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La renovación comercial de la rambla de Pocitos

Las automotoras, que durante varios años dominaron este espacio de la costanera montevideana, cedieron su lugar a negocios de rubros variados
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19 de diciembre de 2018 a las 05:01

Zucchino Motors por cafetería Porto Vanila; Pinturas Renner por confitería Rössler, concesionaria de Audi por juguetería Stickers, Motor Haus por tienda de ropa Urban Haus, concesionaria de Peugeot por gimnasio On Club; casa de alfombras y pisos Kalpakian por agencia de viajes estudiantiles College; automotora de Geely por heladería Freddo. 

A nivel comercial, la rambla de Pocitos (rambla República del Perú) atravesó en 2018 una renovación casi completa. Los autos que apuntaban hacia el Río de la Plata en cada esquina de su kilómetro y medio cedieron su lugar a negocios de todo tipo y rubros que por primera vez se asentaron con vista al estuario. 

Para quienes conocen de primera mano la zona, no se trata de un cambio cualquiera, sino que es “el cambio” con mayúsculas. Así lo entiende Isidoro Kosak, director de la inmobiliaria que lleva su apellido. “Cambió y de forma innovadora. Se nota un cambio de mentalidad del comercio en la rambla de Pocitos”, apuntó. ¿Por qué era antes el lugar preferido por automotoras? ¿Qué hay detrás de este cambio y por qué nuevos negocios decidieron instalarse allí?

Luces y sombras

Comercialmente, la rambla de Pocitos está lejos de ser uno de los puntos más fuertes, como pueden ser 18 de Julio o La Unión. En general, según el consultor inmobiliario Julio Villamide, los comercios no eligen ubicarse en la primera línea de edificaciones hacia el mar. Esto se debe a que trabajan con la población ubicada a 500 metros a la redonda y, en la rambla, hay una mitad que se pierde con el Río de la Plata. En la misma línea opinó Kosak: “La rambla es una calle cortada. En cualquier otra calle comercial tenés negocios y público de los dos lados. Y el lado de la caminata es el lado de la rambla, no el de los locales”, señaló. Esto, sin embargo, se compensa con la alta densidad de población del barrio. 

Para Villamide, la principal fortaleza de instalar un comercio en la rambla de Pocitos es la visibilidad. Es que por esta porción de la costanera actualmente pasan de 3.000 a 4.000 autos en horas pico, mientras que llegan a pasar unos 70 mil autos cada semana, señalaron en las inmobiliarias consultadas. Además, hay que tener en cuenta que en horas pico los autos van despacio o directamente se detienen por unos minutos. “Obviamente se mira y se aprecia, y de repente queda ahí la posibilidad de visitar el local si resulta atractivo”, dijo Villamide. Por esto, cree que ubicarse en esta rambla montevideana es una cuestión de posicionamiento de marca. En ese sentido, Kosak fue claro: “Los locales de la rambla más que vendedores son marquetineros. Son negocios más pensados, hay una ecuación de negocios que va más allá de la venta directa al público”. 

Por otra parte, en la rambla República del Perú no está permitida la cartelería publicitaria. En la rambla, la publicidad de vía pública está solo permitida entre las calles Solano López y Gallinal. Pero quienes instalan un local en la de Pocitos pueden aprovechar sus vidrieras y espacios también con ese fin. “Cualquier cartelería ubicada allí vale la pena y compensa parte del costo del arrendamiento del local”, señaló Villamide. 

No obstante, para instalar un local en la rambla de Pocitos hay que tener en cuenta otros aspectos no tan ventajosos.

Hace algunas décadas, la rambla de Pocitos era zona de restaurantes y confiterías que permanecieron durante años: El Atlántico, Conaprole, Café de la Paix, El Galeón, por nombrar algunos. Con los años, fueron cerrando por varias razones. Según Villamide, porque durante la mayor parte del año es una zona inhóspita para caminar, en comparación con los pocos meses cálidos. Los espacios abiertos de estos restaurantes, entonces, podían aprovecharse a pleno solo durante pocos meses. Otro factor que incide es la falta de lugares para estacionar. Décadas atrás, el cantero central de la rambla era precedido por un parking y, además, había menos vehículos circulando. 

Años más tarde esas confiterías fueron sustituidas por las automotoras, hasta el recambio del último año. Según Kosak, fue una zona elegida para exhibir autos cuando se disparó su consumo: “Lo vieron como un lugar ideal para mostrar sus marcas y vender por otro lado después, como en la sucursal principal o por internet. Estar ahí les daba una imagen corporativa muy grande”. Explicó que a partir de 2016 estos negocios empezaron a verse afectados por la disminución del valor de los autos, por lo que dejó de ameritar el pagar un alquiler que ya resultaba costoso. 

Una vidriera

Hogazze, ubicado en la rambla República del Perú y Guayaquí hace 11 años, es una tienda de artículos para el descanso. En su amplia vidriera se destaca la marca de colchones Simmons casi tanto como el nombre de la tienda, y se aprovecha para anunciar la promoción del momento. Desde allí comentaron que hacer publicidad saldría más caro que el alquiler del local en la rambla, donde miles de personas lo ven por día.

Mientras que hasta hace un año había prácticamente una automotora en cada esquina de la rambla República del Perú, actualmente quedan solo dos.

