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28 de abril 2023 - 16:45hs

La zona del euro escapó por muy poco a la recesión. El Producto Interno Bruto (PIB) del conjunto de los 20 países que la integran avanzó apenas un 0,1% en el primer trimestre de 2023, un resultado que no disipa las preocupaciones, luego que cerrara el último trimestre del año pasado con crecimiento nulo (0,0%), según los datos publicados por la agencia europea de estadísticas, Eurostat.

La medición del organismo agrega que para la Unión Europea (UE) en su conjunto -incluyendo a los países del bloque que no utilizan la moneda común-, el PIB registró un avance de 0,3% con relación al trimestre anterior. Un panorama que refuerza los temores de estancamiento, pero que el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, calificó como "una noticia alentadora”.

“El dato correspondiente a los tres primeros meses de este año muestra que Europa sigue mostrando su resistencia ante un entorno internacional complicado", avaluó Gentiloni, quien se mostró confiado en que la Eurozona y la UE finalicen el año con avances del 0,9% y 0,8%, respectivamente, según las últimas proyecciones de la Comisión Europea (CE).

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Los datos informados por Eurostat dan cuenta que Alemania, por lejos la mayor economía de la región, cerró el primer trimestre de este año con estancamiento (0,0%), tras haber finalizado el trimestre anterior con un retroceso de 0,5%, desempeño con el que esquivó por muy poco una recesión técnica. Una dinámica que se ubicó por debajo de las expectativas de los analistas.

La medición de Eursotat señala un desempeño heterogéneo entre los países de la región en los primeros tres meses de este año, con dinámicas que van desde un crecimiento del 1,6% en el caso de Portugal, que anudó así su cuarto trimestre consecutivo de expansión, hasta una fuerte caída del 2,7% en Irlanda; panorama que incluye avances del 0,5% de España e Italia, una mejora del 0,2% en el caso de Francia y un retroceso de 0,3% de Austria.

El resultado “significa que se ha evitado por un pelo una recesión técnica” y que “la economía se ha estancado”, evaluó Andrew Cunningham, de la consultora Capital Economics; lectura coincidente con la realiza por Carsten Brzeski, experto en análisis macroeconómico del banco ING. “La gran divergencia entre los países es menor de lo que se temía, pero claramente no hay razón para alegrarse", dijo el analista.

Brzeski recordó que la economía de la eurozona había logrado evitar hace pocos meses "lo que parecía la más predecible recesión de todos los tiempos". Sin embargo, advirtió que "no hay razones para ser complacientes, porque el crecimiento es cualquier cosa menos homogéneo".

Por su parte, Rory Fennessy, de Oxford Economics, apuntó que el desempeño del primer trimestre "quedó levemente por debajo del consenso, que indicaba una expectativa de crecimiento de 0,2%", y agregó que según las proyecciones de la consultora no es esperable “que el crecimiento se recupere significativamente en 2023" debido a la elevada inflación y a las estrictitas condiciones financieras que impone el Banco Central Europeo (BCE).

Los datos de la oficina de estadística europea se conocen en la previa de una semana clave. Según todas las previsiones, tras la reunión de su comité de política monetaria pautada para el martes y miércoles próximos, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) decidirá un nuevo ajuste en su tasa de interés.

Al contrario de Estados Unidos, donde el mercado da por descontada una suba de 25 puntos porcentuales, lo que ocurrirá en la zona del euro es menos claro, pues aún queda pendiente de publicación la inflación de abril, dato que tomará en cuenta el BCE a la hora de decidir, y muy especialmente el dato sobre la inflación núcleo, que se reveló "más persistente" que el índice general.

Un pacto clave

Por lo pronto, ante un panorama general que habla de estancamiento, la CE presentó una propuesta para modificar el pacto fiscal que regula el déficit y el endeudamiento de los países que son miembros de la UE, iniciativa que apunta a una mayor flexibilidad, extendiendo de uno a cuatro años el plazo para el cumplimiento de las metas del 3% para el déficit fiscal y del 60% del PIB para el endeudamiento público.

Otro de los puntos que se busca modificar, muy cuestionado en el pasado, es que las reglas sean menos procíclicas; es decir: que no sean excesivamente severas con los países en situaciones de crisis y, en sentido opuesto, demasiado laxas en periodos de bonanza.

Según el proyecto, los países que superen el límite del 3% de déficit deberán realizar un ajuste anual mínimo del 0,5% y no podrán aumentar su gasto neto más que el potencial de crecimiento del PIB a mediano plazo, pero la forma en que llegarán a dicha meta será decisión de los gobiernos de cada Estado.

Los planes a mediano plazo que presenten los países, y que deberán ser apoyados por los veintisiete miembros de la UE, deberán apuntar a una reducción de la senda de gasto “razonable”, que permita mantener la deuda en niveles “prudentes”. Además, cada país tendrá cuatro años para regresar a los límites de déficit y deuda, pero dicho plazo podrá flexibilizarse y extenderse hasta siete si se apoya en reformas e inversiones específicas.

Según Valdis Dombrovskis, vicepresidente económico de la CE, la propuesta responde a un enfoque “equilibrado” diseñado “en torno de áreas clave para garantizar la transparencia y la igualdad de trato”. Según el funcionario, además, “permite reducir la deuda al tiempo que se fomentan inversiones y reformas”. Dombrovskis subrayó que las nuevas reglas tienen en cuenta “las diferentes situaciones presupuestarias iniciales de los Estados y sus diferentes retos en materia de deuda pública”.

En ese marco, la propuesta, por un lado, proporciona a los Estados un mayor control sobre cómo diseñar sus planes de reducción de déficit y deuda, y no depender de lo que definan los técnicos en Bruselas; pero, por otro lado, establece un régimen de aplicación más estricto para garantizar los compromisos asumidos en los planes.

La revisión del pacto, en la que se trabaja desde antes de la pandemia, introduce una cláusula especifica de salida para los países, que contempla la posibilidad de eventos extraordinarios, tales como pandemias o guerras.

Tras meses de discusión y desacuerdos entre los diversos miembros, el objetivo de Bruselas es concluir su aprobación este año en la Eurocámara y por cada gobierno nacional, para que los Estados diseñen sus planes en 2024 y comiencen su sendero de reducción de deuda y déficit a partir de 2025.

Sin embargo, todo indica que el pacto puede tener cambios, especialmente por el rechazo de Alemania. Si bien obtuvo ciertas concesiones en el diseño de la propuesta, Berlín critica la flexibilidad del nuevo reglamento con los países excesivamente endeudados. El ministro de Finanzas alemán, Chrstian Lindner, afirmó que las propuestas no cumplen con sus expectativas y necesitan más trabajo antes de que sean aprobadas.

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Unión Europea recesión técnica

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