El año 2017 se caracterizó por un rebote de los precios promedio de las distintas categorías de reposición, que venían en caída desde 2013. Esa suba de las cotizaciones se registró en mayor magnitud en los ganados de cría, según un estudio realizado por El Observador Agropecuario en base a los resultados de los remates por pantalla desarrollados durante este año.
Este quiebre en la tendencia de precios tiene una clara explicación: el clima favorable para la
ganadería, que hizo que la demanda fuera superior a la oferta en casi todo el período. Al haber más compradores que vendedores en el mercado hubo mayor disputa por la escasa oferta, y eso elevó los precios.
El régimen de lluvias frecuentes y un invierno no muy frío respecto al promedio provocaron abundancia de forraje y que los ganaderos demandaran más animales para aprovechar ese pasto y así producir más kilos de carne a un bajo costo.
Fue más notoria la avidez por las categorías de hembras, y eso se reflejó en los precios. El principal motor fue el mercado de terneros, categoría que no solo fue demandada por los exportadores sino también por los invernadores.
Pero esa mayor demanda por los terneros también impulsó el interés por las terneras, que registraron un aumento en su precio promedio de 9,7% respecto a 2016, siendo la categoría que más subió. También es claro que al no poder comprar terneros, creció la demanda por las piezas de cría, que elevaron su precio 8%.
Se notó ese mayor interés de los productores por la cría, producir más terneros y terneras es un negocio atractivo, y eso no solo se reflejó en esos aumentos de precios sino también en la fluidez de los negocios.
Tradicionalmente en los remates por pantalla se observaba mayor dinamismo en la primera parte, cuando se remataban los ganados de invernada; sin embargo últimamente es más claro el interés del mercado en la segunda parte de las subastas, cuando se ofrecen las hembras.
Vientres entorados, preñados y vaquillonas también fueron de las categorías que más se valorizaron este año. En la invernada se notó cierta estabilidad en los precios; la única excepción fue la vaca, que registró un promedio 7,7% más alto que en 2016.