Opinión > ANÁLISIS

La reconstrucción de la confianza

El diálogo entre gremiales del agro y el Pit Cnt abre una rendija de esperanza
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07 de octubre de 2018 a las 05:00

Por encima de las aburridas discusiones “izquierda/derecha” a las que suele acostumbrarnos la política tradicional, en mi opinión hay dicotomías más importantes: crecimiento sostenido/desocupación creciente, crecimiento sostenido/contaminación de las aguas, crecimiento sostenido/caída en los rankings de educación, crecimiento sostenido, pero cada vez más débil. En todos los casos lo que se precisa es diálogo y construcción de confianza, determinar acciones que puedan realizarse entre uruguayos que posiblemente piensen distinto, voten distinto, pero acuerden acciones en común. Y cuánto más cerca las elecciones más riesgo de que lo que se promueva sea el enfrentamiento estéril. En todas las discusiones importantes el trasfondo es que seamos capaces de construir relaciones de mutua confianza detrás de objetivos comunes.  Aumentar la eficiencia, la productividad, lograr exportar cada vez más y a más mercados.

En particular algo que está en juego es detener la hemorragia de puestos de trabajo y productores agropecuarios que se pierden.
El empuje que dieron las materias primas se ha desvanecido y en lo interno la confianza es muy poca como para sostener un nivel de contratación de uruguayos que sea capaz de sostener una baja tasa de desocupación en el mediano plazo. ¿Quién va a contratar cuando te dicen que si contratas pierdes poder de decisión de  tu propia empresa? ¿Quién va a contratar uruguayos tras escuchar el discurso uruguayo de erosionar la dirección de las empresas cuando hay miles y más miles de venezolanos que quieren trabajar, cumplir su tarea, que la empresa en la que están prospere en un marco de amabilidad? Todos vemos trabajadores así todos los días y cada vez más y celebramos recibir a los exiliados de la dictadura caribeña. Los venezolanos son en definitiva como eran nuestros abuelos, trabajadores que huyen del despotismo y quieren que las cosas salgan bien en esta tierra de libertad. 

Mientras los trabajadores uruguayos quieren interferir en las decisiones de quien es generador de empleo, a los miles de inmigrantes que llegan, simplemente quieren trabajar en paz. Será una competencia durísima para los uruguayos por muchos años. Y si por un lado está la competencia de los migrantes, por otro lado se vendrá la competencia de la inteligencia artificial, que aunque parezca de ciencia ficción, ya ha llegado. Ya nos ponen multas en el tránsito, ya nos cobran en el supermercado, y esos no reclaman –¿por ahora?- ser parte de la toma de decisiones.

El muchísimo poder que tiene el Pit-Cnt, es muy resbaladizo, porque las señales que se han dado hasta hace poco tiempo han sido tremendamente anti empleo. Los desbordes en la industria láctea han resultado impactantes entre los productores. El sindicato de Conaprole tiene en su currículum haber defendido a un trabajador que robaba, a otro que llamó a los productores “comebosta”, desconocer una cláusula de paz a menos de una semana de firmada y pretender decidir sobre temas centrales de la cooperativa. Y en la industria frigorífica, hay un ausentismo récord que tiene a los inversores asiáticos que han llegado en estado de asombro.
Para el agro, el transporte es crucial. El sindicato de AFE no resulta confiable para los inversores de UPM. Ha dejado a la propia vicepresidente y a un montón de niños en la vía, esperando.

El mismo día que Uruguay ganaba una licitación para colocar su arroz en Iraq, el sindicato de AFE generaba pérdidas por trancar un cargamento de arroz que intentaba llegar al puerto por las vías férreas. Es más fácil llegar a Bagdad que al puerto de Montevideo, podría pensar un productor arrocero que no podrá entender porque cobrará menos por  un paro en el que él no tiene culpa alguna. Porque si la industria es sancionada por no entregar mercadería en tiempo y forma, traslada pérdidas al precio de la materia prima.

Siendo las cosas así ¿cómo frenar lo que puede ser un grave problema ocupacional para los próximos años? ¿Cómo convencer a las empresas uruguayas que contraten a quienes potencialmente querrán arrebatarle el timón de una empresa? Cómo aumentar su plantilla para que luego se le diga “ahora mandamos todos”. Ha sido muy buena la decisión de las gremiales rurales de decir basta, poner una pausa en los consejos de salarios. Ha dado ya varios buenos frutos.

