Rescate de ovinos robados en 2009 en Sarandí Grande, Florida<br>

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La seguridad en el agro

Columna de opinión publicada en El Observador Agropecuario
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13 de octubre de 2017 a las 05:00

Por Luis Romero Álvarez, especial para El Observador

Hace muchos años, recuerdo que me sorprendió un comentario de un productor local que había visitado un grupo Crea en Santa Fe; mencionó que de los 12 integrantes del grupo, a 11 los habían copado en sus campos.

Entonces era impensable que sucediera algo así en Uruguay; pero ya todos conocemos varios casos similares que han sucedido aquí y lamentablemente es posible que esto sea solo el principio. A esta situación todavía no común pero gravísima, viene a sumarse el problema constante del abigeato.

Todos los días llegan a mi celular fotos, videos y entrevistas a productores que han sufrido este tipo de robos. Uno de los casos más conmovedores fue el de un tambero chico que ordeñaba 16 vacas y una noche le carnearon tres. Está claro para muchos que esta situación es intolerable y las autoridades deben enfrentarla y resolverla antes que los productores decidan armarse y disparar contra cualquiera que entre sin permiso a sus predios, lo que será un problema mayor para todos.

Para quienes conocemos el interior del país, es evidente que así como está diseñado el combate al abigeato no existe la menor chance de lograr resultados. Es imposible liquidar el abigeato usando policías locales que deben correr atrás de un ladrón de bicicletas, atender un conflicto de violencia doméstica y en simultáneo controlar faenadores que todos saben en los pueblos quiénes son, pero que viven a la vuelta de su manzana, fueron compañeros de escuela y no dejan pruebas de sus acciones de fácil documentación.

Lo que se necesita es darle la conducción del combate al abigeato a un policía veterano y del interior, que haya en su juventud salido a cazar gacelos y demás, a quien se le asigne a su elección un equipo de cinco o seis policías bien camperos y recursos para moverse, juntar pruebas (cámaras de fotos nocturnas de infrarrojos, visores nocturnos, vehículos rápidos, armas de precisión), pagar informantes y cubrir viáticos.

Ese equipo se podrá mover en silencio en todo el país, apuntando a grupos de faenadores muy activos, preparando durante semanas sus golpes antes de actuar (toma de datos, seguimientos, captura de fotos de los malandros saliendo y volviendo a sus sedes, descargando la carne, vendiéndola en carnicerías de barrio). Una vez capturados los delincuentes podrán presentarlos a la Justicia correspondiente con pruebas suficientes.

Y aquí va otro capítulo que hay que atender: en muchos casos los jueces frente a un ladrón que ha matado animales ajenos y robado su carne actúan como si se tratara de un pobre infeliz que ha robado una oveja una vez en su vida para alimentar a su mujer enferma y sus ocho hijos. Se ve que piensan en el Jean Valjean de Los Miserables de Víctor Hugo que robó un pan para sus hijos.

Nada que ver. Estamos hablando de organizaciones que lucran con esto porque nadie tiene tantos hijos hambrientos para comerse tres vacas enteras cada semana. A un ladrón de televisores y computadoras que valen 500 dólares lo mandan preso de una; si robó la carne de tres vacas lecheras que valen 5.000 dólares, bueno, procesado sin prisión con suerte.

Esto no puede ser: es injusto e incorrecto en todos los planos. De nada vale crear un buen equipo de policías especializados y exitosos (como vino a resultar Artigas cuando empezó a darle seguridad a la campaña entre 1802 y 1805), si después los capturados son liberados del juzgado mientras los policías quedan declarando y llenando formularios.

Con respecto al abigeato no hay que seguir hablando, hay que actuar y actuar en forma seria y profesional de una vez. Lo primero es nombrar a un Eliot Ness rural y darle un equipo de intocables, sólo dedicados a liquidar el abigeato en todo el país; lo segundo es revisar los aspectos legales para quitarles a los jueces la duda en cuanto a cómo proceder frente a este delito. Señor ministro Bonomi, por favor lidere estos cambios en forma urgente; la responsabilidad es suya.

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