La empresa tenía 11 locales en varios barrios de Montevideo, como Paso Molino, la Unión y Cordón. Ahora, tiene solo dos: uno en avenita Italia y el otro en la rambla de Pocitos. “Estábamos en zonas comerciales pero que apuntaban a otro público. Nos fuimos aggiornando y cambiando el nivel. En esos locales vendíamos poco de Simmons –reconocida marca estadounidense de colchones– por el público”, señalaron en la empresa. 

La cafetería Oro del Rhin llegó a la rambla de Pocitos (esquina bulevar España) hace nueve años, en el lugar de Café de la Paix. La oportunidad surgió de la mano de la librería Yenny, que alquiló el local y subarrendó una parte a la cafetería. Este año, la librería decidió dejar el país, lo que posibilitó a Oro del Rhin ser el inquilino principal. Fue así que la cafetería terminó ofreciendo a Stickers –juguetería uruguaya ubicada en la rambla y Martí– un subcontrato de alquiler.

“Mantener un local de estos con una única propuesta se vuelve bastante trabajoso. Combinando con dos propuestras que se complementan, se divide el costo entre dos”, comentó el director de Oro del Rhin, Christian Stahl.

Stickers, por su parte, lanzó en este espacio una nueva línea de negocios: Stickers Art, una papelería que a su vez ofrece espacios de talleres para adultos y niños. “No tenemos ningún juguete. Es un espacio donde la gente va, se toma un café. Los niños pasan al taller que está abierto y juegan, pintan con témperas, hay libros y masas. Es un concepto diferente”, señaló una ejecutiva de la empresa. Añadió que apuntan a que vuelva el público de entre 35 y 40 años, que había dejado de ir por el concepto “más conservador” que tenía la librería. 

Por su parte, Stahl indicó que la papelería “era una propuesta que traía un poco más de vida”.

El hecho de que se haya instalado Porto Vanila, según Stahl, aunque implica competir de cerca, también incentiva que las personas vayan a la rambla a consumir ese tipo de productos. “Cuando se juntan rubros en un área, se potencian”, indicó. Por otro lado, considera que la llegada de negocios de otros rubros aporta diversidad a la zona y atrae público. “Era monótono. Ahora tiene otro color”, señaló. 

El ejecutivo comentó que están preparando algunos cambios tanto para el salón como para la fachada del local. “Ahora estamos con más libertad de hacer promociones, de hacer cartelería y exponer productos. Cuando quede la nueva cartelería vamos a tener una presencia de marca importante, porque la exposición de esa esquina es brutal y no estaba aprovechada, señaló”.

Los nuevos

Urban Haus, marca uruguaya de ropa, abrió en abril un local de 380 metros cuadrados en la rambla y Massini. El tamaño, la vista al mar, estacionamiento –a una cuadra–, un living con café y té, muebles de estilo vintage, una terraza de 120 metros cuadrados con mesas, clientes que pueden entrar con mascotas y dejar sus bicicletas son algunos de los detalles que diferencian este local de cualquier otro de la marca. 

Según su fundador, Fernando López, el nuevo local no busca ventas, sino que apunta a la “experiencia del cliente”. “Cuando empezamos a buscar el lugar con este concepto empezamos a evaluar las posibilidades y la rambla reunía todo”. Según López, la visibilidad es una variable que favorece pero no fue la que determinó la decisión. “Nuestra base era un local que lograra que el cliente se sintiera más distendido, con espacio, lo que no podemos dar en los shoppings”, señaló. 

A una cuadra se instaló en junio la juguetería Stickers. Según la empresa, se necesitaba una superficie grande y cuando se encontró el local de la rambla, no hubo dudas. “Si bien la marca es conocida, estábamos instalados solo en el este. Este local es vidriera, es superficie grande y nos tiramos de cabeza cuando lo vimos, pese a que es una inversión”. A Stickers también se puede entrar con mascotas y, comercialmente, aseguraron que rinde. 

En la esquina de avenida Brasil abrió hace menos de un mes College, agencia de viajes estudiantiles. Su dueño, Mario Asaravicius, comentó que se trata de un lugar estratégico: “Para algo como el turismo nos pareció que era un lugar apropiado. El local ofrecía ventajas y beneficios para recibir gente y que se sienta muy cómoda y a gusto”. 

También se optó por este local por la calidad de vida de los trabajadores. “Se trabaja mirando un día hermoso, el mar, la playa, gente que hace kite surf”, señaló. Agregó que su negocio no depende de la entrada constante de gente, por lo que al instalarse en la rambla se buscó “marca”: “Que mucha más gente nos conozca y nos tenga presentes”.

Halina Rössler llegó después de 17 años de vivir en Alemania y Argentina, con la idea de abrir un local gastronómico en la rambla. Al encontrar un local vacío, se encaprichó y en setiembre inauguró Rössler, ubicado en la esquina con Barreiro: "Ví el lugar y dije listo, es el momento". En verano planea generar algún tipo de interacción con el público de la playa y además extenderá el horario. "Los turistas me dicen que en otras partes del mundo un lugar así estaría lleno de restaurantes y confiterías", dijo a Café & Negocios.  

Tanto Urban Haus como Stickers también apuntan a generar experiencias en sus locales. Urban Haus realiza sunsets con djs y tragos cada 15 días, mientras que Stickers realiza talleres para niños, piensa en ofrecer clases de zumba y antes de Nochebuena tendrá a un Papá Noel esperando a los niños.

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