Uno de ellos es la reunión de esta semana entre las gremiales del agro y el Pit-Cnt, que es para celebrar. A partir de esa reunión el llamado que ha hecho el presidente del Pit-Cnt, Fernando Pereira, a construir confianza, debe ser respaldado. Aunque él mismo ratifique su apoyo a la insólita tesis de que las decisiones se deban tomar en forma compartida entre empresarios y sindicalistas y proponga que eso es “lo moderno” que así sucede en Alemania  y uno se pregunte si en serio nos dice que la decisión, por ejemplo de Bayer de comprar a Monsanto fue tomada compartidamente por los accionistas y el sindicato de la farmacéutica.

Aunque Pereira se haya proclamado chavista, lo que es convalidar un proceso que no es ni democrático, ni confiable ni en lo más mínimo amigable con las empresas, cada cual con sus contradicciones. Más importante que eso es cambiar la lógica de las relaciones laborales a una que sea ganar/ganar y no luchar/perder.
Lo importante es buscar maneras de frenar la hemorragia en el empleo y tomar algunas frases importantes que dijo esta semana en el programa En Perspectiva. Uruguay ha dicho, tiene un contrato social firmado que es “todos nos respetamos”.

Eso es muy distinto al sindicato de Conaprole defendiendo a un sindicalista que llama a los tamberos “comebosta”. Ha reconocido que se está negociando “en un mal momento para el agro”, algo muy distinto a decirles “llorones”. Ha reconocido que los uruguayos urbanos suelen no conocer ni entender lo que sucede en el Uruguay rural. “Uruguay tiene una fuerte influencia del agro pero conoce poco de él, tenemos que estudiarlo”, le pasa a “cualquier persona que vive en Montevideo o en una ciudad del interior”. Eso es un avance conceptual potencialmente inmenso.
Debe ser tomado su llamado a discutir una agenda de mediano plazo para generar empleo y capacitación, porque la maquinaria agropecuaria es cada vez más sofisticada. 

Ha dicho que “No hay trabajadores sin empresas y que no hay sindicatos fuertes con empresas débiles”. Ahora que nuestro grado de inersor ha pasado a tener “perspectiva negativa” y que el empleo está ante un problema grave, sería fundamental que se sumaran señales de este tipo.

Ha dicho que “No hay trabajadores sin empresas y que no hay sindicatos fuertes con empresas débiles”.

Marca una diferencia abismal con la lucha de clases que inevitablemente destruye cualquier embrión de confianza y aunque pueda ser una declaración táctica de un militante político chavista que busca acercarse a los votos de centro en tiempos electorales, debe darse una chance a la construcción de confianza, del diálogo que busque fortalecer a las empresas para que puedan contratar más y generar sindicatos fuertes desde el esfuerzo por organizar mejor el trabajo en beneficio colectivo. Ya hay una nueva reunión pactada entre las gremiales del agro y los trabajadores. Si no se avanza sobre esos nuevos criterios propuestos, a la corta o a la larga veremos cómo los inmigrantes venezolanos, tan capacitados, amables, profesionales y deseosos de paz, sustituyen masivamente a los trabajadores locales que vayan auspiciados por las hoces, los martillos, las banderas color sangre, el clasismo y el discurso belicista que ya terminó con Pluna, Alas U, Pili y tantas  otras fuentes de empleo, aquí  y en cada lugar en que se puso en práctica. 

Aquí, por nuestra cultura republicana, estamos todavía a tiempo de garantizarle a quien quiere generar empleo que tendrá paz, que se buscará generar confianza y diálogo. Si el mensaje lleva a que haya ecuanimidad y racionalidad garantizadas, hasta podría volverse a conformar el consejo de salarios y pensar ordenadamente en una agenda que logre motivar a invertir y contratar en el largo plazo. El desempleo ha saltado, el grado inversor tiene perspectiva negativa. Tal vez el Pit-Cnt se ha despertado. Al fin y al cabo, somos un solo Uruguay y perder empleo y perder el grado inversor no le sirve absolutamente a nadie. Todavía estamos a tiempo de reconstruir la confianza, empezando por Conaprole. l

 

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