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Lacalle Pou y un mediodía entre el cuarto secreto y un partido de bochas
Luis Lacalle Pou empezó su día recorriendo su historia política. “Mi primer club lo tuve ahí. Año 1999 y nunca dejé de venir”, dijo en Las Piedras mientras señalaba lo que 20 años después es una ferretería. Esa ciudad canaria fue la primera parada de gira matutina corta, a las corridas y donde escuchó la palabra “suerte” en cada esquina.
“Que tengamos suerte”, le dijo un viejo militante al abrazarlo. “Si Dios quiere”, respondió el precandidato nacionalista. Para Lacalle Pou, la recorrida por ciudades de Canelones el día de la elección antes de ir a votar es obligatoria. “Hay mucha gente que le debo mucho”, dijo entre saludos a votantes a los que llamaba por su nombre y apellido.
El apuro por llegar a las 12 al liceo canario Guadalupe no le quitó tiempo para recordar viejas anécdotas con militantes de años. Tampoco para abrazarse con su exsecretaria cuando era diputado, Rosa Imoda, hoy alcaldesa de Los Cerrillos y a quien siempre llamó Rosita.
En la sede de Imoda discutió a las risas con vecinos que lo siguen hace años sobre dónde había sido su primer acto. “Fue en Soca”, insistió el precandidato hasta que le dieron la razón.
Las 12 se acercaban y había que llegar a Canelones. Lacalle Pou llegó al circuito caminando, al grito de “presidente”. Pero la arenga fue silenciada por el precandidato por estar “en veda”. En rueda de prensa no quiso hacer ningún pronóstico, fue cauto y solo se limitó a decir que “primero está el país, después el partido y después la persona”.
Al voto le siguió otro clásico reencuentro: el de la familia García de San Ramón, donde suele almorzar cada día de elección. A Danilo García lo conoció en 1998 y desde 1999 siguió la tradición del asado.
Durante todo el almuerzo trató de moderar su ansiedad y distenderse. No en vano eligió terminar el almuerzo jugando a las bochas con la familia y personas de su comando de campaña.
