"Prefiero no pensar en la cantidad de personas que rescatamos, como si fuera un número. Porque todos tienen familia, hijos, historias fuertes de migración" cuenta Ana Zugarramurdi desde Bari (Italia) a El Observador, a bordo del barco Ocean Viking, que fue noticia en los últimos días.
Con acento uruguayo –pero mezclado con tonalidades de diferentes lugares de Europa– integra la tripulación y señala que hace 20 años trabaja en embarcaciones, aunque desde hace cinco lo hace en misiones humanitarias.
Zugarramurdi está a bordo del Ocean Viking, un barco que el pasado miércoles rescató en tres operaciones en el Mar Mediterráneo a 244 personas migrantes cerca de las costas de Libia. Dentro de ese grupo había ocho mujeres, 18 menores de edad y cuatro niños menores de cuatro años. El Ocean Viking, sin embargo, fue multado por incumplir un nuevo decreto del gobierno italiano que lidera Giorgia Meloni.
Según explicó Zugarramurdi, el proyecto que llevan adelante en el Ocean Viking, en el que trabajan también la fundación SOS Mediteranee y la Cruz Roja Internacional, implica adentrarse en altamar entre la zona de Italia y Malta. Cada vez que reciben una alerta de que una embarcación se está hundiendo –que suelen llevar migrantes en condiciones precarias– el barco va al rescate. Y una vez conseguido ese objetivo, trasladan a las personas al lugar de destino, previo aviso a los puertos.
Lo que motivó que el barco fuera multado por el gobierno italiano –que ahora les prohibió salir de Bari por 20 días– es que si bien la tripulación avisó la hora en la que llegaría al puerto de destino, se debieron desviar para rescatar a otro barco. Para Zugarramundi la sanción va más allá de un simple incumplimiento.
"Es parte de la política antimigratoria que tienen algunos países de Europa, que no quieren la migración. Porque ni siquiera los van a rescatar. Vamos nosotros, que somos un proyecto independiente y los rescatamos. La migración desde el Mediterráneo Central es grave porque se los obstruye para llegar y después se los criminaliza", aseguró.
Si bien desde hace 20 años que trabaja en embarcaciones, como fueron los veleros en sus comienzos y luego en los proyectos migratorios, no tiene residencia en otro país que no sea Uruguay. "Paso tiempo en altamar y en Mallorca pero mi única residencia legal y pasaporte en Uruguay. Y quiero que también se le dé visibilidad a este problema desde allá. No solo a la que sucede en América", subrayó.
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