran los campos de cultivo, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), con sede en Viena, la capital de Austria.

Un informe de la ONUDD de octubre de 2022 advertía que Colombia había aumentado sus cultivos de coca en un 43% y que sus cultivos habían superado las 200 mil hectáreas. Es decir, dos tercios de la coca de los tres principales países donde el cultivo es importante en América Latina. Con el agregado de que, en Bolivia, la hoja de coca se masca por una tradición cultural y por la altura del país.

En Colombia, en cambio, el destino principal es la producción de clorhidrato de cocaína. Las conexiones de los carteles del narcotráfico mexicanos hacen que los laboratorios estén fundamentalmente en el norte mexicano y que el destino final de la droga sea los Estados Unidos, así como países europeos.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, aun antes de asumir transmitió un ambicioso plan para darle a los cultivadores de coca las alternativas para plantar otros productos, aunque eso requiere tiempo y recursos. Fue contundente al calificar “la guerra contra las drogas” como un fracaso. Esa denominación significó, desde su lanzamiento en 1999, un desconocimiento de la compleja trama social de los campesinos, así como de los delitos complejos del contrabando de cocaína.

En 2020, según el informe de la ONUDD dado a conocer este jueves, la producción mundial de clorhidrato de cocaína ascendió a más de 2.000 toneladas, lo cual constituye la cifra más elevada desde que se mide. Había bajado durante las restricciones de la pandemia del Covid-19, pero luego creció con un ritmo mucho más acelerado que en años anteriores.

Además de la expansión del cultivo de arbusto de coca, la ONUDD explica este fuerte aumento por "las mejoras en el proceso de transformación" de la hoja de coca en clorhidrato de cocaína. El organismo señala también el "aumento constante" de la demanda en la última década. A su vez, el decomiso de cargamentos es un indicador significativo ya que en distintos procedimientos de distintos lugares del planeta alcanzaron la cifra récord de casi 2.000 toneladas en 2021.

Aunque el mercado de la cocaína sigue bastante concentrado en América y partes de Europa, el informe advierte que existe una expansión en África y Asia. "El aumento de la oferta mundial de cocaína debería ponernos a todos en alerta máxima", declaró la directora ejecutiva de la ONUDD, Ghada Waly, citada en el comunicado.

Los datos analizan además la aparición de nuevos centros de tráfico, señalando que los países del sureste de Europa y África se utilizan cada vez más como zonas clave de tránsito de la droga. Los puertos del Mar del Norte, como Amberes, Róterdam y Hamburgo, eclipsaron a los tradicionales puntos de entrada en España y Portugal de la cocaína que llega a Europa Occidental.

A fines de 2022, la ONUDD advertía que alrededor de 284 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron drogas en todo el mundo en 2020, lo que supone un aumento del 26% respecto a la década anterior.

Según ese informe, las personas jóvenes están consumiendo más drogas y los niveles de consumo actuales en muchos países son más altos que los de la generación anterior. En África y América latina, las personas menores de 35 años representan la mayoría de quienes reciben tratamiento por trastornos relacionados con el consumo de drogas.

El Informe estima que a nivel global 11.2 millones de personas se inyectan drogas. Alrededor de la mitad vive con hepatitis C; 1.4 millones, con VIH, y 1.2 millones, con ambos.

En respuesta a estos datos, Waly dijo: "Las cifras de producción e incautación de muchas drogas ilícitas están alcanzando niveles récord, incluso cuando las emergencias globales están aumentando las vulnerabilidades. Al mismo tiempo, las percepciones erróneas sobre la magnitud del problema y los riesgos relacionados están privando a las personas de los servicios de atención y tratamiento y conduciendo a la juventud hacia comportamientos peligrosos.

Waly agregó que “debemos destinar los recursos y la atención necesarios para hacer frente a todos los aspectos del problema mundial de las drogas, incluida la prestación de asistencia basada en la evidencia a todas las personas que la necesitan, y debemos mejorar la base de conocimientos sobre la relación de las drogas ilícitas con otros retos urgentes, como los conflictos y la degradación del ambiente".