El bullicio cotidiano del Centro de Montevideo se vio alterado este miércoles cuando un hombre de 40 años, quien pidió a los policías que lo llamaran Juan, se atrincheró en una joyería de la calle Colonia.
El hombre, armado con un revólver, estuvo más de ocho horas atrincherado en el lugar, con la dueña del local de 74 junto a él.
Finalmente, luego de la llegada de un abogado que se acercó a negociar, se entregó a la policía y dejó libre a su rehén.
Al momento de la entrega (sobre las dos de la madrugada) también estaba en el lugar el ministro del Interior Jorge Larrañaga.
La propietaria de la joyería salió caminando del lugar y fue atendida por los médicos que estaban allí.
La denuncia inicial que recibió el 911 sobre las 16:45 alertaba que se trataba de una rapiña en proceso en un local ubicado en Colonia, entre Vázquez y Javier Barrios Amorín.
La dueña, que hasta minutos antes de esa hora estaba acompañada por su hijo, se encontraba sola en el lugar cuando el delincuente entró armado.
Las horas pasaron y el hombre siguió firme en su postura de no entregarse. Incluso pidió como una de sus exigencias que los policías se retiraran del lugar.
Mientras todo esto sucedía, los hijos de la mujer llegaron al lugar. Allí alertaron a la policía de que su madre padecía enfermedades crónicas, por lo que necesitaba tomar su medicación.
El negociador le trasladó este planteo al delincuente, quien aceptó que a la mujer se le dejara en la puerta de la joyería una bolsa con un refresco y su medicación, que fue llevada por uno de sus hijos sobre las 21:00, cuatro horas después de que empezara el atraco.
La fiscal de Flagrancia de 11° turno, Adriana Costa, siguió de cerca el desenlace del copamiento, según dijeron a El Observador fuentes policiales.
Allegados al equipo negociador comentaron a El Observador que el hombre en todo momento mantuvo la calma. En una primera instancia argumentó que la rapiña respondía a la necesidad de cubrir los costos del tratamiento de un hijo enfermo, pero luego cambió su versión.
Sobre la medianoche, el hombre continuaba sin entregarse. Minutos antes de las 23, el delincuente apagó la luz del local y cerró las persianas. La última vez que se lo vio estaba con un pasamontañas oscuro y un pañuelo rojo en el cuello. Luego, a las 23.04, volvió a asomarse a la calle, esta vez desde el vidrio de la puerta del edificio de al lado; llevaba la mujer sujetada en el cuello, y a los pocos segundos volvió a esconderse.
Fue recién a la madrugada, sobre las 02:00, que decidió entregarse.
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